Capítulo 12.

...Thomas Jefferson....

—¿Y cómo vas con tu mate? — Me pregunta, Aron.

Sonrió.

—Bien, le pedí ser mí novia.

—Veo que tomaste mí consejo, me alegro por ti — palmea mí espalda — ¿No le dijiste lo que somos?

Me tenso <>

—No — paso mí mano por mí pelo y aplasto mis labios.

—¿Cuánto tiempo vas a esperar?

Lo observo.

—No quiero perderla — susurro, de solo imaginarla lejos de mí hace que sienta un dolor en el pecho.

—Va a ser difícil, sí, pero no la vas a perder — se sienta en el sillón — y si llega a ser así, sé que vas a luchar por ella ¿No?

Asiento.

—¿Cuándo vamos a ir a cazar? — pregunto cambiando el tema.

<>

—Muy pronto seguro — ríe — Owen, no deja de molestarme.

—Gracias a la diosa luna Mike es tranquilo.

—Porque están con su gatita — sonríe.

Antes de que pueda contestar mí celular suena. Lo sacó de mí bolsillo y leo el nombre de Alai.

Presiono el botón verde.

—¿Mí gatita, está bien?

— Hola hermana, Si estoy bien — bufa — tu gatita está bien.

—¿Para qué me llamas?

—Vino la zorra de tu amiga... Ay perdón Luisa — puedo jurar que está sonriendo, nunca se llevaron bien desde que Luisa rompió una muñeca de alai cuando era pequeña.

— Alai.

— Ese es mi nombre — ríe — como decía, estaba en mí cuarto y baje para comer algo porque tenía hambre — sonrió — encontré a Abby y a ella hablando en la cocina. No sé de qué estaban hablando, pero por la mirada de Abby no creo que fuera de ropa.

Suspiró.

—Ya voy para allá.

—Bien y se encerró en su cuarto — cuelga.

—¿Luisa volvió? — asiento con la cabeza — Amigo, tienes que alejarte de esa mujer.

—Es mi amiga.

—Si, que está enamorada de vos — bufo, Luisa no está enamorada de mi — Thomas, créeme es mejor dejarle todo claro, ya tienes a tu mate y ella debería buscar al suyo, debes sacarle de la cabeza la idea de que ustedes van a terminar juntos.

—Voy a hablar con ella.

—Es lo mejor.

(....)

Bajo de la camioneta y cierro la puerta, guardo las llaves en el bolsillo, camino hacia la puerta principal, abro la puerta e ingreso.

—Thomas — Luisa se tira a mis brazos.

—Eh... Hola.

—¿Salimos a comer? — dice separándose de mí y mirándome con una sonrisa.

La miro ¿Cómo no me di cuenta antes? Me observa con los ojos brillantes, Aron tenía razón, está enamorada de mí.

—Ya dile que no la queremos — gruñe Mike — quiero ver a mí gatita.

—No puedo hoy, quiero hablar contigo — me mira confundida.

—¿Qué pasó?

—Ven, salgamos — Abro la puerta y dejo que salga ella primero — ¿Qué pasó con mí gatita? — inquiero una vez que estamos afuera.

—Nada, estábamos hablando.

—Luisa, Alai me llamó porque noto que algo le pasó, ¿Qué le dijiste?

—Nada, lo juro.

—Luisa.

—No dije nada, Thomas — se toca el pelo — ¿Entonces salimos?

—Cómo amigos.

—Thomas, no solo volví porque extrañaba a mis padres, volví por ti.

—Luisa, Abby es mi mate.

Me mira impactada, veo una pizca de dolor y rabia.

—¿Tu mate? No me dijiste nada... Yo creí que...no la encontraste — mira para otro lado.

—Quiero aclararlo porque mi corazón ya tiene dueña — asiente lentamente — no quiero lastimarte, pero sabes que nuestros mates son muy importantes y la estuve esperando por muchos años.

—Si....Tengo algunas cosas que hacer — en ningún momento me mira cuando habla, asiento. Se da media vuelta y sale corriendo.

Suspiró.

Ingreso a la casa, cierro la puerta con traba y subo las escaleras dos en dos, camino hacia el cuarto de mi gatita, toco. Me muerdo el labio esperando a que me abra. Frunció el ceño y vuelvo a tocar.

—Entra — gruñe impaciente Mike.

Tomo el pomo y lo giro, ingreso. Está todo oscuro excepto que su lámpara está encendida. Me acerco a ella y veo que está dormida con unos auriculares puestos.

—Hermosa — susurro tocando su mejilla.

Se mueve y abre los ojos lentamente.

—Thomas — jadea sorprendida, lleva su mano a su corazón — me asustaste.

—Lo siento, hola — me acerco y beso sus labios.

Una vez que nos separamos, pasa sus brazos por mis hombros y me tira hacia ella. Suspiro y entierro mi cabeza en su cuello.

<>

—¿Estás bien? — me pregunta pasando su mano por mi pelo, asiento con la cabeza.

—Te extrañe — mis oídos captan su encantadora risa — no te rías, es en serio.

—Thomas, fueron algunas horas.

—Que insensible, para mí fueron años.

—Estas loco — río y dejó un casto beso en su cuello, se estremece.

—No hagas eso.

—¿Por qué? — vuelvo a besarle.

—Thomas — me regaña.

Rio y saco mi cabeza de su cuello, la observó en sus ojos brillan de deseo e inseguridad.

—Lo siento...No haré nada que tú no quieras.

—Lo sé — murmura, paso mi lengua por mis labios. Ella me toma de las mejillas y me besa.

Jadeo por la sorpresa, pero reaccionó rápidamente y le sigo el beso, poso mis manos en su cintura y la acerca más a mí. En un movimiento, le quitó la frazada que tapa su cuerpo, sus piernas las envuelve alrededor de mi cadera. Nuestros labios se vuelven desesperados y hambrientos por el otro.

Me separo solo un poco y guió mis labios a su tentador cuello, dejo un par de besos húmedos allí.

—Thomas — gime, música para mis oídos.

—Gatita ¿Confías en mí?

—Si.

A propósito, muevo mi cadera haciendo que mi miembro choque con su parte intima, gruño, apoyo mis brazos a cada lado de su cara, comienzo a moverme como si la estuviera penetrando, ella se mueve a mi compás.

Mi erección choca una y otra vez, el deseo y el calor se apodera de mi cuerpo. Ambos jadeamos.

Apoyo mi frente contra la suya. 

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