¿Amanecer o anochecer?

El aire que golpea mi rostro es frío, pero se siente bien. Por otro lado, el paisaje sombrío me da escalofríos. Las sombra de los árboles y el lago me dan miedo, por un momento temblé tanto que perdí el equilibrio y me tuve que sostener del barandal. Mi corazón palpita muy rápido, tanto que se me hace difícil respirar.

¿Estaré hiperventilando? Lleve una de mis manos al suelo para no caer completamente, con la mano sobrante, me tape la nariz. El aire caliente que salía de mí se volvía humo al chocar con el clima frío. Mi cabeza da vueltas, por un momento estoy en blanco, pero, poco a poco, logré reincorporarme, mi respiración ahora era lenta y el sudor de mis manos se volvió helado. —No debí sobre exigirme, mi cuerpo aún no se recupera. Dije para mí en un susurro.

El escalofrío volvió, pero esta vez una sombra estaba detrás de mí. —¿Quién es? Solté mientras volteaba. La sombra ahora tenía forma y color, ¿El Archiduque Alastor? ¿Abra visto todo? Me pregunté.

El hombre de larga cabellera de color rojo se acercó tanto que podía sentir el calor que emana de su cuerpo. Teniéndolo así de cerca puedo deducir que mide como 1.90 m. Lo que me sorprende, porque es como si supiera mucho de él. En eso, un recuerdo sombrío me invadió, pues mide igual que mi hermano, no, de hecho, siento la presencia de él. Me alejé un poco y observé, es musculoso, pero esbelto, también vi la cicatriz que tiene en el rostro. —Sus ojos… ¿Son grises? Susurre.

—¿Se encuentra bien? Soltó confundido, la voz de ese hombre es atractiva, pensé. Yo solo asentí, puesto que las palabras no pueden salir de mi boca, ya que sus ojos son como, los de mi hijo… mi cuerpo tembló, y supe que el hombre se percató, por el hecho de que se alejó de mí.

—¿No es mejor que entré? Ahí el clima es más acogedor.

Me mentalizo diciéndome que él no es de mi pasado y que todo estará bien. A duras penas puede responder. —Sí, pero es mejor estar aquí.

La mirada del hombre es sería y sin emoción. ¿Cómo lo engatuso mi hermana?

—Archiduque… ¿Usted presenció lo de hace un momento?

—Llegue cuando usted yacía en el suelo.

—Oh ya veo.

—Ahora se encuentra mejor, ¿Verdad?

Asentí.

—El emperador me preguntó por usted, dijo que había tenido un accidente y que si la llegara a ver le comentará que el doctor del palacio imperial la puede atender.

¿Doctor imperial?, —Ahora me encuentro bien, no creo que sea necesario.

El hombre y yo nos observamos. No teníamos nada que decir por lo que el ambiente era algo incómodo.

—El paisaje desde aquí es bonito, ¿verdad? Pregunté después de voltearme hacia el balcón.

—Sí.

—No creo que allá venido por accidente hacia aquí ¿O me equivoco?

El archiduque se acercó y quedó a un lado de mí, a una distancia razonable. Su mirada estaba dirigida al palacio de la emperatriz.

Ahora caigo en cuenta de que su hermano, el emperador, encerró a la ex emperatriz, apenas callo ella enferma, supongo que la usa de rehén para mantener, de alguna manera, “tranquilo” al archiduque. Y eso no es lo peor, la herida que hay en su rostro, también su hermano la hizo, porque ahora que recuerdo bien, el ex emperador es idéntico al archiduque.

—Estaba saliendo de hablar sobre la muralla del norte, cuando la escuché respirar con prisa. Soltó después de un momento, sin verme.

—Pensé que había llegado cuando ya me encontraba en el suelo. Trate de sonar honesta, pero me alivia que viera todo.

—Bueno, la verdad es que usted parecía acostumbrada, así que asumí que mi ayuda era innecesaria.

—No asumió tan mal, esto me pasa desde que tengo memoria. Le di una sonrisa.

En este cuerpo no, pero sí tengo experiencia.

—Entiendo.

El silencio se hizo presente, pero no le di importancia, ya que parece que los dos estamos pensando en otras cosas. Por su parte, recordé que, aunque Karoline y Alastor hayan pasado su infancia juntos, siempre han sido completos, desconocidos, y más ahora, que son absolutamente nada más que “ex prometidos”.

