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Apenas abrí los ojos después de aquella perdida de conocimiento, me acomodé recordando aquellas imágenes que visualice apenas supe de donde estaba, una sensación de vacío y unos grises recuerdos que con la aparición de cierta persona se volvieron mas coloridos, paseaban, y él le mostraba un mundo que nunca conoció.

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Margaret Kontho se la pasaba estudiando, siempre estaba en su casa, ya que ella no era aceptada por su padre o hermano, y tenía miedo de que el exterior sea igual. Desde que comenzó sus estudios, se le informó sobre su compromiso, y fue lo único a lo que pudo aferrarse pues le prometieron un mundo totalmente nuevo, amor, confianza, protección, etc. Ella deseaba tanto sentir todo eso que se aferro a la idea de estar casada, deseaba merecer ese cariño, hacer bien el puesto de Reina, hasta que llegó el día que iba a conocerlo, sus nervios estaban a flor de piel, asustada por no saber si le iba a gustar, por no saber si se llevarían bien, iba a ser su primer amigo, y a la vez la primera vez que saliera fuera de la residencia de su padre, nadie la había visto y su piel casi no tocaba la luz del sol, por lo que este era tan blanca como la nieve, suave como el algodón, su cabello negro como la oscura noche, sus ojos azules y su voz como una dulce melodía... era como una muñeca que apenas salía de su empaque.

Cuando vio a los Reyes, y a su prometido, sentía algo que jamas había sentido, su corazón se había detenido al ver a aquel niño que le sonreía, cabello rojo como el fuego, una mirada penetrante que la hacía sentir que podía ver hasta su alma. Al darse cuenta de que aún no se había presentado, con una reverencia acelerada y nerviosa, saludó a los gobernantes de aquel lugar, para ellos era una hermosa muñequita, sabían su desempeño, y hasta ahora estaban mas que seguros de que era la indicada para ser la futura Reina.

Con el tiempo aquellos dos niños se volvieron cercanos, Margaret al fin se sentía bien, sentía que era tener un amigo, alguien que piense en ti, que te cuide y proteja, ella era feliz... hasta que ella llegó.

Camila Gabbai era conocida por su gran amabilidad con los demás, cuarta hija de un Vizconde, conocidos por la caridad que constantemente hacían a pesar de su titulo no tan alto, todos sabían que ellos eran buenas personas, los conocían y apreciaban...

Aquel día habían sido invitados a una cacería que los Reyes organizaron, Margaret trataba de aparentar estar bien, pero un día antes su padre la había insultado, y culpado por la muerte de su madre, distraída por esas palabras no sabía bien lo que se estaba haciendo, caminaba sin saber el rumbo, tratando de encontrar un lugar donde estar fuera de todo, hasta que tropezó con un pequeño lobo que lucía bastante lastimado, lo agarró y llevó consigo para poder ayudarlo, hasta que escuchó una trompeta y rato después un enorme lobo saltó en frente suyo, lucía ensangrentado, estaba demasiado herido, Margaret sabía que era padre o madre de ese pequeño que cogio, no se movía mas por la sensación de culpa, habían lastimado al pequeño y a su padre/madre, pero de pronto vio como una espada le llegó, con lentitud vio como ese lobo trataba de sobrevivir a toda costa, se defendía y atacaba con tal de tener un día mas de vida, pero no aguantó cuando supo que ese lobo ya no estaba vivo... comenzó a llorar, un padre murió ese día, y eso le dolía. Sabía que su prometido estaba lastimado pero ya se lo habían llevado, así que, lo mas rápido que pudo llevó el cuerpo de ese lobo a un lugar que le gustó desde que lo conoció y con una espada oculta en el carruaje, comenzó a cavar un hueco y a enterrar a ese lobo, y al pequeño lo dejó un rato para que se despidiera, mientras ella en una piedra grande hacía una marca para aquel animal. Con el cachorro en las manos se fue de ahí prometiendo volver.

Había regresado a su residencia y con los días cuido de ese cachorro sin que se enterrara su padre, ese pequeño era el único rayo de luz que tenía en esos días después del evento, su corazón se estaba rompiendo con cada rumor, especialmente por que ella misma lo corroboró, decidió no rendirse, pues aún estaban comprometidos, y eso era algo que sus mismos Majestades lo habían decidido así, mostró un mejor desempeño que antes, quería dejar en claro que ella merecía el puesto.

