Capítulo 4.

...Abby Wilson....

Miro por la ventana de la camioneta, cuando vi al hermano de Alai sentí mi corazón latir como loco, me sentí una niña a su lado, es el hombre más atractivo que he visto; tiene unos ojos color miel como David, cabello castaño, un rostro perfecto y ni hablar de su cuerpo. Todo un dios griego.

Sentí una corriente eléctrica cuando nuestras manos se tocaron, fue extraño pero agradable.

Lo he pillado verme por el espejo retrovisor, eso me hace sentir un poco nerviosa.

—¿Estás bien abby? — Me pregunta Alai a mi lado.

—Si, ¿Por qué?

—Es que no dejas de jugar con tu pulsera — espeta, efectivamente estoy jugando con la pulsera que me regaló Matías.

—Tengo sueño.

—Ya vamos a llegar — dice la voz ronca de Thomas haciéndome estremecer.

Desbloqueo mi celular y veo que tengo mensajes de mi papá diciéndome que me extraña, río. Hace un par de horas me fui, es muy dramático.

—Deja el celular que desconcentras a mi hermano —balbucea Alai en mi oído y descansa su cabeza en mi hombro.

—¿Ah? ¿Qué quieres decir con eso?

Suelta un bostezo y cierra sus ojos, bloqueo el celular y apoyo mi cabeza en el respaldo del auto, no espero la hora de llegar a la cama donde voy a dormir y no despertarme hasta mañana.

Es súper incómodo dormir en un avión si no tienes una almohada especial.

Después de varios minutos llegamos frente a una hermosa casa de dos pisos, es de color café.

Muevo alai.

—Llegamos — le aviso una vez que el motor del auto está apagado, se queja.

—¡Al fin!

Todos empezamos a bajar del auto, suspiro y siento el calor del sol en mi rostro, no es un calor intenso ya que hay un poco de viento.

—¿Te gusta el sol?

Abro los ojos los cuales cerré un momento y me encuentro con el rostro de Thomas a unos metros mirándome con una sonrisa.

—No mucho — le contesto y observo que tiene mis maletas — yo las llevo.

—No tengo problema en entrarlas — me contesta aun sonriendo.

—Eh...Yo llevo una ¿Si?

Siento que estoy aprovechándome de él, me dejó quedarme en su casa sin avisarle que yo vendría y ahora es como mi mayordomo, asiente y me tiende una.

Una vez que todos están adentro dejó la maleta en el suelo, sin duda tiene una casa bellísima.

Tiene un toque antiguo, me gusta.

—¿Qué les parece mi hogar?

—¡Me encanta! — chilla su hermana emocionada y corre hacia donde está el ventanal — Mierda... Tenemos piscina. Ven, ven abby mira

Camino hacia donde está ella, hay una piscina y detrás hay muchos árboles.

—Mañana podríamos meternos.

—Si.

Alai bosteza contagiándome.

—Están cansadas, vengan conmigo que les diré cuál es su habitación.

Ambas lo seguimos, subimos las escaleras y giramos hacia la derecha, Abre la primera puerta.

—Esta es tuya Alai.

—¡Bien! — Alai entra corriendo y se tira en la cama, sonrió — Cierra la puerta y déjame dormir ¡Que descanses rojita!

—Y esta es tu habitación. — Abre la puerta de al lado e ingreso, la cama está en el medio de la habitación, hay un mueble, una mesita de luz, en la pared colgada está una televisión y hay un baño para mi sola — ¿Te gusta?

—Sí, gracias — se muerde el labio y arruga su nariz.

—Ahora, subo tus maletas para que puedas buscarte algo cómodo para dormir ¿Te parece?

—Te acompaño.

—No, deja que las traiga yo..Son algo pesadas y no quiero que te hagas daño.

—Está bien, muchísimas gracias.

Una vez que se retira de la habitación me siento en la cama y suelto un gran suspiro, llevo mi mano a mi corazón.

¿Qué te está pasando Abby?

Es un desconocido.

Bueno no tan desconocido, es el hermano de tu mejor amiga.

No puedo negar que me siento extraña cerca de él.

Es como una ¿Conexión?

Si, o es la falta de sueño.