Capítulo 12

Elián Baillerés, se encontraba en su oficina. No podía sacar de su mente, el recuerdo de la señora Lacari, para ser más preciso la primera vez que la vio.

«Él hacía uno que otra colaboración con su padre, en cuanto a temas laborales, nunca imaginó que su progenitor, siendo como es, lo iba a dejar a cargo de la empresa, pues estamos hablando de dos años atrás, dónde ni siquiera se mencionaba esa posibilidad.

Ese día en especial pintaba aburrido, ya que su padre había organizado un pequeño convivió y para empeorarlo, Ramsés Lacari, no paraba de joderle la existencia, era el tipo más doble cara, hablador y creído, que había conocido, pues lo exasperó y ni siquiera había entablado una conversación directa con él. Entonces decidió retirarse. Cuando sentada entre la multitud de señoras, la vio, tenía el cabello corto, y estaba en una competencia de quién tomaba más rápido su bebida, era un contraste bastante gracioso, pues parecía tener veinte años, y competía a lado de mujeres que pasaban de los treinta.

—Michelle —llamó el señor Lacari.

Así que, la joven, por la sorpresa, derramó un poco de la bebida en su blusa, y en respuesta a eso soltó una fuerte carcajada. Así que la escena ahora parecía la de un padre, mirando mal a su hija por no obedecer.

Cuando la mujer le ofreció a Lacari su mano, el brillante anillo de matrimonio, parecía gritarle 'Es de alguien más, mira para otro lado'. Y eso hizo, preguntándose en qué universo la chica hermosa se quedaba con el tarado. En ese momento, él no era el 'futuro dueño de la empresa Baillerés' era simplemente Elián, y ni siquiera se había cambiado de ropa después del arduo trabajo de ese día, así que con su camisa manchada de tierra y su rostro asoleado, parecía más un ayudante de maestro de obras, que un arquitecto. Por eso, ese día, se fue del lugar sin despedirse de nadie.

La segunda vez que se topó con ella, fue un año después, la escuchó bromear sobre conquistar a Enzo Baillerés (su padre), y Lacari solo moría de la risa, por las ocurrencias de su esposa.

Entonces, unas semanas después fue la tercera ocasión en que la vio, está vez saliendo de la empresa Baillerés, igual que las veces anteriores, no pudieron compartir ni una mirada. Pero, Elián seguía sintiendo ese deseo injustificado, incluso un par de veces había fantaseado como sería estar en la intimidad con ella. Él estaba seguro de que todo eso, únicamente se quedaría en fantasías.

Hasta que, llegó la cuarta vez que se topó con ella, está vez en el 'Libido' el club swinger favorito de Jade Harper, su socia y compañera de negocios. A diferencia de las otras veces, en esta ocasión, la señora Lacari, estaba totalmente en sus dominios, era como una presa puesta en charola de plata para su cazador, evaluó la oportunidad que tenía y la tomó. Fue así como sus deseos, más perversos con la esposa de Lacari, se volvieron realidad. Pero no entendía, porque seguía teniendo ese enorme capricho por ella. No sabía si eran esos grandes y expresivos ojos, la suave textura de su piel, quizás su ahora largo y castaña cabello, o su personalidad tan poco convencional, pero Michelle era una mujer que despertaba en él, los más lujuriosos impulsos y si de algo estaba seguro, es que la tendría en su cama, las veces que quisiera»

Elián siempre fue un hombre que no esperaba que las cosas le cayeran del cielo, sin importar que tan bien posicionado estaba por su apellido, él siempre buscó sobresalir por sus medios.

Así que, para cumplir su gusto, tenía que poner manos a la obra.

Por lo tanto, mandó a llamar a Lacari, informando que necesitaba la ayuda de una fémina, para el proyecto de caridad, que había organizado su padre.

—Eso es estupendo —dijo Ramsés.

—Sí. —Fue entonces que  Elián, se dio cuenta de que si quería inmuscuir a Michelle en ese proyecto, debía ser más directo —. Estaba pensando en su esposa.

—¿Mi esposa? —preguntó sorprendido Ramsés. Aclarándose la garganta —. Mi esposa, o sí, mi esposa, es una excelente elección, señor.

Elián se comenzó a desesperar, pues Ramsés titubeaba, hasta por la más mínima decisión.

—Sí, entonces, este viernes que tengamos la cena en su casa, hablamos sobre ese tema. —afirmó. Sin dejarlo negarse, o alegar sobre la cena.

Ramsés abrió ligeramente su boca, sus cejas se elevaron, pero en poco tiempo repuso la compostura, asintiendo.

—Bien, Lacari puedes irte. —Elián, corría a Ramsés de su oficina.

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Horas más tarde, un airado Ramsés se encontraba en el comedor de su casa, le acababa de explicar parte de la situación a su esposa.

—No es más que un idiota —escupió. Golpeando la mesa con la palma de su mano.

Por su parte, Michelle se sentía muy halagada por ser tomada en cuenta para una causa tan noble como la caridad.

—A mí, no me parece mala idea —dijo. Levantándose de su asiento y acercándose a su esposo para tocar su hombro.

—No digo que sea mala idea, lo que digo es que no debe imponer las cosas, ¡él muy imbécil!, se siente como si fuera un dios.

Más maldiciones comenzaron a salir de labios de Ramsés. Entonces, Michelle volvió a su siento y comenzó a comer, pues ya estaba acostumbrada a ese tipo de ocasiones, dónde su marido, soltaba todo el odio y desprecio que sentía por Elián Baillerés.

Eso hizo que la joven mujer se preguntara, qué pasaría, si Ramsés se llegará a enterar de que pasó la noche con él. ¡Seguramente la mataría!. Pero no tenía porqué pensar en tan horrible escena, lo que pasó esa noche, no se volvería a repetir jamás.

—Por cierto que el viernes viene a tragar lasaña a la casa —soltó, sin más, Ramsés.

Michelle casi se atraganta con un pedazo de carne. Por suerte, su esposo la ayudó.

—¿Para que vendrá? No se supone que el señor Enzo, es el que está organizando… la planificación de… la caridad —dijo, para luego carraspear un poco.

—Te digo que es un idiota controlador —explicó Ramsés, rodando los ojos.

La pobre Michelle, volvió a sentir fuertes retortijones en el estómago. Pues sabe que estaría muy cerca de Elián, y eso la ponía nerviosa.

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