CAPÍTULO 4

Capítulo 4

^^^Ducado Enderberg^^^

Podía ver el final de las escaleras, podía sentir como todo su cuerpo temblaba de miedo, sentía que le faltaba el aliento, su mano izquierda apretaba con fuerza el barandal de la espléndida escalera de roble pulido. Sabía que lo que estaba haciendo era una locura pero solo quería su atención, quería que el la mirara aunque sea con preocupación, lo necesitaba.

Sin pensarlo un minuto más se lanzó desde la sima de las escaleras, cuando sintió el primer impacto de unos de los escalones contra su pequeño y delicado cuerpo, sitio el dolor más agudo y horrible que jamás había sentido y a este le siguieron más a medida que rodaba dolorosamente por las escaleras, podía escuchar el eco que hacía su cuerpo al ser golpeado por los escalones, hasta que se detuvo, sentía dolor en cada parte de su cuerpo, lágrimas de dolor salían de sus hermosos ojos.

Un gemido adolorido salió de su boca mezclado con un sollozo, estaba segura de que con eso él la iría a ver, después de todo era su heredera, su hija.

Escucho pasos acercase, intento ver de quien se trataba pero no podía enfocar y la mansión estaba a oscuras, era muy tarde, ya todos deberían estar durmiendo. Escucho lo que pareció un grito e intento buscar con la mirada, pero sentía como perdía la conciencia.

–Milady.– Escucho un grito y pasos apresurados más cerca.– ¡Ayuda! Tranquila todo estará bien.–Escucho a la mujer sollozar, la reconoció era Virginia.

Escucho más pasos acercarse apresuradamente.

–¡Dios mío!– Exclamó alguien en toda la oscuridad que la rodeaba. Pero no supo quién fue porque perdió totalmente la conciencia.

Amarantha se despertó sobresaltada, sentía su corazón latir muy rápido y podía sentir el sudor en su cuerpo como si hubiera corrido un maratón, estaba empapada. Se sentó rápidamente en la cama, se dio cuenta de que ya era de mañana, el sol entraba por su magnífica ventana.

Estaba confundida, eso que vio parecían los recuerdos de este cuerpo, podía sentir el temblor de sus manos y su respiración no se calmaba, su cuerpo recordaba el dolor que sentía al caer por esas escaleras. Podía sentir una tristeza profunda igual de grande del dolor corporal que pudo sentir, lágrimas salían de sus ojos sin poder detenerlas.

Pobre Amarantha, todo lo que tuvo que sufrir aún siendo una niña, lo sola y abandonada que debió sentirse, para hacerse daño y que su padre le pusiera atención, que se preocupara por ella.

Luego de unos minutos, sintió como su respiración se fue calmando.

Se levantó de la cama y se dirigió a la ventana, para ver hacia el hermoso jardín lleno de hortensias, desde que llegó allí le gustaba mirar por la ventana en las mañanas cuando despertaba, la vista era hermosa  algo que no tenía en su mundo, le transmitía tranquilidad.

Escuchó el toque de la puerta.

–Adelante.– dio el permiso para que ingresaran a su habitación, sabía que se trataba de Virginia, siempre venía en la mañana y la ayudaba a arreglar, las primeras veces se sorprendió de encontrarla despierta, al parecer a Amarantha no le gustaba levantarse temprano.

–Buen día, milady.– Saludo haciendo la genuflexión de rigor, aunque ya le dije que no debía hacerlo, después de todo conoce más a este cuerpo que yo misma. Pero igual se negó.

–Buen día, Virginia.– Contestó aún mirando por la ventana, antes de girarse y mirarla.– Que preparen el baño, por favor.– Pidió.

–Enseguida milady.– Se giró y salió de la habitación para entrar minutos después con otras doncellas para hacer lo que se le había pedido.

Amarantha siguió mirando por la ventana el tranquilo paisaje.

–Está listo milady.– Escucho que le dijo Virginia.

Con un suspiro de resignación por tener que dejar de ver tan maravillosa vista, se alejó de la ventana para entrar al baño y pedir que la dejaran sola, no se sentía cómoda con varias mujeres ayudándola a bañar.

Entró a la bañera de mármol que estaba en una de las esquinas del hermoso baño en colores blanco y dorado.

Cuando entro al agua tibia sintió como su cuerpo se relajó inmediatamente. No se había dado cuenta de que seguía tensa después de la pesadilla—recuerdo que la despertó.

Para esta hora seguro que debe haber llegado la carta al Ducado de Sumerset, espera que ese tipo acepte su propuesta, aunque si no lo hace tendrá un plan de respaldo, nunca le ha gustado depender de los hombres y no emperezara a hacerlo ahora.

Cuando sintió que el agua ya se estaba enfriando se levantó y salió de la bañera, sentía como las gotas de agua escurrían y caían al suelo de mármol blanco.

Se acercó a un estante donde estaba una bata, la tomó y la puso sobre su delicado y suave cuerpo, podía oler la esencia de rosas en su piel, gracias al aceite que había en el agua.

Le gustaba ese olor.

Salió del baño para encontrarse a varias doncellas en su habitación. Todas en una hilera con la cabeza gacha.

