Érase una vez más allá del tiempo y el espacio, donde los ciclos eran infinitos y puros como el agua que nunca se detiene, los primeros hombres que caminaron por la enorme tierra de las deidades Azules, conocieron otra obra maestra de estas, Los dragones.
La unión de estos seres entre hombre y dragón llevo un corto periodo, ya que las deidades azules así lo permitieron. Estos valientes hombres elegidos cuidadosamente y emparejados con la bestia correcta, cumplían el rol más importante de la era, proteger a las especies de los Devoradores.
Los Devoradores eran seres oscuros, nacidos desde las entrañas de la misma noche, bestias terribles, consumidoras de almas y destructores de mundos, por donde ellos cruzaban la vida se extinguía y por cada planeta que era sumergido en la eterna oscuridad se volvían más fuertes, tarde o temprano su poder sería igual al de los cinco dioses.
Etermet, era el dios creador de las deidades. Ospotot, el dios de la energía que circula en el universo. Osmoton, dios de la fortuna y la buena suerte. Ematon, dios de la sabiduría. Eutwid, dios de las razas.
Estos poderosos dioses trabajaban en equipo para que la vida surja y recorra todo el universo sin peligro alguno, excepto el que produzcan ellos mismo. ¿Acaso alguna raza sería tan tonta de causar su propia destrucción?.
Los jinetes de dragón fueron creados como una gran muralla, capas de detener a los oscuros devoradores e imponer una fuerza sobre cualquier ser oscuro que amenace a las razas de ese planeta.
Frente a la gran torre que une la tierra con el gran cielo de las deidades azules, reposaban los jinetes de dragón, entrenando y preparándose para el gran día que tarde o temprano llegaría de una forma u otra. Los dragones al igual que los hombres no eran iguales, cada uno tenía un talento.
Los dragones se dividían por razas y se distinguían por su color, los de color rojos eran de elemento fuego, los de color azul eran feroces bestias con la capacidad de sumergirse en el agua durante años si era necesario, y en raras ocasiones podían congelar el agua dentro de sus estómagos para escupirla como una filosa escarcha y los de color verde eran enormes y feroces bestias, más grandes y fuertes que las otras dos razas de dragones.
La mañana del día once mil ciento catorce, después de la creación del hombre, los Devoradores llegaron. Los seres humanos habían pasado generaciones preparándose para este día.
Oración del gran día
// Eternos seres somos que reencarnamos para el gran día, donde la oscuridad vendrá con sus dientes afilados a reclamar la tierra de la reina de la luz, los jinetes preparados se alzarán para defender la tierra de los creadores,sin importar las consecuencias. Esperamos con nuestro corazón sobre la espada, el día en que el valor de nuestra creación sea puesto en juego y nuestro aliento llegue a los cielos, os juramos que después del gran día la oscuridad solo se alzara en el rincón más insólito del universo donde ni los ojos de las deidades azules, ni de los cinco grandes dioses lo puedan ver y solo será un mero recuerdo de una época que será superada, jom han jinet drakons.//
Tras la gran oración que cubrió cada rincón del planeta, la batalla llegó a los cielos que iluminan la tierra de los jinetes. Con hambre y repletos de odio los seres oscuros bajaron a la tierra, pero antes de consumir la vida del pino más pequeño, los jinetes surcaron los cielos y sin decir ni la más pequeña exclamación de combate aquellos valientes jinetes chocaron con sus armas sagradas a las bestias que traían la muerte. El impacto entre los jinetes y los devoradores fue lo que los hombres hoy llaman guerra, la primera guerra.
Mientras los feroces dragones rojos incineraban a las oscuras criaturas, los grandes azules escupían escarcha que atravesaba el cuerpo de los enemigos y los dragones verdes defendían a todo tipo de vida del planeta. Pero, la realidad es que por más esfuerzo que hicieran, la oscuridad era aún más grandes. Después de tres largos meses de guerra, la vida estaba siendo absorbida por completo por los oscuros, nuevamente el fin se acercaba. Fue en ese momento que las deidades azules, se reunieron con extrema rapidez con los dioses y expusieron a detalle todo lo que pasaba, pero la realidad era que los dioses estaban aún más preocupados que los azules, su mente se incendiaba de preocupaciones por el poder que tenían los oscuros y cegaban sus pensamientos. De repente, el dios de la sabiduría dijo tener la fórmula, para derrotar de una vez por todas a los oscuros, pero esto llevaría a un sacrificio, pues las deidades azules deberían renuncia a su inmortalidad y someterse a un ciclo de novecientas noventa y nueve vidas humanas antes de retomar su verdadera forma.
Si aceptaban y sacrificaban su inmortalidad, se unirían en un solo cuerpo de forma humana, pero con un poder absoluto que representaba a la luz en todas sus formas, todas las deidades azules sin dudarlo aceptaron el sacrificio, entonces los dioses iniciaron la transformación que daría un giro a la gran guerra.
Las deidades formaron un círculo y pronunciaron en vos alta ¨yo soy uno con mis hermanos¨, El poder de cada ser se unió formando un guerrero, un poder absoluto que representaba la luz. Vestido de una enorme armadura liguera cuál pluma y su lanza en forma de un enorme cono, imponía respeto. Antes de bajar a la tierra el dios de las razas le regalo un enorme dragón dorado de otra era aún más antigua y el valiente divino bajó a la tierra a devolver la oscuridad al rincón donde pertenecía, lejos de la mismísima creación de los dioses.
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