El día después...

Me desperté sobresaltada, al abrir los ojos supe inmediatamente que no era mi cuarto y al cerrar los ojos múltiples imágenes llenaron mi cabeza, lo que hizo que me incorporara de inmediato e instintivamente me cubrí el torso con la sábana, el hombre que estaba a mi lado, se despertó inmediatamente y sonrió con una expresión pacífica en su cara tratando al mismo tiempo de abrazarme, a lo que yo me negué cerrando los ojos y llevando rápidamente ambas manos a mi cara para tapármela con vergüenza.

-Buenos días cariño, -me dice Leonell, tomando mis manos y separándolas de mi cara, -mírame, no debemos de avergonzarnos de lo que pasó entre nosotros, fué maravilloso y avergonzarnos es denigrar ese acto tan bello que nos unió.

-Perdóname pero no estoy acostumbrada, es la primera vez que hago esto, nunca habría pensado que pudiese hacerlo y no me parece adecuado, por favor necesito irme a mi casa, necesito ir con mis hijos, no era yo la que actuaba, por lo menos no en mis cabales, necesito irme. Por favor podrías salir un momento para que yo pueda vestirme? -dije apresuradamente rehuyendo su mirada y apartando sus manos rápidamente.

-Por supuesto, ya te dejo tu espacio, está bien, pensé en que desayunáramos y luego llevarte -dijo tomando distancia y poniéndose serio.

-No por favor, no podría comer nada, sólo quiero vestirme e irme, me puedes pedir un taxi?

-No será necesario, yo te llevo.

-No, yo prefiero un taxi, por lo que más quieras por favor pídeme un taxi, yo lo cancelo.

-Si piensas que es mejor, lo pediré, quédate tranquila, pero no será necesario que lo pagues yo te acompaño hasta la salida y lo cancelo, así me enseñaron mis padres, -dijo Leonell y se levantó de la cama tranquilamente, sin importarle estar completamente sin ropa, se acercó al vestidor abrió la puerta y entrando tomó una bata para después salir del cuarto, -puedes usar el baño de aquí, es esa puerta a la derecha.

Me levanté de manera apresurada, reuní todas mis cosas y con la ropa en la mano entre rápidamente al baño, me aseé lo más rápido que pude y me vestí tratando en lo posible de no mirar mi rostro en el espejo, salí al cuarto y noté que no estaba allí mi cartera, cuando quise abrir la puerta ésta se abrió sola y allí estaba ese magnífico hombre que al parecer acababa de bañarse, aún en bata.

-Ya solicité un taxi, dentro de poco estará aquí, crees que puedas tomarte un café conmigo? no te arrepientas por favor de lo más hermoso que me ha pasado en mucho tiempo, para mí ésto ha sido importante y quiero que sigamos viéndonos, -me dijo Leonell con voz suave, yo no quise ni levantar la cara, no es que no fuera importante es que me parecía inaudito lo que viví en menos de veinticuatro horas y ahora debía enfrentar a mi familia.

Por Dios!, reparé en que debían estar muertos de la preocupación, dónde estaba mi celular?

-Mi cartera, dónde está, -le pregunté. -Allí está mi celular, en mi casa deben estar angustiados, seguro llamaron a Mercedes y ella tampoco sabe donde estoy, debo llamarla.

-Llama del teléfono en la sala mientras esperamos el taxi, allá está tu cartera y te sirvo un café, que ya debe estar listo, como lo quieres?

-Sin azúcar, gracias, vamos que debo llamar a mi amiga.

Lo seguí a la sala y el me señaló el teléfono, el cual tomé apresuradamente y marqué el número de Meche.

-Aló, Mercedes Sarmiento, buenos días.

-Hola Meche, soy Lya.

-Amiga, dónde estás? me tienes muy preocupada, tu mamá llamó muy temprano y para no angustiarle dije que estabas aquí, pero te he estado llamando y tú teléfono está apagado, cómo y dónde estás, necesitas ayuda?

Cerré los ojos con alivio, por lo menos mi familia estaba tranquila.

-Estoy bien, ya me voy para mi casa, solo quería decirte que no te preocupes por mi.

-Si quieres vienes, te espero en mi casa y te llevo para que no haya sospechas, ja, ja, ja, yo sé que cuando éramos jóvenes nunca tuve que cubrirte así, pero para eso estamos las amigas.

-Tu crees que así sea mejor?

-Si vente y yo te llevo, así me cuentas todo lo que pasó, estoy sumamente intrigada.

Colgué la llamada y lo sentí a mi espalda, me volteo a verlo y allí estaba con una bandeja en la mano con una taza de café y aparte una jarrita con leche, crema (creo), y una cucharita al lado, todo perfectamente ordenado, muy a mi pesar me enterneció el gesto, no levanté mi mirada hasta su cara pero sentía su nerviosismo, yo también estaba muy nerviosa, solo quería salir de allí y poner en regla mis ideas, reuía su mirada porque sentía mucha vergüenza, con él y conmigo misma.

-Aqui está tu café, no se si te gusta con leche o crema y traje todo, ni sabía que existían esos envases aquí en mi casa, deben ser mi mamá o mis hermanas cuando vienen, disculpa, estoy divariando, toma la bandeja por favor y sírvete.

-Gracias -tomé la bandeja con ambas manos, la puse sobre la mesita y me serví.

En ese momento sonó un timbre y Leonell se dirigió al telefonillo que estaba al lado de la puerta de entrada lo levantó y habló.

-Buenos días, quién es?

-Señor Zambrano, soy el portero de turno, aquí afuera está un taxi y dice que usted lo solicitó.

-Si por favor, dile que espere un momento que ya la persona que lo va a utilizar baja. Lya puedes esperar un momento mientras me cambio y busco mi cartera, porque no quiero bajar contigo vistiendo esta bata.

Yo solo asentí con la cabeza tomando un sorbo de café, en cuanto subió al cuarto puse la taza en la mesa y agarre con fuerza mi bolso, él no demoró ni cinco minutos en regresar y se dirigió a la puerta tomando el pomo para abrir, pero antes de hacerlo se volteó hacia mi, puso su mano bajo mi barbilla alzándola y me dijo con voz suave y firme.

-Te repito, no me arrepiento de lo que pasó entre nosotros y créeme si de mí depende volverá a pasar, no es casual, nunca traje a ninguna mujer a mi casa, ni me sentí tan seguro con ninguna como contigo hasta el punto de que ahora es que me doy cuenta que no utilizamos ninguna medida anticonceptiva y créeme éso es muy raro en mi que siempre soy tan cuidadoso, yo mismo estoy asombrado de ésto que nos pasa, asombrado pero no arrepentido, -dijo y me besó fugazmente abriendo la puerta y saliendo del apartamento detrás de mí para bajar a buscar el taxi que me esperaba. Yo ni hablé.

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