Encima de su cama había un hermoso vestido azul oscuro con pequeños detalles dorados en el área del corpiño. En verdad era hermoso, pero no estaba acostumbrada a estar siempre apretada por un corsé. Suspiro con cansancio al saber lo que venía, la misma rutina de hace una semana, le molestaba un poco pero sabía que debía acostumbrarse, que ese era su nuevo mundo y aunque no debía vivir con todas las costumbres, ella era la hija de uno de los más grandes ducados del Imperio de Alba y como tal debía estar a la altura.

Luego de lo que pareció una eternidad para Amarantha, por fin estaba lista, podía ver como su cabello estaba semirecogido, y como se le veía el vestido, su cintura se marcaba a la perfección y sus pechos se veían sobre su corpiño por lo apretado del corsé, pero sin llegar ser vulgar. Sonrió satisfecha con su apariencia.

–Milady el desayuno ya está servido en el comedor y lady Analise está esperándola.– comentó Virginia.

–Muy bien bajemos.– Contestó Amarantha y se dirigía la salida de su habitación y encaminarse por los majestuosos pasillos del tercer piso, esa mansión era hermosa de una manera elegante como nunca había visto, por lo menos el Duque Enderberg “mi padre” tiene buen gusto. Pensó.

Cuando estuvo frente a la puerta del comedor Virginia abrió la puerta para dejarla pasar, cuando entró visualizo a su hermana sentada en uno de los laterales de la gran mesa y le Sonrió con cariño, aunque aún estaba asimilando todo lo que había pasado se alegraba de que hayan podido sobrevivir y estar juntas otra vez, después de todo solo se tenían las una a la otra.

Cuando dejo de mirar a su hermana giro la mirada a un hombre sumamente guapo en la silla principal de la mesa. Se sorprendió al ver el parecido que tenía con Analise y lo entendió, ese hombre de no más de cuarenta años era su padre.

Desde que despertó en ese cuerpo no lo había visto, al parecer estaba en un viaje de negocios fuera del ducado.

Él le dirigió una mirada fría, que no hizo ningún efecto en ella después de todo estaba más que acostumbrada a todo tipo de miradas y ella era experta en las miradas frías.

–Buen día, excelencia.– Dijo con una mirada llena de frialdad, que por un momento tomó por sorpresa al Duque.– Hermana.– esta vez miro a Analise.

Analise le respondió con una sonrisa.

Se encaminó a la mesa y tomó asiento frente a Analise.

Espero a que un sirviente le sirviera el plato y todo comenzaron a desayunar en un sepulcral silencio. Ambas hermanas sólo estaban esperando a ver si el padre de ambas tenía algo que decir por que de parte de ellas no saldría una palabra que no fuera por mera cortesía y etiqueta. Ese hombre no merecía nada más.

–En dos días saldremos hacia Akal, preparen todo, no quiero ningún inconveniente ni retraso.– Demando con voz dura e impregnada de frialdad que le helaría la sangre a cualquiera, pero ambas chicas ni se inmutaron. Lo que desconcertó un poco al Duque después de todo ellas siempre estaban buscando su aprobación.

Ellas solo asintieron a la orden del Duque, después de todo ellas también necesitaban estar en Akal. Y ya sabían acerca de ese viaje.

Luego de ese desayuno tenso y silencioso, ambas se dirigieron a la biblioteca de la mansión como habían estado haciendo desde que pudieron ponerse de pie sin ayuda, ellas miraban los alrededores de la mansión y encontraron la enorme biblioteca con todo tipo de libros.

Desde entonces siempre están ahí dentro  buscando información que les sea útil, sobre todo de negocios rentables y lugares a los que puedan escapar si su plan A no funciona.

Hasta el momento tienen un negocio en mente en el que les gustaría invertir una vez estén en la capital, saben de el gracias a el conocimiento de Analise en la novela, al parecer ese negocio se volverá famosos en unos años, así que ellas invertirán en el y lo ayudarán a crecer y fructificar maravillosamente.

Después de todo tienen el dinero que se les entrega mensualmente para sus necesidades, cabe aclarar que no es nada poco y la Amarantha original sabía administrar su dinero, porque tiene mucho y piensa utilizarlo bien.

–¿Crees que Duque de Somerset acepte?– Preguntó su hermana, mientras miraba un libro de geografía.

–No lo se pero si lo que dijiste sobre su hermana es cierto, no tendría porque rechazar nuestra propuesta, después de todo soy uno de los mejores partidos que puede encontrar, según me contaste los otros ducados solo tiene hijos varones o sus hijas no están en edad casamentera así que, en definitiva soy la mejor opción. – Respondió despreocupada encogiendo los hombros.

–Tienes razón.– Contestó Analise.– Es solo que tenía curiosidad de cómo se vería, es decir, es uno de mis personajes favoritos en la historia.– dejó el libro sobre la mesa para mirar a Amarantha.

–Si también tengo un poco de curiosidad.–Dijo mirándola.–Pero aun si no acepta no lo necesitamos de un todo, ya tenemos plan de contingencia.– le sonrió.

Si ese hombre no aceptaba, invertirán en varios negocios lo que dure la temporada y luego huirian a otro lugar manteniendo su inversión en completo anonimato. Y cuando llegarán al nuevo lugar solo invertirán en otro negocio para tener más capital y poder abrir un hotel lo más parecido a los de su mundo.

Si, nada saldría mal, después de todo se tenían la una a la otra y era todo lo que necesitaban.

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