Felipe besaba a Isabel mientras ella se metía cada vez más en sus brazos, los dos podían sentir como sus corazones saltaban en sus pechos y como si fueran dos cadenas se entrelazaban en una sola.
A como pudo Isabel tomo aliento y dijo: Debe volver a sus habitaciones su Alteza -- ¡Felipe! ¡Por favor dime Felipe! -- Le pedía el príncipe cerca de su boca.
-- ¡No puedo! y debo irme -- Isabel volvía en sí y recordaba las palabras de Elizabeth -- Yo seré la esposa del príncipe y seré la reina -- Debía irse antes de que los vieran y antes de que eso trajera problemas. Soltándose de los brazos del muchacho salió corriendo dejando su libro en el piso.
Felipe se apoyo en la pared al sentír que sus piernas le temblaban y deslizándose hasta caer sentado en el piso cerca del libro que traía Isabel. Lo tomó en sus manos y lo puso cerca de su boca y exclamó: ¡Isabel! ¡Mi Isabel! -- Felipe estaba seguro de haberse enamorado de ella y de que ella era todo lo opuesto a Elizabeth.
Ella era dulce y tierna, tranquila como un arroyo y tan bella como el exquisito sabor de sus labios. Su corazón no paraba de latir acelerando su ritmo cardíaco, en su vida había pensado lo maravillosamente fuerte que podía sentirse el amor. Ella le había gustado muchísimo cuando la vio, pero besarla había sido algo que había impregnado su alma y su corazón de un sentimiento que arrebataba su mente y ponía su corazón a latir descontrolado en su pecho.
Pensó guardar el secreto, pero no renunciar a lo que había vivido y pactando consigo mismo decidió esperarla en el campo por la mañana para poder hablar de lo que había pasado entre los dos.
Tal como esperó Isabel salió en su caballo y cabalgaba por el campo esa mañana, él la siguió hasta alcanzarla.
-- ¡Isabel espera! -- Le pedía Felipe sin lograr que ella se detuviera. Al comprender que no se detendría, Felipe la alcanzó y tomando las riendas del caballo lo detuvo.
-- ¡Isabel tenemos que hablar! -- Le pidió Felipe -- ¡No! Su Alteza no hay nada de que hablar entre usted y yo y creo que lo -- Un beso plasmado en los labios de Isabel ahogaron sus palabras -- ¿Te das cuenta? -- Si tenemos mucho de que hablar -- Le decía Felipe, su mano estaba en las riendas del caballo de Isabel y no iba a soltarlo hasta que ella aceptara hablar con él -- Esta bien, ¡hablemos! -- Le respondió
Felipe bajo de su caballo y después tomando a Isabel de la cintura la bajo de su caballo tan cerca de él que no podía escapar de sus brazos -- Brazos que la rodearon y la apretaron con suave fuerza contra su cuerpo, Felipe moría por besarla otra vez y no pudiendo aguantar sus deseos puso su mano en el rostro de Isabel y sacio sus ganas en la boca de Isabel -- ¡Adoro tus labios! siento que muero cuando los tengo cerca y no los beso, esto es algo que no creí que se pudiera sentir, por eso Isabel tenía que verte, necesitaba decirte que me enamoré ¡Estoy enamorado de ti!
-- ¡No digas eso Felipe! -- ¡Por favor déjame ir! -- Le pedía Isabel tratando de soltarse de los brazos de Felipe para que no la viera llorar -- ¡No! No voy a dejarte ir porque sé que sientes lo mismo que yo -- ¡Este sentimiento se metió en nuestros corazones! -- En el tuyo y en el mío -- Isabel, ni tú ni yo provocamos sentir esto, ¡está dentro de nosotros! Pide salir cuando estamos cerca y no podemos impedir que se desborde cuando nos besamos. Isabel, no podemos luchar contra algo tan grande -- ¡Por favor callate Felipe! -- ¡Por favor no sigas! -- Le pedía entre lágrimas Isabel.
-- ¡No puedo! -- ¡No quiero Isabel! -- Lo que me haces sentir es enorme y mi corazón se vuelve loco y me suplica que te abrace, que te bese que me funda en tus brazos, ¿Que puedo hacer? -- Te tengo grabada en mi alma y no quiero Isabel renunciar a esto -- ¡No quiero! -- Felipe la abrazó con todas sus fuerzas para que ella no pudiera escapar de él mientras Isabel lloraba en sus brazos.
