Michelle se sentía furiosa, su marido parecía vivir solo para el trabajo.
Pero claro, lo que a ella le inquietaba, era si se seguía viendo con su amante o en su defecto, si para esas alturas ya se habría enredado con otra mujer.
Cuando la puerta de su casa se abrió, pudo verlo muy sin pena, parado en el marco.
—¿Dónde diablos estabas?
—En el trabajo —respondió con obviedad.
—¡Eres un gran tonto!
—¿Y ahora qué hice?
—Te repetí mil veces que hoy teníamos terapia de pareja con la doctora Turner.
—Lo olvidé
—Te mandé como veinte mensajes de texto en el transcurso del día.
—Mira Michelle, para tu información, voy al trabajo, a trabajar, no a esperar el momento en el que me quieras estar jodiendo con tus mensajitos.
—¡Claro Ramsés! Cómo no soy las zorras de tu trabajo, a mí no me respondes los mensajes —escupió, llena de coraje.
Ramsés rodó los ojos con fastidio.
—Si vas a estar de insoportable, mejor me largo de aquí.
—Sí, eso será lo mejor.
—¿Me estás corriendo?
—No, pero ya estoy harta de que en cualquier discusión, siempre me amenazas con irte. Así que si quieres irte, vete.
—Cada día, estás más loca. —Ramsés apretó los dientes. Y lo siguiente que hizo, fue salir de ahí.
Por su parte, Michelle no pudo más y se desmoronó, las lágrimas desbordaron por sus mejillas. Todo eso se estaba volviendo cada vez más insano.
Entonces, su mente se transportó al 'Libido' ese club nocturno para swinger. ¿Habría alguna diferencia si volviera a ir?
Lo único que hizo el hombre del antifaz de cuervo fue abrirle los ojos, y así pudo entender que su matrimonio no nada más tenía falta de comunicación, también tenía falta de intimidad.
Si tan solo pudiera ir nuevamente, rogaría que ese hombre la tomara aún con más fuerza, anhelaba que su gran miembro entrara sin compasión alguna.
El celular de Michelle, comenzó a timbrar, sacándola de su ensueño.
—¿Qué pasa? —contestó.
—¿Qué haces?. —Kate, estaba masticando mientras hablaba.
—Nada, en mi casa, ¿y tú?
—¿Por qué te escuchas así?
—¿Así cómo?
—Como si estuvieras llorando.
—Estoy agripada, eso es todo.
—¿Segura?
—Sí, Kate, segura.
—Bueno, te quería invitar al cine. Iremos con mi amigo el vidente.
—Kate, que un tipo barajé cartas, no lo hace un vidente.
—Sí, como sea. Ven con nosotros.
—Está bien. ¿A qué hora es la película?
—En una hora, pero paso por ti en treinta minutos, ¿vale?
—Ok. Ahorita nos vemos. —Entonces Michelle colgó el móvil.
Se cambió de ropa, y se sorprendió con la facilidad que Kate había llegado a su casa.
—Hola —saludó, mirando a Kate, quien tenía a su lado a su amigo 'vidente'.
—Hola, vámonos ya.
Kate parecía muy apresurada, más de lo acostumbrado.
Michelle, no le tomó demasiada importancia.
Fue entonces que los tres se aventuraron a una tarde de cine, palomitas y mucho refresco.
La molestia de Michelle, aún no había desaparecido, así que ignoró todo lo referente a Ramsés, siendo esto: sus mensajes y llamadas.
Salió de su casa a las cuatro de la tarde y regresó a las diez de la noche.
Al abrir la puerta, su marido ya la estaba esperando.
—¿Por qué mierda no respondes el teléfono?
—Porque da la casualidad que en esta casa nos encanta ignorarnos mutuamente.
—Michelle, deja de ser infantil. ¿Sabes cómo está la ciudad hoy en día?
—Vaya… o sea que ahora, después de ignorarme por años, te estás preocupando por mí —dijo, mientras avanzaba de la entrada de la puerta a la sala.
—Te estoy hablando. —sostuvo su antebrazo con demasiada fuerza.
—¡Suéltame!, suéltame que me estás lastimando. —Su voz sonaba firme, pero por dentro, Michelle nunca le había tenido tanto miedo a su esposo.
—¿Dónde estabas?
—No es tu incumbencia —respondió tratando de zafarse de su agarre.
—Michelle, ¿dónde estabas? —volvió a preguntar y está vez la tomó del brazo con mayor fuerza.
—¿¡Qué te pasa!? ¡Suéltame!. —Michelle sonaba algo desesperada.
—Lo siento —la soltó—. Un compañero de trabajo me mandó esto.
Ramsés tomó su celular y entre los mensajes de WhatsApp, encontró lo que estaba buscando. Era una foto de Michelle, muy cerca del chico vidente.
—Es un amigo de Kate.
—Sea quien sea, sabes que no me gusta que te carguen en chismes.
Ella rodó los ojos, para después preguntar:
—¿En qué maldito momento nos convertimos en esto?
Esa pregunta sonaba desesperada.
—No sé a qué te refieres —se encogió de hombros
—Sí, lo sabes y estoy segura de que nunca fue esto lo que quisimos.
—Perdóname, sé que no he sido el mejor esposo, y sé que te prometí mejorar —dijo con tranquilidad.
—Yo tampoco he sido la mejor esposa.
—No sé en qué momento nos perdimos, pero prometo encontrarnos.
Las palabras de Ramsés parecían serias, pero algo en el interior de Michelle le decía que no se hiciera demasiadas ilusiones, pues esas mismas palabras las había dicho en el pasado.
—¿Qué te parece si pasamos a la siguiente etapa de reconciliación? —cuestionó, desabrochando su pantalón.
Michelle accedió. No era el hombre con antifaz de cuervo con el que fantaseaba, Pero al menos podría fingir que sí.
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Comments
Victoria Ruiz
Dile que esa es la fuerza que debe ponerle en la intimidad... 😡😡😡
2023-09-30
3
minehhahha gomez
bueno cada mujer tiene su punto de vista y su manera de enfrentar su situación
2023-05-28
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Graciela Peralta
Ramses es un caradura de que sé queja
2023-05-07
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