—Buenas tardes. Mi nombre es Michelle Galcaci.
—Pase, en un momento verificaré su información y le daré indicaciones.
—Gracias.
Fue entonces que Michelle entró al consultorio a paso lento. Miró el sofá en el que se había sentado hace tres semanas, la misma secretaria la había atendido, la recordaba muy bien, pues los rizos rubios de la mujer, habían quedado grabados en su memoria. Pero al parecer, ella no tenía ninguna característica especial, pues la secretaría la trataba como si nunca la hubiera visto en la vida.
—Señorita Galcaci, me informa la doctora Helen, que puede pasar.
La joven mujer se levantó del sofá, sus pasos se dirigieron a donde la secretaria le había indicado, tocó la puerta, tres veces y esperó con paciencia que la doctora, le diera permiso para entrar.
—Adelante —indicó la doctora.
Fue entonces, que Michelle entró.
—Con permiso, buenas tardes.
—Buenas tardes, señorita Galcaci —saludó la especialista —. Tome asiento.
Michelle obedeció la indicación. Por su parte, la doctora Turner, la miró con curiosidad, pero recobró su porte profesional.
—Dígame, ¿qué le trae por aquí?
—Yo… vine hace como tres semanas aproximadamente —comenzó su relato—. Vine a tomar terapia de pareja con mi esposo, por cuestiones de trabajo, él no pudo llegar a la cita. Entonces usted me ofreció tomar una sesión individual y yo me negué.
—Sí, lo recuerdo.
La doctora Turner, esperó hasta que Michelle se sintiera lista para continuar.
—Bueno… esa idea estuvo rondando por mi cabeza, pasaron los días y a mi esposo le gusta mucho ver los noticieros, a mí no me gusta tanto —explicó, encogiéndose de hombros—. Fue entonces que pasaron la nota de un hombre que se había quitado la vida, todos a su alrededor explicaron que jamás se les hubiera pasado por la cabeza, que él hiciera algo así, para ellos él lucía siempre feliz. Entonces, yo me imaginé siendo ese hombre.
La doctora Turner, no emitió ninguna palabra.
—Yo… me puse a pensar, qué pasaría si yo decidiera terminar con mi vida —dijo con pesar—. Siendo sincera la mayoría del tiempo me siento cansada o estresada, y recuerdo muy bien que la reportera del noticiero, dijo que si tienes pensamientos como los míos, el psicólogo puede ayudarte. Por eso estoy aquí.
Entonces, Michelle agachó la cabeza, sentía vergüenza de externar las ideas que rondaban por su mente. Se sentía vulnerable.
—Bueno, Michelle, antes que nada, quiero felicitarte por estar aquí. Es muy difícil reconocer cuándo necesitamos ayuda. Qué tú estés frente a mí, significa que eres muy valiente. —La boca de la psicóloga se curvó ligeramente hacia arriba.
La joven Galcaci, imitó el gesto.
—¿Te gustaría decirme cómo crees que comenzó este problema?
Michelle se tomó unos segundos para reflexionar y emitir una respuesta.
—Supongo que con el divorcio de mis padres —soltó de forma tímida.
—Ya veo, ¿y qué edad tenías cuando se divorciaron? —preguntó con curiosidad.
—Doce años.
—Desde entonces, ¿qué tanta comunicación tuviste con tu padre?
—Nos veíamos, en ocasiones especiales.
—¿Qué eran ocasiones especiales?
—Pues, mi cumpleaños —Michelle buscó entre sus recuerdos, los momentos gratos que había vivido con su padre.
Y así fue como comenzó su primera sesión.
Estaba tan inmersa contando sus anécdotas, que no recordaba el momento en el que había comenzado a llorar.
La doctora Helen, tomó entre sus cosas un paquete de pañuelos desechables y se lo extendió con cortesía.
Michelle lo tomó y con delicadeza lo pasó sobre sus mejillas.
—Michelle Galcaci, ha sido un placer charlar contigo, te veré en la próxima sesión, pero está vez, te voy a pedir que en tu casa, cuando tengas un momento libre, anotes tres de los momentos más tristes que hayas vivido en tu entorno familiar.
—Bien, muchas gracias. —Se levantó de su asiento y se despidió de la doctora con un leve apretón de manos.
Se despidió de la secretaría, y al salir vio el auto de Kate estacionado a unos cuantos metros de la entrada. Cuando dio el primer paso fuera del edificio, sintió como si flotara. Era esa inexplicable sensación de paz que te daba el llorar, pero sobre el sentirse escuchada.
Al estar frente al auto, notó que esta, la esperaba con una enorme sonrisa.
—¿Cómo te fue? —preguntó en cuanto Michelle abrió la puerta del copiloto.
—Bien.
—Ahora, para celebrar, vamos al Libido a fingir que somos pareja de nuevo —bromeó.
Michelle soltó una pequeña carcajada
—¡No volvería al Libido jamás!
—¡Qué aburrida!
—Mejor llévame a mi casa, muero de curiosidad por escuchar, la triste historia de mi marido y su nuevo jefe.
—Algo me dice que ese par va a terminar enamorándose.
Las chicas comenzaron a reír, y Kate encendió su auto para conducir hacia la casa de su amiga.
▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃
Mientras tanto, en una de las oficinas de la empresa Baillerés, Ramsés se encontraba con el ceño fruncido.
—Me dijo el señor Baillerés, que esto es as-que-ro-so.
Le dijo la joven pelirroja frente a él.
—Sí, en un momento voy a corregir todo —respondió, aguantando las ganas de mandarla a la mierda.
—No hay nada más patético para mí, que los hombres reprimidos. —Dijo la mujer y acomodó un mechón de su roja cabellera atrás de su oreja —. Pero por alguna extraña razón, me resultan excitantes.
Ramsés no podía creer lo que estaba escuchando, ¿acaso esa despampanante mujer le estaba coqueteando?. Entonces, tuvo contacto visual y la seductora mirada que le estaba dedicando, disipó todas sus dudas.
La mujer lo miró de arriba abajo y se giró para salir de la oficina.
La boca y los ojos de Ramsés, estaban ligeramente abiertos y su corazón se aceleró.
Después de unos minutos, logró tranquilizarse. No había duda que la señorita Jade Harper era una mujer hermosa, toda ella parecía una supermodelo. Lo que más le llamaba la atención, eran sus ojos verdes y sus labios carnosos.
Su mente comenzó a fantasear con el cuerpo desnudo de la fémina.
Fue entonces que su celular comenzó a sonar, indicando una llamada entrante.
—Mierda —maldijo en voz baja.
Pues al parecer, las llamadas de Michelle lo sacaban de sus casillas.
—¿Qué pasa? Estoy en el trabajo —respondió con molestia.
—Lo sé, solo te quiero informar que saldré con Kate.
—Ok. Con cuidado, bye —le dijo y acto seguido cortó la llamada.
Al transcurrir un par de minutos, Ramsés volvió a prestar atención a su trabajo, tenía muchas cosas que corregir y sobre todo, no podía quitarse de la cabeza ese par de ojos verdes, que lo habían mirado con tanta intensidad, hace apenas unos cuantos minutos.
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Comments
Melisuga
¿Y qué piensa ofrecerle? Porque no creo que la pelirroja se conforme con la entrega de 'Pedidos ya' a que se ha acostumbrado la pobre insatisfecha de Michelle. (Nadie se conforma con eso...)
2023-09-12
5
Melisuga
Muy ocurrente, querida Kate...
😅😅😅
2023-09-12
2
Graciela Peralta
que pasara ahora con ella y el
2023-05-07
0