Michelle estaba recostada en la cama de su habitación, aunque había tenido cientos de discusiones con Ramsés en el pasado, esa última la había amargado como nunca.
Lo siguiente que pasaba por su mente, era el hecho, que el jefe de su marido, fuera el hombre de aquella noche. Era inevitable no pensar en aquel encuentro.
Entonces, la puerta de la habitación se abrió, dejando ver un malhumorado, Ramsés.
—¿Cómo te sientes?
—Mejor —dijo ella, desviando la mirada —. Gracias por preguntar.
—Bien.
Fue lo último que dijo el hombre, y volvió a salir de la habitación. El recuerdo de Ramsés, adulando a la tal Harper, eran como una daga que atravesaba su pecho, pero, si de algo estaba segura, era que no se trataba de celos, lo que a ella de verdad le dolía es que su marido se portaba bien con todas, menos con ella, a su lado Michelle se sentía como la mujer más fea y aburrida del planeta.
Fue entonces que la puerta se abrió por cuarta vez, en esa mañana.
—Me voy al trabajo, cualquier cosa me avisas.
Y así fue, como Ramsés, salía de su casa, sin ni siquiera esperar una respuesta de parte de su esposa.
La joven mujer se comenzó a sentir inquieta. Un inmenso miedo la inundó, entonces recordó los ejercicios de respiración que había aprendido, para manejar su ansiedad. Para su mala suerte, la sensación de indiferencia, que la hacía sentir su marido, siempre que estaba rodeado de hermosas mujeres, se apoderó de ella. Eran como unas voces en su interior, que le gritaban que nunca fue lo suficiente para Ramsés. Pero entonces, se coló en sus pensamientos la intensa mirada de Elián, el cómo ese par de ojos, color avellana, hacían que su interior se estremeciera. Michelle nunca se había sentido tan deseada como en ese momento. Además, el hecho de que Elián, fuera un hombre tan atractivo y poderoso, hacía que su ego se hinchara.
—Soy una gran mujer —se animó a sí misma.
Entonces, se levantó de la cama y se puso a hacer los pendientes que tenía en su casa.
Separó la ropa de Ramsés, por color, y la metió a la lavadora, para después desempolvar el mueble de la televisión, que estaba en la sala.
Luego de terminar, se metió a la ducha, y en cuanto salió, se puso la ropa más cómoda que tenía. Iba en dirección a la cocina, ya que tenía un enorme antojo de un té negro. Pero, el sonido de su celular, perturbó su paz.
Ella lo tomó, y al leer 'Ramsés' en la pantalla, apretó los labios.
—Bueno —contestó con pésimo humor.
—Michelle, ¿crees que puedas traerme la memoria USB, que está en mi cajón de la recámara?
—No me siento bien —mintió—. Así que no creo que pueda ir.
—Por favor, la necesito. —Le suplicó, Ramsés.
Fue entonces que la mirada de Elián volvió a aparecer en la mente de Michelle.
—Está bien, yo te la llevo —dijo finalmente y cortó la llamada.
Lo próximo que hizo la joven mujer, fue arreglarse, estaba tan emocionada como cuando era adolescente, y tenía un amor platónico por el profesor practicante de su preparatoria.
Al estar a punto de salir de su casa, recordó la memoria USB, pues era la razón por la que iría al trabajo de su marido. Así que, fue hasta su habitación y la buscó dónde Ramsés le había indicado, al encontrarla, salió rápido y fue directo a la oficina de su esposo.
Sabía que toparse con Elián era muy poco probable, sobre todo por la escena de pánico que protagonizó el día de ayer.
Pero Michelle no podía estar más equivocada, ya que al entrar a la empresa, pudo ver qué su esposo la esperaba en la puerta principal, con nada más ni nada menos que, Elián Baillerés.
—Ahí está —dijo con alivio, Ramsés.
Y la joven, comenzó a caminar a paso lento, está vez sin apartar de la vista de su esposo y cuando estuvo frente a ellos, los saludó con cortesía.
—Luce mucho mejor, señora Lacari —pronunció, Elián. Para después mirarla de arriba abajo.
—Lo estoy —aseguró, y posteriormente, sujetó la mano de su esposo con ternura—. Mi esposo me ha cuidado bien.
Elián apretó los labios para disimular una sonrisa, pues la señora Lacari, hablaba con tal ironía.
—Que romántico —agregó, observando a la pareja de enamorados.
—Gracias, señor. —Agradeció Ramsés y apretó la mano de su esposa, como una manera de felicitación por hacerlo quedar tan bien.
—Espero probar muy pronto esa rica lasaña. —Alabó Elián, cambiando de tema, parecía que su único cometido era poner nerviosa a Michelle.
Y fue ahí, dónde la joven tuvo la duda, de que si el hombre del antifaz de cuervo, ya sabía que ella era la esposa de Ramsés, o si se había enterado el día de la celebración.
—Cuando guste, usted y su esposa, son bienvenidos a nuestro hogar —dijo con amabilidad Michelle.
Ramsés se sintió tan complacido, que casi podía saborear un ascenso.
Por su parte, el joven jefe, está vez no pudo reprimir una carcajada.
—Gracias por la invitación, por el momento, solo soy yo —explicó, haciendo énfasis en las tres últimas palabras.
—Disculpe —la joven mujer, sonaba apenada.
—No se preocupe —Elián, se dirigía a ella de forma muy educada.
Seguidamente, Michelle le dio el USB a Ramsés y éste, se lo ofreció a su jefe, Elián lo tomó entre sus manos e hizo una reverencia de despedida y caminó hasta el ascensor para volver a su oficina.
Michelle y Ramsés, se le quedaron viendo, hasta que desapareció de su vista.
—Es muy buena persona. —Michelle, miraba el reloj en su muñeca, para tratar de disimular su sonrojo.
—Debes estar bromeando —bufó Ramsés—. Es peor que una patada en las bolas.
—Tal vez, a mí no me lo parece. —Michelle soltó una risita—. Porque yo no tengo bolas.
Ramsés también comenzó a reír.
—Como sea, gracias por esto.
—De nada, te debía una por la manera maleducada que me porté ayer. —Ella le dio un pequeño golpe en el hombro.
—Bueno, gracias, nos vemos en unas horas.
Fueron las palabras de despedida de Ramsés.
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Comments
JTOC27
vas a perderla por pendejo Ramsés y te vas arrepentir 😞🤣
2024-03-05
3
Victoria Ruiz
jajajajaja ahora sabrás lo que es bueno, imbécil... 😡😡😡
2023-09-30
2
Carina Sau
hay lo sabía el ya comió su comida y también su esposa jajaja
2023-08-05
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