Frente al mar más grande del mundo yacía una torre que reposaba en la costa más alta. La torre era inmensa como un gigante. Tenía tres colores, primero cercano a la tierra estaba el color marrón, en el medio entre la tierra y el cielo, el color azul y justo arriba acariciando las nubes, el color blanco.
La torre no tenía ni entradas ni salidas, tampoco ventanas u orificios, nadie sabía por qué estaba ahí, ni que abría dentro.
Mucho tiempo después de la torre empezaron a llegar los hombres, los cuales con el tiempo construyeron grandes estructuras, ciudades y reinos. Algunos frente al mar, otros a los pies de las montañas también los había dentro de enormes bosques o yermos y algunos frente a la torre.
Con el tiempo también nacieron las preguntas, ¿quiénes somos?. ¿Por qué estamos aquí?. ¿Existen los dioses? A todas estas preguntas parecían tener relación con un tiempo anterior al de la humanidad, así que buscaron respuestas y esa torre parecía tenerlas.
Nadie sabía cuantos años, siglos o eones había estado ahí, soportando tormentas, enormes temperaturas, crueles inviernos o quien sabe que, pero por más tiempo que estuviera ahí, no tenía ni una sola marca del paso del tiempo.
Los más sabios de la región se acercaron a ver. Para muchos era la primera vez que conocían semejante monumento, su material no se asemejaba en nada a lo conocido. Con las primeras pruebas se dieron cuenta de que su estructura era lisa, a excepción de un sector que daba de cara frente al mar, un símbolo que señalaba al cielo y la tierra con una flecha.
Esto les emociono porque creían que dentro de esa torre podría estar el conocimiento de los dioses o aún mejor una escalera a su reino, para ir y venir a su antojo.
A pesar de muchos meses de investigación jamás encontraron la forma de entrar y empezaron las dudas. ¿Acaso no somos dignos?.
Los más sabios pedían tiempo, el necesario para descubrir sus secretos, pero el tiempo no es un lujo que los seres mortales se puedan dar. Decidieron ser más drásticos, e intentar hacer una brecha en la torre para poder entrar, probaron con herramientas, luego con fuerza bruta y finalizaron probando con los primeros intentos de la pólvora, nada, absolutamente nada daba efecto, la torre ni siquiera tenía un rasguño.
Entonces y como última opción, nació la idea de construir una enorme torre de madera hecha por el hombre que se sujetaría a la otra torre frente al mar e iría hasta el cielo, todos parecían estar de acuerdo y se empezó la construcción. Pasaron los días y la emoción más el trabajo duro, lograron hacer una torre casi tan alta como la que estaba a su lado, pero al mirar hacia arriba desde la torre de madera no veían nada, había algo que estaba mal y se preguntaban a sí mismos.
// ¿Quizás ni los dioses pudieron hacer una torre tan alta hasta su hogar?//
En este momento empezaron a tomar conclusiones de que el hombre iba a hacer lo que los dioses no pudieron, tocar el cielo. Hicieron la torre más y más alta, tan, pero tan alta que pasaba las nubes y justo ahí en ese momento, los que estaban más arriba lo vieron. Los ríos eran casi transparentes, tanto que se podían ver los peces nadar, los árboles eran tan altos, que si hubiera otro cielo tocarían sus nubes. De las montañas caían piedras preciosas, que hacía agua la boca de los hombres que por fin habían llegado, era un mundo perfecto, pero algo llamaba la atención de los valientes, este mundo era muy similar al de ellos, o por lo menos lo era antes. Los codiciosos humanos corrieron hacia los pies de las montañas y tomaron tantas joyas como pudieron cargar, solo los detuvo un ruido proveniente desde detrás de los árboles. Algo los asechaba y el miedo fue quien los hizo bajar por la misma torre que habían subido, pero llevándose una gran cantidad de riquezas de este reino.
- LO HEMOS VISTO, LO HEMOS VISTO. Gritaron al bajar
- ¿Y qué vieron?. Le contestaron los ingenieros que estaban al pie de la torre.
- Un mundo igual a este, pero antes que empezáramos a construir esta maldita torre.
Si miras hacia alrededor, los árboles talados para la estructura de la torre, los diques creados para reabastecernos, los animales muertos porque hemos exterminado sus hogares, las montañas de tierra secas, la extracción de minerales para crear los sujetadores de la torre. Nuestro mundo ya no es igual.
Pero no todos compartían este sentimiento de compasión, pues al ver a los otros hombres cargados de joyas enormes como el puño de su mano, muchos enloquecieron, tal era la desesperación y la codicia, que poco pareció importarles las amenazas que había allí arriba.
- No podemos seguir con esta locura. Dijo uno de los primeros en ver el cielo
Quizás ese fue el momento más importante y por primera vez dividió a los hombres, entre aquellos que quería preservar su mundo y otros que solo querían más.
Cuando el segundo grupo de hombres empezó a subir con enormes bolsos para llenarlos de piedras preciosas y armas para defenderse, la torre empezaba a tambalear, los ingenieros decían que no era seguro que tantos hombres suban al mismo tiempo, pero no parecía importarles mucho, todo quería un trozo de cielo. La torre se tambaleaba más y más, mientras corrían por llegar primero. Pero justo ahí a centímetros de tocar el cielo, un ser azul sentado cómodamente en el piso de su reino tocaba uno de los pilares de la torre y por cada vez que apoyaba su dedo sobre la ella, un terrible temblor la sacudía. Al ver a todos esos hombres intentando subir, el ser azul solo empujo la torre y cayó al piso derrumbándose por completo, los miles de hombres que estaban subiendo golpearon su cabeza contra el suelo. Por sorpresa nadie había muerto, pero habían perdido la memoria y comenzaron a hablar en idiomas desconocidos, ni ellos mismo se podían entender. Cualquier método de comunicación era inútil y aunque había intenciones de volver a construir la torre, jamás pudo volver a hacerse, por qué aquellos que sabían cómo hacerlo lo habían olvidado y ni siquiera podían contar lo poco que recordaban, entonces el hombre quiso olvidar, por lo menos durante un tiempo aquella torre.
Solo unos pocos pueden ver la verdad y saben cuál es su lugar en este mundo, mientras que muchos otros piensan sobrepasar límites que están custodiados por seres que no comprendemos y en ese camino tan largo creamos destrucción.
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