Frente al mar bien al sur sobre el continente más al este, se encontraba la Cúpula más antigua creada por el hombre, dedicada a comprender y enseñar el arte de magia elemental, el regalo de los dioses.
Contaba con una gran cantidad de alumnos, profesores, investigadores y guardianes elementales, hombres dedicados a comprender y defender las antiguas enseñanzas. La Cúpula era el monumento más grande del continente del Este rodeado por el pueblo más vasto del mundo, aquellos que se hacían llamar los Pueblos Libres, hombres que no aceptaban el mandato de un rey.
Las familias más adineradas de los pueblos libres llevaban a sus hijos desde muy jóvenes a la Cúpula, para que se instruyeran en el arte de la magia. No todos los niños eran recibidos en la Academia de magia, pues solo unos pocos tenían el don de un elemento en su alma. La entrada a la academia no era nada barata, por lo tanto las familias más humildes no podían enviar a sus hijos, por más que ellos tuvieran el don.
Su tradición era que los aspirantes a alumnos al llegar según el color de su alma, se vinculara a un elemento y comenzarian su carrera en el aprendizaje de la magia.
Los elementos mágicos más habituales en los alumnos eran Fuego, Agua, Tierra y Aire, los permitidos por los dioses. Había algunos particulares que podían dominar los elementos sobre Escarcha, Rayo y Comunicación con las Bestias. Escasamente aparecían alumnos sobre los elementos más peligrosos Fuego Etéreo, Gravedad y Tiempo, en pocas palabras magia prohibida.
Solo los elementos de primer nivel estaban permitidos (Fuego, Agua, Tierra y Aire) el regalo de los dioses. La magia de segundo y tercer grado (Escarcha, Rayo, Comunicación con las Bestias, Fuego etéreo, Gravedad y Tiempo) intentaba imitar el poder de los dioses, era creada y enseñada por los hombres.
Un día como cualquiera llegó un grupo de aspirantes a alumnos, al estudio de la Cúpula. El maestro de los cuatro elementos principales los observó uno por uno, diciendo.
- Agua\, Agua\, Fuego\, Hielo\, Fuego\, Tierra. El guardian supremo\, mirando a los ojos de los niños\, podía ver su alma y saber que elemento vivía dentro de él. Los niños seguían pasando y llegado el momento le tocó a un joven muy peculiar\, su enorme cabellera era de un color rojizo al igual que sus ojos\, parecía más joven que el resto. En algunos casos la presencia del elemento en el interior era muy intenso y afectaba las partes del cuerpo físico.
Cuando el gran maestre vio en su alma no lo entendía, encontraba presencia de varios elementos dentro de él, el Agua, la Tierra, el Aire. Estaba sorprendido mientras más lo analizaba encontraba elementos aún más peligrosos, Rayo, Escarcha y Comunicación con las Bestias.
- Es imposible\, exclamaban los profesores\, acaso el gran maestre estaba demasiado viejo para este trabajo.
- Siento la presencia de Fuego Etéreo dentro tuyo. ¿Cómo es tu nombre niño? Le dijo el gran maestre al joven.
- Mi nombre es Gabriel\, contestó el niño con determinación.
- Y dime Gabriel\, tus padres también son alumnos de la gran Cúpula.
- No\, ellos viven en el pueblo cerca de aquí\, en Lothernon de los pueblos libres.
- Así que la magia ya tiene poder en ti\, este es un caso interesante.
Durante años el niño creció aprendiendo de las artes mágicas, él era un caso especial ya que todos los elementos tenían presencia en él, algo realmente inusual pero lo más extraño era su cabellera y sus ojos rojizos como el fuego.
Los antiguos relataban una leyenda.
//Una deidad creada después del hombre, sería la guardiana de las artes mágicas y cuando los hombres jueguen a ser dioses, esta les arrebataría su poder//.
Pero como era tan solo un niño fue aceptado, cuidado y se le enseñó todo lo que debería saber para mantener bajo control su enorme poder.
Pasaban los años y el alumno mantenía los elementos bajo control, los maestres aprendían tanto de él, cómo él de ellos. Una tarde como cualquier otra saliendo de su aula, se enfureció con uno de sus compañeros que se burlaba, llamándolo fenómeno. Gabriel enloqueció tras horas de burlas y se abalanzó sobre el niño, sus ojos cambiaron de color poniéndose rojizos como la sangre. Al tomarlo del brazo al otro alumno dejó en él una marca que nunca olvidaría, una marca del Fuego Etéreo de color verde y con formas de garras.
Esto automáticamente fue llevado hasta los directores donde debatieron, que el joven Gabriel era inocente y que la provocación provenía del otro niño. Sus poderes eran una amenaza, era la primera vez en la historia de la Cúpula que había pasado algo así. Como ambos tenían algo de culpa, el problema quedaría disuelto y nunca más se hablaría del caso, cosa que pareció bien para ambos alumnos. El director junto al gran maestre prometieron tratar las heridas del niño hasta eliminar la última marca.
La quinta noche después del accidente, el niño con la marca en su brazo murió en su cama, los directivos estaban confundidos al verlo, la marca se había esparcido como raíces por todo su cuerpo, parecía haber sido una muerte realmente dolorosa.
Gabriel fue notificado esa misma mañana y puesto en aislamiento, las leyendas empezaban a cumplirse. La única magia capaz de controlar todos los elementos era el Éter, la magia de los dioses.
El niño era un peligro encerrado o suelto, el elemento Éter le permitía usar cualquier tipo de magia y mezclar los elementos a su antojo. Después de semanas de disputas sobre qué hacer con el niño, el Gran Consejo decidió que lo mejor sería deshacerse de él, un peligro como este no podría quedar suelto en este mundo. Las órdenes fueron ejecutarlo.
El día cuarenta y nueve de su aislamiento los altos guardianes entraron a la habitación donde Gabriel permanecía encerrado y para su sorpresa ya no estaba, o eso pensaban, hasta que decidieron mirar hacia arriba. El alumno estaba flotando encima de ellos y esperando que entraran para deshacerse de los guardianes de un solo golpe, desde la altura quitó el oxígeno de la parte inferior de la sala y asesinó así a todos los altos guardianes. Cuando entró la próxima oleada de guardias, del suelo comenzaron a salir burbujas de color verde, que se metían dentro de sus cascos envenenándolos. Cuando todos los que custodiaban la sala estaban muertos, Gabriel pudo escapar caminando por la puerta de su prisión, busco a todos los representantes de magia elemental y los asesinó uno por uno, hasta llegar al gran maestre. El pudo hacerle frente a Gabriel, el combate duró un tiempo pero Gabriel se llevó la victoria.
Con su último aliento el gran maestre dijo
- ¿Eres el antiguo dios de las leyendas que viene a reclamar sus elementos?
Gabriel contestó.
- ¿Aún crees que los dioses los observan?. Ellos los dejaron hace mucho tiempo\, cuando ustedes desearon ser como ellos.
- La magia que creamos nosotros ha salvado cientos de vidas. Dijo el guardian.
- Juegan a ser dioses y les enseñan el arte de la magia a niños\, creen que pueden crear magia a su antojo\, desafiando los límites.
- ¿Dime quien eres?\, dijo el maestro con su último aliento.
- Yo soy el fin de otra era\, yo soy la deidad de la magia. Contestó el niño.
La cúpula elemental y todas sus estructuras fueron destruidas ese mismo día, nadie salió con vida. Ese día fue el fin de la magia elemental como se conocía.
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