Los oscuros eran abominaciones provenientes de la noche, seres que parecían pulpos enormes, que apenas se les podía ver sus pequeños ojos rojos, su piel era lisa con unas pequeñas marcas, su boca cuando la abrían era enorme al igual que sus dientes, había muchos tipos de oscuros, pero sin dudas el más habitual era este.
Nadie sabe cómo se crearon, algunos culpan al mismo odio de las razas, que su energía fue tan fuerte que se materializó en un oscuro, otros creen que es una de las primeras razas creada por los dioses, que contenía tato odio que tomó esa forma, no importa de donde hayan venido, eran un peligro para cualquier tipo de vida.
El corazón de los seres de la tierra volvía a latir con pasión y determinación, cada parte del enorme mundo que compartía la vida empezó a entregar sus energías a los jinetes, el mundo estaba vivo y no tenía intenciones de morir. Los dragones destrozaban a las bestias oscuras devolviendo la luz a la tierra.
La tierra se detuvo en el momento exacto y lugar exacto, el divino bajó de los cielos con su dragón dorado y justo sobre la bestia más cruel se lanzó de su dragón con su lanza apuntado hacia abajo. Aquel caballero era sinónimo de luz, era la esperanza de la humanidad, un ser sin emociones que no sentía dolor, que su único deber era defender la vida en la tierra. La oscuridad por primera vez empezó a retroceder, motivando a los jinetes restantes de tomar su lugar en la batalla.
// Y los conejos salieron de sus madrigueras y los árboles volvían a tender sus hojas, la vida lenta pero continuamente y sin detenerse luchaba por no volver a perder su luz//.
El Jinete divino encabezaba la batalla y su poder era incomparable, se notaba que mientras más oscuros destruía no solo devolvía la luz a la tierra, sino también se hacía más fuerte, lo cual esto llamaba plenamente la atención de los cinco dioses, su poder podría llegar a superar al de ellos.
Sin detenerse, la batalla continuó las razas retomaron sus territorios expulsando a los seres oscuros.
Un grito fulminante y aterrador partió el cielo, haciendo que la batalla se detuviese. Desde arriba bajaba un ser tan oscuro como el infierno de Califto, una enorme bestia con apariencia de un pulpo la cual los otros oscuros llamaban reina madre.
Inmediatamente antes que esa cosa tocara la tierra con uno de sus tentáculos, el divino subió a su enorme dragón dorado y acelero a toda velocidad hacia la abominación, con su lanza hacia arriba y con una determinación inhumana decidió atravesar a esa criatura desde dentro. Cuando su lanza se acercaba a los feroces dientes aceleró aún más a su dragón, entrando por completo en la boca de la bestia. El divino estaba dentro de la criatura, pero esa cosa seguía su camino hacia la tierra a toda velocidad. De pronto ciertos lugares de la enorme bestia se ponían color rojo y parecía causarle dolor, la bestia poco antes de tocar el suelo se paralizó en el aire emitiendo ruidos de desesperación. Nuevamente la batalla se había detenido mirando hacia la gran bestia, cuado de repente el divino con su dragón hicieron un enorme agujero en la cabeza de la criatura para salir de dentro de ella.
Era el fin de la guerra, la madre de la oscuridad de la cual jamás se había escuchado hablar, había sido derrotada en su primera aparición, el mal se había acabado y aquellas abominaciones que estaban en la tierra huyeron hacia el cielo, dejando en su retirada la vida que habían consumido del planeta.
Una vez restaurado el orden en la tierra, los dioses bajaron de su reino a felicitar a los hombres, dragones y al divino por su valentía. A cada raza se le entregó un don diferente, los humanos serian abundantes, sabios, creadores de vida y de energía por naturaleza, a los poderosos dragones se le otorgaría el don de no envejecer jamás y al divino, el poder para perseguir a esas bestias hasta los confines del universo.
Los dioses tenían algo más en mente, producto del gran poder del jinete divino él no podía permanecer en el planeta, pues si no tenía distracciones, podía algún día darse cuenta de que su poder era aún más fuerte que el de los dioses. Por eso se le otorgó al divino la tarea de recuperar los mundos perdidos en la guerra que azotó el universo a causa de los oscuros. El divino sin pensarlo aceptó y él junto a ciento veintiún jinetes de dragones surcaron los cielos en dirección a otros mundos.
Existe la leyenda de una gran serpiente del tamaño de cien mundos, que navega por todo el universo pero su corazón no es oscuro, solo viaja por el infinito universo para encontrar a su alma gemela. Una cosa que revelaron los dioses a los hombres allí presentes es que cada estrella cuenta una historia y está escrita en todos los idiomas que existen, solo que estamos demasiados lejos para leerlas y que en una de esas estrellas se encuentra la historia de los dioses, o del mismo navegante del espacio, o del peligroso pirata Oklan y no olvidemos al valiente e inmortal Ghum, cazador del dragón oscuro. Las leyendas que existen en cada estrella, jamás serán olvidadas.
Los dioses antes de marchar, además de permitir que dos deidades azules se quedaran en el mundo, también crearon un rey dragón y una nueva deidad con la capacidad de manejar las magias elementales a través de la magia divina. La tarea de esta deidad era enseñar la magia elemental a los hombres para que nunca más una fuerza exterior atente contra su existencia. Sin más que contar, esta es la historia de la primera guerra del mundo, una en la cual la luz fue amenazada por la oscuridad, pero a pesar de las adversidades la luz ganó.
- ¿Abuelo, es verdad que esto sucedió?
- Solo existe una forma de saberlo, debemos ir a las estrellas.
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