Siento la mirada del archiduque, aunque lo hace con discreción…

«Los hermosos ojos dorados de Karoline son más brillantes que el oro, pero su mirada, llena de nostalgia, los hace ver amenazantes, como si estuviera de caza» pensó el archiduque, algo que la señorita nunca supondría.

Si bien, el archiduque no la odiaba, tampoco le caía bien o mal, al final del día, ella canceló el compromiso. Y por desgracia, para él, ella era parte de sus recuerdos de infancia, lo que causa aún más confusión en él, porque en esa época, trato siempre de hacerla a un lado, se preocupaba solamente de ser un buen estudiante y hermano.

Él se pregunta, cuando fue que fallo con último, normalmente solía echarse la culpa de lo que él hiciera, que su padre prefiriera a su hermano durante su lecho de muerte, no lo sorprendió, él siempre quiso eso, la felicidad de su hermanito. No lo culpaba, ya que en ese tiempo él estaba haciéndose cargo de la otra mitad del imperio. El frío norte.

Cuando su padre murió, él estaba defendiendo el norte y se negó a abandonar la batalla, lo que no sabía es que era una prueba del emperador para ver si era “Un buen príncipe heredero” así que con ello su hermano y la gente que lo apoyó se fue adentrando cada vez más en el poder del imperio del sur. Esto hizo que la rebelión fuera rápida, él no se enteró de ello hasta que una carta de su madre se lo explico “Tu hermano tomo el poder del trono ahora que tu padre ha muerto. Hijo, en cualquier momento moriré, mi enfermedad empeoró más. Por favor prométeme que no lastimaras a Caebrian”.

Cuándo regreso al imperio, su hermano lo humilló y reto a pelear por el trono, él lo había prometido, por ello renuncio al poder que le pertenecía y fue “marcado” por ser débil.

A los 17 años fue proclamado Archiduque Del Norte por ser “Fiel y honorable”. Pero esa responsabilidad fue para mantenerlo alejado de su madre, esa también fue la última vez que vio a su ex prometida, Karoline Sorni, de 12 años en eso entonces.

Ahora que ella está en el balcón, a su lado, sabe que no solo ha crecido de cuerpo, su aura se siente diferente, triste. Los rumores dicen que ella será la próxima emperatriz, tal como su hermano le dijo: “Con poder se puede tener hasta lo ajeno”

—Hace mucho tiempo que no lo veía. Soltó para romper el gran silencio.

La señorita lo volteo a ver, sus ojos se miraron y ambos parecían nostálgicos. —Sí, han pasado cinco años. Respondió sin separar la mirada.

Karoline sentía que su corazón podría salir disparado por lo rápido que latía, estaba con la piel erizada, ya que el aire está helado, pero el Archiduque Alastor no estaba del todo pendiente. Por su parte, ella sonrió cálidamente y suspiro. —Ahora me convertiré en una adulta y pronto tendré que casarme.

Alastor se rio, por un momento sintió la mínima confianza para hacerlo. —Bueno, tampoco puede meditar de morado toda su vida.

—Meditar de morado, susurro Karoline mientras dirija su mirada al bosque. —No quiero casarme con alguien que no quiera.

El Archiduque se sorprendió por eso y pensó en que ella no tiene muchas opciones, ya que si Caebrian la quiere, tarde que temprano la tendrá, así que intento ayudarla. —La mayoría de matrimonios son así, uno no tiene elección.

Karoline le volteo a ver. —Yo sí puedo escoger.

—Eso es cierto, su padre la adora.

La chica, estaba pensando en como efectuar su plan, lo que diría marcaría si será sencillo o no lograr el cometido. De manera decidida soltó, —¿Puedo tocar su cicatriz?

Esas palabras lo tomaron por sorpresa. —¿Le da curiosidad? La voz del Archiduque se suavizó.

—Sí, nunca he visto una de cerca. Mintió, bueno, se sabe que en este cuerpo no.

Él asintió.

La mano de la señorita estaba fría como el hielo, pero el tacto era agradable y de alguna manera “cálido”.

No era la primera vez una mujer lo tocaba, pero esto se sintió diferente, talvez por qué es la primera mujer que no le pregunta cómo se lo hizo.

Pensó que eso sería lo más “cercano” que recibiría de ella, pero lo siguiente le hizo fruncí el ceño por la curiosidad.

—Por favor, tómame como esposa. Karoline se sostuvo fuerte del barandal.

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