Capítulo 16.

...Thomas Jefferson....

—Thomas, no puedes estar todo el día encerrado.

—Lárgate.

No he salido de mí habitación desde hace un mes, desde que le envié el mensaje a mí gatita. No me contestó, pero por lo menos lo vio.

La extraño.

No he podido dormir, cada vez que cierro los ojos solo puedo pensar en ella. En su sonrisa, en su pelo, en sus ojos marrones, duele. Duele porque no la tengo a mi lado admirándola, sólo la pienso y eso para mí no es suficiente.

—Levántate — Me ordena Aron quitándome la sabana — ¿Cuánto tomaste?

—Ni me acuerdo, igual no nos hace efecto — me pongo boca arriba.

El alcohol no me había ayudado en nada, encontré en internet que el alcohol nos produce un "apagón cerebral" o pérdida de memoria por unas horas.

No funcionó, puras estupideces, quería olvidar la idea de que Abby no está conmigo, como desearía que todo hubiera sido un sueño.

Anhelo tenerla en mis brazos y besarla.

—Ve con tu familia y no molestes.

—Además de ser mi beta, eres mi amigo y no me gusta verte así. ¿Vas a estar todo el año acostado o vas a levantarte y luchar por tu gatita?

—Crees que no pasó por mí cabeza la idea de mandar a la mierda el tiempo que me pidió y tomarme el primer vuelo. — suspiró y me siento en la cama —. Le prometí que le daría su tiempo, quiero hacer todo bien. No quiero perderla

—¿Ya pasaron cuantos días?

—Un mes.

—¡Un mes! Y mira cómo estás — me señala.

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—Exagerado.

—Levantate y mírate a un puto espejo — gruñe molesto.

—Ya voy papá.

Camino lento hacia el baño, me paro frente al espejo.

—No me veo tan mal — susurro.

—Tienes unas ojeras, el pelo todo revuelto, los ojos rojos de tanto llorar y la ropa mancha de comida.

Bufo.

—Ya no puedes seguir así — niega con la cabeza — ve y dile la verdad. Sé honesto y muéstrale que te importa. ¿O no le dijiste por mensaje que ibas a luchar por ella?

Asiento.

—¿Y entonces qué esperas? Ya le diste bastante tiempo.

—Tienes razón.

—Siempre la tengo.

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Luego de bañarme y comer algo, estoy en el aeropuerto de Argentina, nueve horas estuve en ese avión. Las personas de acá me trataron muy bien, aunque he oído que dicen muchas malas palabras.

Odio viajar.

Saco mí celular y le envió un mensaje preguntándole ¿Dónde está?

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Solo quiero llegar a mí casa, dejar mi maleta e ir a la casa de mí gatita. Voy hacer todo lo posible para que esté conmigo, no me voy a rendir sin dar pelea, yo la amo más que a mí puta vida.

Frunció el ceño y llevó mi mano a mi pecho al sentir una punzada.

—Mike ¿Qué te pasa? — le pregunto a mí lobo al sentirlo inquieto.

—Gatita.

—Ya vamos a verla.

—Gatita — gruñe.

—Ya vamos, estúpido lobo.

Gruñe y se queda quieto.

—¿Hijo?

—¡Al fin! — le doy un pequeño abrazó, me separó y me mira preocupado. —No digas nada.

—Solo una pregunta ¿Estás dispuesto a luchar por ella?

—Es lo que vine a hacer. No me voy a ir de aquí, sin dar todo para recuperarla.

Sonríe y palmeó mí espalda.

—Así se habla, vamos.

(....)

—¡Hijo! — chilla emocionada mí mamá abrazándome — ¿Cómo estás?

—Estoy bien, mamá — beso su frente y dejó la maleta en el piso.

—No me mientas — gruñe — soy tu madre.

—Estoy intentando estar bien. ¿Alai, dónde está?

—Está en su cuarto — sonríe melancólica — está muy triste, sabes que Alai siempre le costó tener amigos. ¿Viniste a recuperarla?

—Si, vine a recuperar a mí gatita.

Aplaude emocionada.

—¡Si!

Sonrió después de un mes.

—Voy a hablar con alai — le informo, subo las escaleras y doblo a la izquierda, me paro frente a la puerta de color rosa.

—¡No voy a salir!

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—¿No vas a salir para recuperar a nuestra Abby? — la oigo levantarse rápidamente de la cama.

—¿Thomas? — abre la puerta y me abraza.

—Hola — paso mis manos por su espalda, solloza — ya, no llores.

—Vamos a recuperarla, ¿Cierto?

—Por supuesto. ¿Vienes conmigo?

—¿Ahora? — se aleja de mí y mira el reloj en su muñeca — Son las diez pm.

—Si — me rascó la nuca nervioso — no calculé mucho la hora, ¿Estará despierta?

—Probablemente mirando una película o dibujando — sonríe — Pero vamos a ir igual, voy a cambiarme.

Unos minutos después estaciono el auto de mí papá en la acera, él tiene un hermoso Peugeot rojo. Por la ventana se ven las luces encendidas.

—Thomas ¿Eso fueron...? — balbucea con miedo mí hermana

—Gatita — gruñe Mike desesperado.

Salgo del auto rápidamente, corriendo llegó a la puerta principal, de una patada abro la puerta.

Huele a sangre.

Mi corazón se detiene.

No.

No.

—¡Gatita!

—Duele — se queja llevando su mano a su estómago — ¿Thomas?

—Aquí estoy — siento mis lágrimas deslizarse.

Me pasó la mano por el pelo, con las manos temblando saco mí celular del bolsillo. Marco el número de la ambulancia, llevó el celular a mi oído.

—Aguanta, por favor.

—Hola, buenas noches. ¿En qué podemos ayudarlo? — me atiende una mujer.

—¡Necesito que manden a una ambulancia rápido! Mi novia recibió dos disparos en el abdomen.

—Enseguida, mantenla despierta ¿Dirección?

Miró asustado a mi mate, no quiero perderla, diosa luna ayúdame, le doy la dirección a la mujer y cuelgo.

Mi gatita gime de dolor, su remera se está empapando de sangre y su piel se está comenzando a tornarse blanca.

—Tengo sueño — balbucea asustándome.

—No, no, no te duermas — suplicó.

—¡Suéltame!

—¡Cierra la boca! Thomas — miro a mi hermano con lágrimas en los ojos — sácate la campera y enróllala en su abdomen.

Con mis manos temblorosas hago lo que mi hermana me dijo, me quitó la campera y la enrollo con cuidado.

—Thomas — sus hermosos ojos tratan de mantenerse abiertos.

—Gatita, no cierres tus ojos, por favor solo no los cierre, sé que duele, pero necesito que esté despierta — beso su frente, asiente lentamente. Miro mis manos llenas de sangre. — ¡Maldita sea! ¿Cuándo va a venir la estúpida ambulancia? — gruño.

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