En los albores de la tierra se canta una canción, una memoria que habla del destino de la tierra. Al sur del mundo, más allá del paraíso congelado, existe un reino de humanos, no tan humanos. Se cree que de esta tierra nacerán los hombres que cambiarán el destino, que defenderán el mundo cuando los devoradores regresen.
Hace siglos la vida era acechada por un antiguo mal, que ahora amenazaba con volver, esperando silenciosamente en la oscuridad y haciéndose cada vez más fuerte. Cuando la oscuridad llegó, las deidades azules protectoras de las razas, entregaron su poder para crear una forma humana con la fuerza para luchar contra ese mal, los Devoradores de mundos.
Los seres azules formaron una forma perfecta, un ser que se lo conoció como el Divino, él con su dragón y su enorme lanza, que eran un regalo de los dioses, bajaron del cielo para defender a la humanidad.
Pero son solo leyendas, solo el antiguo dogma fortalecía la creencia de este hecho.
// Todo hombres y mujer que nazca en esta tierra bendita, se lo someterá a tres pruebas, para saber si existe divinidad en ellos//
Esto nos lleva a nuestra historia, poco después de la guerra de los imperios al Norte, donde el gran imperio de Send quedó en ruinas, nacería un hombre con una marca, la marca que según las antiguas leyendas, sería el símbolo de una nueva guerra entre el bien y el mal.
Su nombre era Tom, había nacido en el reino Drakons, que significa dragón en el idioma de las deidades, este reino se le conocía como una tierra bendecida, lejos de las guerras y con una próspera economía. Pero se la consideraba bendecida realmente por la gran biblioteca de las deidades que estaba en el centro del reino, llenándolos de gran conocimiento con eones de antigüedad.
Tom fue el primero en presentar la marca, el símbolo de las leyendas, pocos tenían la capacidad de entender que no significaba algo malo, si no esperanza.
El reino de Drakons era un paraíso en la tierra, sus grandes universidades formaban a los mejores eruditos y alquimistas de la tierra, el valor que los diferenciaba era los antiguos libros de las deidades.
Con el tiempo y como debe ser, Tom creció y aunque los ciudadanos lo despreciaban y lo evitaban a causa de su marca, él sabía muy dentro de él, que era alguien realmente especial. Cuando llegó a la edad adecuada se enfrentó a las tres pruebas, si en una de ellas fallaba o renunciaba, automáticamente sería considerado un hombre como todos los demás.
Después de completar su primera prueba, el de subir a la gran montaña congelada y arrebatar de las manos de un Troll una flor de Califto sin problema alguno, Tom decidió esperar la segunda prueba, sus padres y mentores estaban orgullosos de su valentía. La gran mayoría de los niños, cuando veían un Troll o lo alta que era la montaña, volvían renunciando a la prueba.
La segunda prueba fue cazar a una serpiente de Zomora, una gran y antigua bestia de más de siete metros de largo, oscura como la eternidad del universo y ojos rojos como la sangre, aún más difícil de encontrar que la flor de Califto, aquella bestia le llevó a Tom seis años poder encontrarla, la espera y la búsqueda fueron prueba peor que enfrentarse a ella.
Ya habiendo completado las dos pruebas, debería hacer la tercera y última, ningún hombre había llegado hasta aquí antes, aquellos que pudieron matar al trol de las montañas cuando se le encargaba la tarea de cazar la enorme serpiente, después de dos o tres largos años buscándola siempre renunciaban. Su tercera y última prueba era cruzar una enorme cueva en lo alto de una montaña y cazar un dragón.
Cuando Tom escuchó esto, pensó que era una broma, después una locura y luego se llenó de emociones, pues jamás se había visto un dragón en miles de años.
Sin preguntar demasiado, Tom decidió empezar su viaje y averiguar su destino. Armado con su armadura plateada de hierro ligero, que había utilizado en sus dos pruebas anteriores y su gran espada con una joya azul en el centro, emprendió su viaje. Tras tres largos meses llenos de aventuras. Tom se situó al pie de la montaña mirando hacia arriba, sus ojos no le alcanzaba para ver la cima, pues subir esa enorme montaña será aún más difícil que matar a un dragón de seis cabezas.
Tras otros seis días subiendo la montaña, Tom entró a la enorme cueva y paso tras paso entró a la profunda oscuridad, iluminando con su antorcha.
El camino era largo y la cueva profunda, cada tanto se golpeaba la cabeza contra enormes piedras, pero su casco lo protegía, la temperatura subió y alcanzaba a ver un color rojo sobre las paredes, era la sombra de un enorme fuego, sin detenerse y con el corazón en la boca Tom desenfundo su arma y saltó hacia el lugar de donde venía el fuego, su cuerpo se paralizó cuando por fin lo vio, un enorme dragón rojo que escupía fuego por su boca. Tom y el dragón se miraron frente a frente durante un rato, entonces se acercaron mutuamente, con una mirada decidida y preparada para lo que fuera, justo a no más de tres pasos de distancia Tom soltó su arma dejándola caer al piso, sonrió al dragón y dijo.
- No creía volver a verte.
La mente de Tom se llenó de una conciencia totalmente nueva y de recuerdos que no eran de él o por lo menos no de esa vida, y mientras más sé acerba a la enorme bestia roja, sus recuerdos se hacía aún más fuerte, cuando apoyó su mano sobre el enorme cuerpo del dragón, la bestia se reposó en el piso como una pequeña mascota.
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