Cada mes su hijo August le enviaba a Diana cartas y le contaba en ellas todo lo que a su mamá Amelia sentía no poder contarle y Diana le respondía con otra carta en la que iban también las cartas que le escribían Arthur e Isabel sus hermanos.
Era un correo secreto. Algo que nadie debía saber ni Felipe que era su amigo, solo su padre y él. Asi pasaron los meses y los años, entre pequeñas visitas al castillo donde compartían los cuatro niños y sus largas temporadas en el Palacio. Francis no permitía que su hijo olvidara a su madre. Secretamente mantenía un vínculo entre Diana y August.
Con Lizza las cosas eran diferentes, en su cabeza entraba cada vez más la imagen de mamá Amelia. Su forma de actuar refinada y altiva, nada parecido a Isabel que era dulce y suave como un pétalo de rosa. Su belleza le hacía honor a su carácter.
Sin embargo Francis trataba que su hija Lizza estuviera cerca de Diana quién le ayudaba en sus estudios a escondidas de Amelia. Elizabeth odiaba leer y hacer largos resúmenes. Y ya que Diana amaba la lectura ella la ayudaba y la chica que ya tenía más de catorce años, después de estudiar podía se iba a cabalgar el mayor tiempo posible.
Elizabeth se aprovechaba de la fascinación del Rey por ella para pasar con su madre todo el tiempo posible en el Palacio ya que le gustaba mucho el principe Felipe y no así su futuro esposo William, con quien casi no compartía.
Cada año Elizabeth se hacía más bonita y su belleza y porte real agradaban más al Rey.
Cuando se celebraban sus quince primaveras el Rey empezó a notar que el carácter de princesa de Elizabeth le gustaba más para su hijo Felipe que para el hijo del Marqués, algo que Amelia hacía notar al Rey.
Por sugerencia de Amelia August invito a su amigo Felipe a pasar unas semanas en el castillo y a éste le pareció una buena idea. Unas semanas fuera del Palacio serían un respiro para él.
Al llegar fue recibido por un séquito de bienvenida, algo que a Felipe le molestaba y después de que August le dijera a su madre Amelia que él quería ser tratado como uno más en la familia y en el castillo, Amelia relajó el ambiente y pidió espacio para su majestad el príncipe Felipe.
Dos días habían pasado y ya Felipe se sentía asfixiado de las atenciones de Elizabeth. A escondidas esa mañana se levantó muy temprano y fue a cabalgar sólo por las tierras del Marqués -- ¡Que alivio! -- Creí que iba a ahogarme allá adentro. ¡Por fin puedo respirar tranquilo! -- Extendió sus brazos y cerró los ojos, al abrirlos el sol le dio de frente y volviendo su rostro apartó sus ojos del sol y al abrirlos de nuevo vio a lo lejos un caballo blanco con tres grandes manchas negras que llevaba sobre él a una muchacha, se le quedó mirando hasta que la vio desaparecer entre unos arbustos.
Siguió con su caballo a aquella muchacha hasta donde la vio desaparecer, bajando de él y amarrando el caballo en una rama caminó hasta donde pudiera ver que hacía tan temprano esa chica en el campo.
-- ¡Ven conmigo Tormenta! le llevaremos a papá las más dulces manzanas que haya probado -- Rió y le dijo luego a su caballo -- Puedes comerte las que quieras, ¡hay suficientes! -- Luego lo beso y recogió suficientes manzanas como para hacer un enorme pastel. El príncipe Felipe no perdió un segundo contemplando a la hermosa jovencita de cabello lacio y color miel -- ¡Bella! -- Fue la palabra que saltó de la boca de Felipe al ver a la muchacha, sin que ella lo escuchara o supiera que era observada.
-- Vamos Tormenta, papá nos espera -- Subiendo a su caballo como toda una amazonas se marchó sin percatarse que dejaba a un chico de diecisiete años suspirando por su belleza y ternura. Al volver al castillo le rondaba la pregunta en su cabeza ¿Quién sería el padre de la muchacha? -- Porque lucía delicada y fina, una chica educada, ¿quién sería? -- No quiso preguntarle a August para que no supiera que se había escapado del castillo sin compañía ni escolta.
Todo el día estuvo con la imagen de aquella bella jovencita grabada en su memoria y al día siguiente aún más temprano se levantó para ir por un caballo, iría al campo de nuevo, pensaba que tal vez podría encontrarla de nuevo allí. Pero para su suerte la vio entrar a las caballerizas.
-- ¡Buenos días señorita Isabel! -- Le saludó el mozo -- ¡Buenos días! -- Respondió amable -- Su caballo está listo y deseoso de su paseo matutino -- Le dijo el mozo trayendo al caballo -- Ha de ser una pena para el Marqués no poderla acompañar en sus paseos, ¡Disfruta tanto pasear con usted señorita! -- Dijo el mozo acomodando la silla del caballo asegurándose de que estaba bien puesta.
-- Papá está muy ocupado con el príncipe Felipe, pero cuando se vaya vendrá conmigo ¿Verdad Tormenta? -- Dijo acariciando a su caballo.
Al oírlos Felipe se quedó asombrado, ¡Ella era hija del Marqués! Ilegítima, pero su hija al fín. Lo que no comprendía era que hacía bajo el mismo techo la hija del Marqués y en especial con un trato igual al de Elizabeth su hija legítima. Al ver que salía se escondió entre el heno para no ser visto cuando otra sorpresa lo alcanzó.