Ya los Reyes le dijeron que fuera al palacio de la Reina, esta le seguiría enseñando para sus ultimas preparaciones, se haría el anuncio oficial de su compromiso, y por un tiempo estarían así hasta demostrar que ambos ya eran aptos, tendrían mucho que hacer, pero sabían que ella lo lograría. Mientras iba dando sus reportes, cada vez veía como su prometido y la hija del Vizconde se encontraban, hasta que en una de esas, cuando esta estaba sola la interceptó para decirle de frente que eso no era bien visto, ellos estaban comprometidos, pero la otra le dijo que desde niños, pero que el príncipe no demostraba verdadero interés en ella a pesar de ello, y que no siga soñando con que se volviera Emperatriz, pues al paso que va no lo lograría jamas. Por la rabia Margaret le dio una cachetada, pero se arrepintió después de que ella recibió una por parte de su amigo, sorprendida y por el daño que esto le causó, las lagrimas se le escaparon, su cara había quedado marcada, solo se dio la vuelta y saludó al príncipe de la manera mas fría que pudo, fue así que su tormento inició...

Días antes de su boda con el Conde, pidió un veneno a su sirvienta y dejó libre a su pequeño amigo, conocía los rumores, sabía que en ese lugar moriría, aunque ya se sentía como una... deseó venganza, deseó justicia, deseó que todo cambiara, ella deseaba ser feliz, deseaba al fin tener una vida, que todo cambiara, que alguien la amara... y con esos últimos deseos tomó ese veneno, sin pensar en nada mas.

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Me sentía destrozada con su vida, especialmente por que de cierto modo me recordó a la mía...

Levantándome de la cama fui en frente del espejo, y repasando mi nuevo rostro vi lo hermosa que Margaret era.. sus ojos azules eran como ver el cielo estrellado, su hermosa piel era como la mas hermosa porcelana, y su largo y hermoso cabello, era como acariciar la tela mas suave del mundo, el pelaje mas fino, la seda mas delicada... un cuerpo perfectamente formado, ella era hermosa y de solo verla sentía que enamoraría a cualquiera...

Cumpliría su venganza... deseaba hacerlo para sentirme mejor yo, para tener una venganza para mi, ahora esta era mi vida... haría que se arrepientan tanto que desearan estar muertos, los haría sufrir...

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Hoy iría a hacerme confeccionar un vestido, y un traje para Adriel, así que por un momento lo traje a mi habitación para que me diga su opinión del diseño que había hecho para los dos.

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- Mami... ¿estas bien?

- ¿Por que lo preguntas cariño?

- Ayer estabas mal - Dijo en un suave susurro

- Solo era un bajón de azúcar, estoy bien cariño

- ¿Se puede poner mal por no comer mucho azúcar?

- Por eso debes comer, pero no en exceso o podrías ponerte mal por eso

- ¿Y como sabre que ya es mucho?

- Te ayudare con eso, pero hoy quiero ir a la boutique para confeccionarnos un vestido para mi y un hermoso traje para ti

- Si mi mamá lo elige, ¡seguro será el mejor de todos!

- ¿Te pondrás lo que sea que yo elija? - Dije sonriendole divertida

- ¡Si!

- Espero luego no te arrepientas - Dije dejando escapar una risa - ahora alistate que saldremos después de desayunar

- Esta bien, mami - Dijo mirandome con su linda mirada y esa sonrisa tan tierna.

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Mi diseño para mi vestido no era la gran cosa, debía ser con cosas especificas, ya que acabo de casarme y al primer evento que vaya tenía que ser del color que caracteriza a la casa a la que pertenezco, que en este caso es de Cian, una flor en el cabello con el color a la que antes pertenecía, es decir, violeta, y un collar con el diseño especial del Reino, no debía mostrar mas piel que el del antebrazo y un poco del cuello, un vestido (diseño) no muy pomposo, y en general recatado, tratando de evitar los encajes al ser ya una mujer casada.

Para mi niño hermoso, le hice un diseño en blanco, así se vería mas como un angelito, con su cabello negro y ojos grises...