-- ¡Quiero estar contigo! -- Y te prometo Isabel que cuando tenga la edad suficiente voy a venir por ti y le pediré tu mano a tu padre el Marqués -- Al oírlo Isabel levantó su rostro sorprendida y Felipe aprovecho para decirle: No sé claramente que sucede, pero se que tú eres hermana de August y de Elizabeth y de un chico igual a August llamado Arthur y que tu madre es una mujer muy hermosa a la que besaba tu padre cerca de una de las puertas del jardín.
-- Isabel, a mi no me importa que secretos se esconden entre las paredes del castillo, lo unico que me importa ¡eres tú! -- Y lo que estoy sintiendo por ti -- Yo me casare contigo ¡lo prometo!
Isabel iba a cumplir los catorce años y era más alta, esbelta y hermosa que su hermana Elizabeth, sus cabellos brillaban como rayos de sol y sus ojos cautivaban a Felipe de una manera que lo invitaban a perderse en los suaves labios de Isabel.
Pasaron varios horas juntos y para conveniencia de ambos el príncipe Felipe volvió primero y para tranquilidad de Elizabeth y de Amelia en dirección opuesta por dónde solía pasear Isabel, ella le había indicado que camino tomar para que nadie sospechara.
La partida de Felipe estaba cerca y durante los siguientes días desde aquel encuentro en el campo Isabel y Felipe se solían ver cada mañana en el campo y por las noches en un rincón en el jardín, se besaban tantas veces como le fueran posibles y las promesas de amor de Felipe se hacían más firmes con el paso de los días.
El día de partir llegó y Felipe se había despedido de Isabel la noche anterior y le había regalado un anillo que perteneció a su abuelo como pacto entre los dos. Le prometió escribirle y ambos se entregaron esa noche siete cartas que leerían en secreto cada día hasta que llegará su primera carta.
Antes de marcharse el príncipe le pidió al Marqués unos minutos para hablarle de algo importante. Amelia y Elizabeth se sonrieron satisfechas, creyendo que el príncipe le pediría que anulara el compromiso de Elizabeth con el hijo del Marqués para tomarla por esposa. Pero el joven príncipe tenía otra cosa que decirle al Marqués.
-- Su excelencia tengo algo que confesarle: ¡Estoy enamorado de su hija! -- Y no me refiero a Elizabeth, sino a Isabel y espero que usted y su madre Diana me permitan tomarla por esposa al cumplir sus dieciséis años -- ¡La amo y ella a mí! Y quiero pedirle que cuando vaya al Palacio y le lleve a su hijo August cartas de su madre Diana y de sus hermanos -- Le traiga a Isabel las que yo le escribiré y me lleve las que ella me enviará con usted.
Las palabras del príncipe Felipe conmocionaron a Francis, el muchacho sabía todo y estaba enamorado de su hija Isabel y ella de él. Pensó en los problemas que eso causaría y temió.
-- No se preocupe Marqués, ¡Yo nunca diré nada! -- Quién me importa es Isabel y para mi padre el Rey su hija Isabel será su protegida como lo es Lizza para él. Su hija se casará con William y yo dos años después con la mujer que se robó mi corazón por completo -- Isabel es igual a su madre y puedo entender perfectamente porque perdió la cabeza por ella -- Le pido oficialmente la mano de Isabel y le ruego que me ayude a mantener contacto con ella.
Francis ya no tenía porque ocultarle nada al príncipe, el muchacho había sido muy inteligente y lo había comprendido todo y aun así se quería casar con su bella y dulce Isabel.
Pactaron el secreto y Francis le prometió llevar a Isabel al Palacio en su compañía para que pudieran verse y más que agradecido Felipe se marchó en compañía de August del castillo.
-- ¿Que te pido el príncipe Francis? ¿Te pidió la mano de Elizabeth? -- Le preguntaba ansiosa Amelia.
