Era viernes por la mañana, los días anteriores habían pasado como un pestañeo. Michelle se encontraba en la cocina, sentía su estómago revuelto, pero le echaba la culpa a la inoportuna visita del jefe de su marido.
Después de sorber el último trago de su té, se concentró en la cena. Pues, el deseo de su esposo, era que todo estuviera perfecto. Así que, comenzó a sacar todo lo que necesitaría.
Por su parte, Ramsés se encontraba más tranquilo, era cierto que su jefe era un idiota, pero él debía aprovechar la oportunidad, tal vez, este tipo de acercamientos lo llevarían a un ascenso, ya que, dentro de todos sus compañeros, ninguno había tenido el 'gusto' de que Baillerés Jr. cenara en sus hogares.
Volviendo con el lío mental de Michelle, lo que más lamentaba, era que por estar ocupada toda la tarde, organizando la cena, no podría asistir a su cita con la doctora Helen. De verdad que asistir a ese lugar, la hacía sentir más ligera, y una extraña y agradable sensación de sosiego. El recuerdo de su última sesión, la hizo entrar en ese estado de paz, pues, se había permitido llorar como nunca antes, y había aceptado, que las acciones de sus padres, la habían lastimado, aunque quizás, ellos ni siquiera eran conscientes de eso. Entonces la mente de Michelle, comenzó a divagar un poco más en sus recuerdos, pero algo dentro de ella, le recordó que la lasaña, no se cocinaría sola.
Así que con todo lo necesario en la barra, empezó a cocinar.
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7:30 pm, y no había rastros de Ramsés. Quizá habían cambiado de opinión o se les había pinchado un neumático, lo que fuera, Michelle lo agradecía, pues ella, no quiera ser parte de eso, pero sabía que para su marido, esa cena era muy importante, así que, tomó su celular y marcó para asegurarse que todo estaba bien.
—¿Qué pasó mi amor?
Fue la respuesta de su esposo en la otra línea, y Michelle, supo que ese tono de voz de hombre enamorado, se debía a que su jefe andaba por ahí.
—Son las siete y media, ¿todo bien? —respondió Michelle, omitiendo todo el teatro de 'esposa enamorada'.
—Surgió un retraso, hermosa, olvide decírtelo, pero a las ocho y media, estaremos ahí —la voz de Ramsés sonaba en extremo melosa.
—Ramsés, llevó toda la estúpida tarde arreglando todo, casi caigo de la ducha por ir tan a prisa, todo para que tú ni te dignas en avisarme que se pospuso, casi dos horas —escupió Michelle, en tono alto. Y no es que los quisiera en su casa, simplemente le molestaba que Ramsés, ni en eso la tomara en cuenta.
—Yo también, te amo. Nos vemos en un rato. —dicho eso, Ramsés colgó.
En ese momento, Michelle quería tomar la cena y esparcirla por todo el comedor, como si de una demente se tratara. Pero, comenzó con sus ejercicios de relajación y como le había aconsejado su psicóloga, trató de ponerse en el lugar de Ramsés.
Después de veinte minutos, logró tranquilizarse. Entonces fue hasta el estante de la sala y se sentó en su cómodo sofá, ya que el tiempo que restaba para que su esposo y los invitados llegaran, lo iba a gastar, leyendo uno de sus libros favoritos.
Al paso de las horas, la fémina embelesada, daba vuelta a las páginas, hasta que el ¡rin, rin!, del timbre, la hizo darse cuenta de que el tiempo se le había ido volando, y su esposo, y compañía, la esperaban en la entrada.
Michelle se levantó tan rápido del sofá, que comenzó a sentir un fuerte mareo. Al recuperarse, corrió hasta la puerta, para darle la bienvenida a su marido e invitados, pues al parecer el señor Baillerés, iba muy bien acompañado por una despampanante pelirroja. Fue en ese momento, que cómo si se tratara del flashback de alguna película, Michelle, recordó que esa noche del 'libido' el hombre del antifaz de cuervo, no estaba solo. Entonces vio con atención el rostro de Harper, y era como si en su mente, el antifaz de la pelirroja que se le acercó, aquella noche, parpadeara en el rostro de la mujer frente a ella. No había duda, Harper, era aquella mujer. Michelle no podía comprender la lentitud de su cerebro, pues eso era algo muy evidente.
—Buenas noches, bienvenidos —dijo finalmente Michelle. Para cambiar su mueca de asombro, por una sonrisa cordial.
Todo pasó en tan pocos segundos, que Ramsés ni siquiera lo notó.
—Sean bienvenidos a mi humilde hogar, que también es el suyo —expresó Ramsés.
Mientras los invitados entraban a la casa Lacari. Harper observó todo, arrugando ligeramente la nariz, mientras compartía una mirada con Elián.
—Esto… es muy… rústico —soltó Harper.
Mientras que Elián, la reprendió con la mirada.
—Sí, supongo que tenemos algo de campesinos —bromeó Michelle. Esa era su forma de demostrar que no le importaba la opinión que tenía esa mujer de su casa.
—Yo considero que Harper, no se supo expresar, creo que ella se refiere a que esta casa se siente muy hogareña —explicó Elián. Mientras cerraba los ojos y después daba un exagerado suspiro, como si estuviese en el más fresco parque.
—Ajá, eso quise decir. —Harper le siguió la corriente, e imitó la misma acción.
—Bueno, pasemos al comedor, antes de que empiecen a acampar en mi sala —dijo en voz baja Michelle, haciendo mucho énfasis. Pues ese par, los llamaba raros, cuando claramente los raros, eran ellos.
Cuando todos pasaron al comedor, Michelle se excusó, pues la cena se había enfriado y debía calentarla de nuevo.
—Por nosotros no hay problema —dijo Elián.
Mientras tanto, Harper lo observó con curiosidad, mientras se preguntaba, si Elián quería un intercambio de parejas con Ramsés Lacari.
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Comments
Yara Noguera
en ese intercambio la perdedora será Harpert con el rapidín /Facepalm//Facepalm/
2025-04-01
0
Isabel González
Hay como me rio esa opción sería buena la del cambio de pareja veamos que sucede con ellos
2024-11-04
1
Magda Infante Quintero
eso es lo que quiere, solo que lo quiere de forma permanente y ni él se ha dado cuenta de eso 😂
2023-08-22
3