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Estábamos en aquel lugar donde vendían y confeccionaban nuevos diseños, era el lugar que Margaret transcurrió un tiempo para poder impresionar al príncipe, mi fin era algo similar, pero planeaba volverlo loco, demostraría de lo que era capaz de hacer, no volverían a verme la cara de imbécil.

Cuando entré pude ver como todas se quedaron calladas, así que con una reverencia salude de forma general y fui a hablar con la encargada para que me confeccionara esas ropas, y de paso me puse a observar un poco a los al rededores.

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- Vaya... ¿Quien diría que te encontraría aquí?

- Mucho gusto señorita, ¿A que debo el honor?

- No te hagas, al final parece que seré yo quien gane nuestra apuesta - Dijo con arrogancia

- No se a que se refiere, jamás aposté

- ¿No dijiste que tu serías emperatriz? - Dijo tratando de encerrarme. Pude ver de reojo como las demás mujeres prestaban atención a lo que ella acababa de decir

- Jamás lo afirmé, solo mencione algo que parecía que se iba a cumplir, no es mi problema que al final no se haya hecho

- Hablas como una perdedora - Dijo de forma silenciosa

- Bueno, tal vez si perdí... no gané su corazón, pero me parece que eso ya no importa, debo agradecer su gran gesto

- ¿Que? - Dijo sin evitar su sorpresa

- Gracias a usted - Hablé soltando una sonrisa - por quitarme ese peso de la corona. Ahora soy feliz... mi pequeño Adriel es la luz de mis ojos, y el Conde me da esa comodidad que tanto anhelé, espero tenga una buena tarde señorita Gabbai - Hice una reverencia y me fui a paso lento y tranquilo.

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Estaba segura que le contaría a su principe que se encontró conmigo, y no habrian muchas testigos de nuestra conversación pues ella habló en voz muy baja, pero no podría hacerme ver mal, pues con clara y muy respetuosa voz le contesté... Le demostraría que en el campo de ajedrez, era mi turno de mover las fichas, ella jugó a ser la victima, yo jugaría con sus cabezas, no podran escapar... de eso estoy segura.

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Mientras estaba en el carruaje, mi pequeño se mostró inquieto, así que directamente le pregunte el por qué de su estado.

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- Mami... esa mujer me da miedo...

- ¿Por qué mi cielo?

- Por que ella te miraba con odio, pero... te estaba sonriendo como si no... pasara nada...

- No pude evitar preocuparme, acabo de decirle mi debilidad a esa mujer... - Cariño, ¿recuerdas lo que te dije que hacía una madre?

- Te ama y protege

- Entonces ¿Qué soy para ti?

- Mi mamá

- No lo dudes... yo te voy a proteger, no tengas miedo ¿si? Ahora ven a descansar mi cielo - le extendí los brazos para que durmiera un poco

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Cuando llegamos nuevamente a la residencia lo llevé en brazos a mi cuarto para que descansara, últimamente dormía mucho aquí, y no me molestaba, de hecho me gustaba tenerlo en mis brazos cuando dormía como cuando despertaba, este angelito era lo mejor que pudo pasarme...

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Cuando salí de mi habitación, quise encontrar al mayordomo para que me ayudase con algunas cosas, sin embargo mientras caminaba, por la ventana vi reunidas a las mujeres que ya vi anteriormente, deseaba conocerlas, así que fui en dirección suya para poder hacerlo.

Cuando ya estaba ahí, pude ver que todas se quedaron en silencio y mirando a un lado para evitar mi mirada, solo una me analizaba un poco, sin miedo. Para tranquilizarlas les saludé con una reverencia, pues en este lugar todas eramos iguales.

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- Mucho gusto señoritas, al fin tengo el privilegio de hablar con ustedes, me presento, mi nombre es Margaret, hija del Duque Kontho, ¿como se llaman ustedes?

