Cosas extrañas de la mañana.

Me levanté entusiasmada, Alastor aún estaba a mi lado, supongo que tuvo mucho trabajo, ya que no me di cuenta de a qué hora entro a la habitación.

Me levanté con cuidado y me entre a cambiar, Sofía me dijo que use algo abrigado y me ponga guantes.

Lo único que me preocupa es que primero debo mejorar mi condición física, me da miedo que este cuerpo no sea capaz de resistir el entrenamiento completo.

Le dejé una nota a Alastor y bajé.

Saludé a los empleados que lo hacían y espere en medio del jardín. En lo que ella aparecía me estuve preguntando ¿Cuál sería la magia que Alastor domina? También ¿Cómo es posible que pueda si los antiguos Emperadores no podían usar la magia directamente?

Por otra parte, en la novela se menciona que la magia de mis padres es por nacimiento ¿Por qué en los registros que Alastor tiene solo nombra a mi madre?

Mientras más lo pensaba más confuso se hacía, si Alastor puede usar magia... ¿Allen también?

Sofía se presentó y saludo.

—Mi señora, buenos días.

—Buenos días, señorita Sofía. Saludé.

Me dio curiosidad su vestimenta, se ve ligera...

—De ahora en adelante, por favor llámame Sofía.

—Bueno.

—Mi señora... ¿Sí tolera el clima?

—Un poco.

—Con eso es suficiente, me imagino que ya entro en calor ¿Verdad?

—Sí.

—Bien, entonces lo primero es comenzar a trotar.

Ella es alta, no más que yo, pero aun así sus pasos parecen ser más largos que los míos.

No estoy muy detrás de ella, yo creo que solo estoy a dos enormes pasos...

No sé por qué, pero me siento confiada, mi cuerpo está soportando y hasta ahora estoy siguiendo las indicaciones de Sofía a la perfección. Al ser la primera vez de ambas en el jardín, trotamos con mucho cuidado, ya que hay partes en donde la nieve está hecha lámina.

Después de eso ella comenzó a enseñarme las posturas para desenvainar una espada, las que estamos usando son de madera y aunque pesan, Sofía dice que las de verdad lo hacen el doble.

Ya tengo práctica por lo que pude enfrentarme a Sofía cara a cara, no dijo nada hasta que terminamos la cesión por completo.

—Mi señora, ¿Usted ya sabía usar la espada?

—Lleve algunas clases cuando era joven.

—Usted lo hace perfecto, tanto que por un momento me dio miedo perder contra usted.

Sonreí. —Aunque tenga la teoría me falta práctica, la verdad no podía entrenar mi fuerza en casa.

—Me lo imaginé, al fin y al cabo usted es un noble.

—Más que por el título, era por qué tenía muchas restricciones y responsabilidades.

—Me imagino que usted extraña mucho a su familia.

—Sí, al fin y al cabo estoy muy lejos de ellos.

Ella asintió mientras bebía de su bote, yo también llevé el mío, pero mi agua estaba tan fría que temí por mi salud, así que no bebí.

—Mi señora, respecto a su propuesta, anoche, lo estuve pensando y estoy de acuerdo en hacerme pasar por su sirvienta personal.

—Eso es genial, al fin y al cabo necesitó a alguien con habilidades de batalla a mi lado y que sea discreto.

—Pero mi señora...

—¿Sí?

—Me da pena decirlo, pero desconozco de etiqueta.

—Bueno, tengo exactamente un mes para que aprendas a la perfección ¿Puedes lograrlo?

—Claro.

—Bien, entonces vallamos a cambiarnos, el Señor Homero ya está enterado y ya tiene una habitación para ti.

Ella asintió, fui a mi recámara y ella fue guiada por Homero, cuando llegue la habitación Alastor estaba saliendo de la ducha.

—¿Qué tal el primer día?

—Voy a disfrutar ahora que no me duele nada.

Alastor hizo sonar una campana. —Ja, ja, ja, tengo que avisarle a Sofía que eres nueva en esto.

—Si le preguntas te vas a sorprender con la respuesta.

El alzo las ceja. —¿En serio?

¿Tan imposible suena?

—Yo también necesité enseñarte cosas que te van a sorprender.

¿?

Una sirvienta tocó la puerta y entró cuando Alastor la abrió, le dio indicaciones de preparar la ducha para mí y llevar el "desayuno" para los dos a la biblioteca.

Él esperó mientras me estaba duchando, él bromeó con que puede ayudarme y cosas así, obviamente negué, pero era gracioso verlo refutar.

Mientras estaba en la tina, me pregunte el porqué me esmero tanto por Sofía, es como si pudiera confiar en ella completamente.

Salí de la ducha y me envolví en una toalla para ir al closet.

Pensando en el porqué, supongo que es porque me conviene generar un poco de confianza y tener la gratitud de Tristán, pero también tengo la sensación de que debo tenerla cerca de mí.

Terminé de cambiarme y Alastor me espero para ir juntos a la biblioteca.

Al llegar había demasiados documentos sobre la mesa.

Alastor me invito a tomar asiento, él me extendió un montón de documentos.

—Investigue al antiguo Emperador y la muerte de la Duquesa Sorni.

¿Por qué?

—¿Encontraste algo?

—Algunas cosas.

—¿Qué busca?

Él me dio otro documento y señalo un título en específico.

"Registro clínico de Jaire Claude Sorni"...

Continúe leyendo y en seguida supe que esto estaba mal, la novela no me puede mentir... ¡Pero por qué carajo estoy recordando cosas distintas!

Miré a Alastor, él tenía una mirada honesta sobre mí.

—Quiero que me digas si es real o no está completo.

—Sobre la muerte de mamá. Tomé aire mientras ordenaba los recuerdos. —Esto es falso, a ella la mataron con mercurio.

—El antiguo Emperador murió igual.

Me extendió otro documento y comencé a leerlo con prisa.

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—Emperador, ha llegado la pequeña maestra Katherine.

—Dile que entre.

Me levanté y estire mi traje, parece que tengo en mis manos una persona importante para Karoline...

La niña de cabello platinado entro con modestia, es asqueroso verla actuar como todo una dama.

Me acerco y le, tome la mano para saludarla. —Mi señora.

Ella se sonrojó. —Su majestad.

Hice una señal para que todos salieran de mi despacho, cuando estaba completamente vacío la solté y escolte para que se siente en frente de mí.

—Señorita Katerine.

—Mmm... Levantó la cabeza y me miró con sus ojos rojos.

—Ya tenemos fecha oficial para anunciar la boda.

—¿No vamos a anunciar primero nuestro compromiso?

Decidí solo negar. Si tu hermana interviene será caótico.

—Oh, ya veo... entonces cuándo será nuestra boda.

—Dentro de un mes.

—Su majestad... Pero en esa fecha el templo estará ocupado con mi hermana.

—¿Y? ¿No quieres ser la emperatriz cuanto antes?

—¡Claro que quiero! Es solo que el mismísimo sumo sacerdote se ha esmerado en que su rezo sea en luna llena.

Katerine... cállate.

Suspiré. —Nos casaremos un día después, descuida.

—Oh...

Ya he estado con ella en todos los sentidos, pero sus ojos siempre me han parecido desconocidos.

Tomé su mano.

—Necesitó que confíes en mí ¿Puedes prometerlo?

—Lo prometo.

Le sonreí. —Vamos a dar un paseo.

—¡Claro!

Me sonrió y salimos.

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