-- ¡Espera Isabel! -- Yo voy contigo -- Dijo un muchacho, al verlo Felipe casi se va de espaldas, era semejante a August, ¡casi idénticos! -- Las dudas empezaron a correr por su cabeza a tal velocidad que mareado se sentó en el suelo sin dejar de observar por un hoyo entre las pacas de heno a la bella señorita y al joven muchacho.
-- ¡Apurate Arthur! Quiero ver el sol despuntar en el horizonte y si tardas no podré verlo -- Le dijo Isabel-- ¡Tranquila hermanita! ¡Estoy listo! ¿Nos vamos ya? -- Los dos muchachos se marcharon en sus caballos y un confundido Felipe los miro hasta que se perdieron de su vista.
Pensó seguirlos, pero estaba seguro que no le dirían nada. Pensó en preguntarle a August, pero recordó que cada vez que escribía cartas las escondía en su cajón para que él no pudiera verlas. Pensó que se las escribía a una chica, pero ahora no estaba seguro. Caminaba de regreso al castillo muy pensativo cuando vio a una hermosa mujer recoger flores en el jardín -- ¡Es su madre! -- ¡Es igual a Isabel! -- Dijo y se oculto para no ser visto. Cuando de pronto vio salir por una puerta al Marqués y la mujer al verlo camino hasta él, se quitó los guantes y dejó el ramo de flores junto a las tijeras en una mesa.
-- ¡Por fin te tengo en mis brazos! ¡Te he extrañado tanto! -- Le dijo el Marqués y ante los ojos del príncipe y sin darse cuenta de su presencia el Marqués y la hermosa mujer se besaban. Felipe no sabía que pensar, lo único que sonaba en su cabeza era el nombre de la bella señorita: ¡Isabel!
Al llegar la noche Felipe se mantenía cortes y amable con Elizabeth, pero entre sus deseos de llamar su atención y los de Amelia para que notara las grandes cualidades de su hija, el príncipe estaba cansado y August y su padre hablaban con algunos visitantes que habían venido a saludar al príncipe al castillo.
-- Disculpenme todos, ¡Estoy algo cansado! Si me disculpan me iré a descansar -- Dijo Felipe, todos se inclinaron para despedir al príncipe mientras Amelia codeo discreta a Elizabeth para que acompañara al príncipe hasta sus habitaciones.
-- Te lo agradezco Elizabeth, pero no soy buena compañía en este momento ¡realmente estoy muy cansado! -- Besando su mano dio las buenas noches a todos. Felipe estaba sinceramente cansado durante dos días se había levantado muy temprano y el sueño ya lo vencía, caminaba a sus habitaciones en el castillo cuando vio a Isabel pasar con un libro en la mano a lo lejos -- ¡Si corro la alcanzare! -- Diciéndose eso corrió tratando de hacer el menor ruido posible, estando a pocos metros de ella escuchó ruido y volteando a mirar atrás no se percató que Isabel se había vuelto hacía él al verlo correr, cuando Felipe volvió a mirar al frente tuvo que tomarse de los brazos de Isabel para no caer poniéndola contra la pared.
Isabel y Felipe se miraron a los ojos, algo que a Felipe le fascinó y sin pensar en lo que hacía beso los labios vírgenes de Isabel que por primera vez sentían el sabor de un beso.
Los labios de Felipe disfrutaban tanto de la suavidad de la boca de Isabel y quedó prendado de ella. Acaricio los cabellos de Isabel mientras la tomaba de su cintura acercándose más a ella. La sensación de sentirse en los brazos del muchacho hizo temblar a Isabel haciendo que el corazón de Felipe enloqueciera en su pecho.
Recordó como besaba el Marqués a la madre de Isabel y queriendo copiar aquel profundo beso tomó a Isabel tal cual le vio hacer al Marqués y la besó como le vio besar a la madre de Isabel.
Un suspiro ahogado salió de la garganta de la muchacha mientras Felipe sentía que su corazón se salía del pecho y caía enamorado en las manos de Isabel.
-- Isabel, ¡eres lo más bello que yo haya visto! y lo más dulce que haya probado -- Acaricio el rostro de Isabel que apoyándose en la pared luchaba para no caer -- Abrazate a mí y déjame sentir como tus brazos rodean mi espalda --¡Por favor abrazame Isabel! -- Felipe abrazaba a Isabel y le pedía muy cerca de su boca que lo abrazara, el muchacho estaba fascinado con lo que vivía y deseaba sentirse en los brazos de la bella muchacha.
Isabel se sentía emocionada y asustada a la vez de lo que sentía, pero al igual que Felipe deseaba abrazarlo y lo hizo tan suave y tímidamente que al sentir los brazos de Isabel rodear su espalda Felipe exclamó: Isabel, ¡Creo que me estoy enamorando de ti!
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Updated 27 Episodes
Comments
Albalu HS
amor a primera vista, no quiero ni pensar en la bruja de Amelia cuando se entere que ya le robaron el corazón a Felipe,el cuál quiere para Lizza
2024-04-22
2
Lorena Larios
interesante
2023-06-27
0
Lesly Argumelo
buena historia
2023-03-02
0