- Es un gusto al fin hablar con usted, soy Mina hija del Barón Gertz - Dijo aquella que no tuvo miedo - Como puede ver las demás muchachas están un poco reacias a conocerla, debido a los rumores que rondan a usted creen que si se les acerca, podría lastimarlas

- Bueno espero confíen en mi palabra cuando les digo que no hago daño a mi familia, y ahora ustedes lo son, todas somo concubinas del Conde, no las lastimaré - Dije de la mejor manera posible

- Eso no garantiza en que no nos lastimará, la señorita Gabbai siempre mostró buena actitud ante los demás, usted sin embargo demostró su arrogancia desde que nació, evitando hacer amistad con los demás por creerse superior simplemente por ser elegida prometida del príncipe, me parece que fue una buena bofetada lo que le sucedió - Dijo una que tenía el rostro tapado y la mirada hacia abajo

- ¿Como se llama?

- ¿Yo? - Me pregunto la anterior chica

- Si, usted

- Soy Rosaline, tercera hija del Conde Omonte

- Señorita Omonte, le diré una cosa, la vida no está hecha de blanco y negro, puede criticarme, pero ¿por qué lo hace? ¿por que piensa que lo que ella contó es la verdad?, como usted lo dijo, cuando dije que no las lastimaría bien pude mentir ¿por que ella no lo haría? la gente miente todo el tiempo. A mí me mira como alguien arrogante, ¿Alguna vez se molestó en conocer mi lado de los hechos? ese es el problema de la gente, solo escuchan un lado de la historia, quien parece el villano siempre tendrá que ser el villano

Mina Gertz

- ¿Según usted es buena persona? - Dijo la señorita Mina de forma seria

Margaret

- No me considero buena persona, pero tampoco me considero alguien para ser llamada mala, aunque no me importa ser la villana en la historia de esas personas, como dije, no conocen mi lado de los hechos, no saben lo que pasé hasta este punto, no saben si todo lo que ella contó es cierto, y la verdad - Dije sonriendo - no me interesa contarlo, al fin y al cabo las cosas están claras, yo la lastimé y humillé, no hay nada que pueda aclararlo ¿verdad?, pero al final supongo que todos terminan pagando, acabé en este lugar

Rosaline

- ¿Qué la hace pensar que tiene su merecido?

Margaret

- Como la veo ahora, golpeada, con heridas, y seguramente dolores en partes sensibles, claramente puedo decir que pronto me tocará vivir lo mismo, ademas, no podemos afirmar si ya tuve mi merecido ¿verdad? - Dije mostrando un grado de tristeza en los ojos

- En eso tiene razón... en este lugar, tarde o temprano terminamos pagando nuestros pecados, todas fuimos vendidas, todas pasamos por lo mismo... no creo que sea momento de atacarnos, sino de mantenernos fuertes en este momento

-Tiene razón Señorita...

- Clara

- ¿Solo Clara?

- Así es... ya no tengo familia a la que acudir, y el titulo ya no existe

- Comprendo... ¿Y usted dos señoritas?

- Mariam Frell - Dijo de forma suave

Mina Gertz

- La ultima se llama Bella, no sabe hablar, vino por que su padre perdía todo su dinero en apuestas, prostitutas y alcohol, cuando su padre supo de ella la recibió pero no le permitió tener educación, cuando tuvo la oportunidad de cambiarla por mas dinero, lo hizo

Margaret

- Lo siento... - Dije en un susurro - ¿Y tú Mariam?

Mariam Frell

- Para poder realizar un negocio

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Al verlas bien, todas tenían alguna clase de marca, o una cara de tristeza... habían pasado por mucho ¿Por qué?, ¿Por que el conde las lastimaba así?

Estuvimos hablando por un rato, cuando ya estuvieron cogiendo un poco de confianza se notaban mas tranquilas, así que traté de hacerles unas cuantas bromas, halagos y comentarios mas simples, no quería que se sintieran presionadas por relacionarse conmigo.

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Comments

Ivon Caraballo

Ivon Caraballo

si el conde realmente es malo entre todas pueden deshacerse de él...total nuestra prota sabe de negocios

2024-02-02

11

Sandra Martinez

Sandra Martinez

clara y contundente en su análisis respecto a tomar partido por una persona sin conocer los hechos de la otra, me gusta la seguridad de esta Margaret

2023-10-03

1

♡☆💫Eve💫♣

♡☆💫Eve💫♣

Yo que creo que el conde no es que las golpea sino la esposa 🤔🤔🤔

2023-07-23

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