-- ¡No! De hecho está muy complacido con la boda de William y de Elizabeth, solo me agradeció los días que pasó aquí y me pidió un caballo, el que él usó para cabalgar y le dije que se lo llevaría en un par de semanas cuando fuera a visitar a August.
Las palabras de Francis decepcionaron a Amelia que estaba segura de haber alcanzado que se fijara en Elizabeth. Decepcionada se fue a sus habitaciones mientras Elizabeth miraba triste el camino por dónde se había ido el príncipe.
-- ¡Cada vez te pones más hermosa Lizza! -- Le dijo su padre -- Y William lo nota cada vez que te ve, ¿porque perseguir a alguien que no lo ve y al que no le importa para complacer a Amelia? -- Le preguntó Francis
-- Papá, me gustaba mucho, pero -- Yo quiero lo que tú tienes con mamá -- Prefiero un amor oculto que uno al que no le importe -- Le decía triste su hija -- ¡Ven acá Lizza! -- Tu madre decidió amarme así y sufre mucho, porque las sombras Lizza siempre duelen y en esta familia nos separan, pero su decisión cariño es para que tú seas feliz y para cuidar de todos nosotros.
-- Aprovecha Lizza tu oportunidad con William y conocelo, ese muchacho ¡te quiere! -- ¿Que te parece si te arreglas y lo vamos a visitar? -- Amelia está frustrada en su intento por emparejarte con el príncipe, así que dormirá por horas. Tú y yo podriamos visitar a tu prometido aprovechando la excusa de los nuevos caballos que le llegaron al Marqués.
-- ¡Esta bien papá! -- Iré a arreglarme -- Con un beso en la frente la sonrisa de Lizza volvió a su rostro, mientras Francis aprovechó para ir a ver a su amada Diana -- La abrazó y le dijo: ¡Fue una gran idea no ocultarle a nuestros hijos la verdad! -- Sólo Amelia cree que ellos no lo saben, pero la sangre es innegable y su parecido imposible de ocultar -- De hecho mi amor, el príncipe Felipe me pidió la mano de Isabel -- ¿¡La de Isabel!? ¿Cómo? -- Preguntó Diana
-- Te lo explicaré cuando vuelva mi amor, llevaré a Lizza a ver a su prometido y propiciare un encuentro romántico entre William y nuestra hija -- ¡Es hora de que se unan! El alma y el corazón no pueden estar separados de un futuro matrimonio -- Besandola le prometió contarle todo en cuanto volviera sobre Isabel y el príncipe y sobre William y Lizza.
Lizza se veía muy bonita y del brazo de su padre llegó a visitar a William quien al verla sonrió.
-- ¡Bienvenidos no los esperaba! -- Dijo William mirando a Lizza.
-- Vinimos para conocer los nuevos caballos que les llegaron -- Dijo Elizabeth con una tímida sonrisa. William nunca la había visto tan dispuesta y eso lo sorprendió en buena manera. Francis le sugirió a William que llevará a su hija a conocerlos mientras él saludaba a su padre y éste gustoso se llevó a su prometida hasta las caballerizas. Al llegar Elizabeth tocó al más pequeño y se rió al oírlo estornudar tan fuerte.
-- ¡Nunca te había visto así Elizabeth! -- Le dijo William -- Llámame Lizza como me llama mi padre y -- William, ¿Porque nunca me has besado? -- ¿Quieres que lo haga? -- Le preguntó emocionado el muchacho -- ¡Yo quiero! ¿y tú? -- La pregunta de Elizabeth la respondió William con hechos.
Sus manos la atrajeron hacía él y su boca se adueñó de la de ella -- ¡No sabes cuanto lo he deseado! --¡Lizza! -- Me encanta llamarte así, ¡te siento tan mía cuando lo hago! -- Entonces William, ¿Que esperas para besarme otra vez?
Al llegar el padre de William con Francis hallaron a sus hijos abrazados y besándose al lado de un árbol florido.
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 27 Episodes
Comments
Lorena Larios
me gusta
2023-06-27
1
Adriana Trejo
que bien que son buenos hijos los 4 👍💕
2023-05-05
0
Liliana Guzman Bonilla
Ay que gusto que Lizza haya comprendido y se de la oportunidad con William, ya me estaba imaginando que harían sufrir a Isabel 😉
2023-04-26
1