El día después... Leonell

El carro arrancó y allí me quedé yo viéndola partir después de compartir la noche más fabulosa de mi vida, por que fue verdad todas las palabras que le dije, nunca me había sentido así con ninguna otra mujer. Las mujeres entraban y salían de mi vida, no era que se me pudiera catalogar como promiscuo o mujeriego pero tampoco era un santo, había habido varias mujeres en mi vida pero siempre fui sincero respecto a las relaciones y aunque no me he negado a comprometerme en una relación, no había sentido con nadie esta conexión que siento con Lya, por eso estoy tan aturdido, yo que siempre me he aburrido de las relaciones y cortado con ellas por lo sano, precisamente me he enganchado con una mujer a la que ni siquiera puedo descifrar bien.

Con las manos en los bolsillos caminé lentamente hacia la entrada del edificio donde vivo, subí a mi departamento y al entrar y cerrar la puerta detrás de mí me sentí extrañamente vacío, esa mujer se me metió en la piel, necesitaba volver a conectar con ella, subí a mi habitación debía ir a mi oficina, pasé directo al vestidor y procedí a vestirme con uno de los trajes que usaba para ir a la oficina y una vez vestido salí en busca de mi carro para irme, mientras pensaba qué podía hacer para volver a reunirme con Lya, en ése momento me llegó una inspiración, "Mercedes" pensé, ella es la conexión entre nosotros dos, ella era su mejor amiga, era lo que había visto de la relación entre ellas, pero tampoco quiero ser muy evidente, tengo que lograr que Mercedes quiera ayudarme con mi relación con Lya.

Entré a mi oficina seguido de mi asistente, me senté detrás de mi escritorio y ella me entregó unas carpetas con los informes y cartas que le había encargado el día anterior, era una persona sumamente eficiente, al principio de nuestra relación laboral ella se me insinuó discretamente pero le dejé muy en claro que no acostumbraba mantener relaciones íntimas con mis empleadas y que si seguía en ese plan iba a tener que prescindir de ella, lo que era una lástima porque consideraba que era una trabajadora muy valiosa y tenía futuro en mi empresa, desde ese momento no volvió a insistir y ahora era mi mano derecha y tenía mucha confianza en ella.

-Buenos días Leonell, ya los informes que me solicitaste están listos para que los revises y apruebes, aquí tienes también las cartas, el señor García lo está esperando desde hace media hora aproximadamente, lo vas a atender ya o le doy una cita.

-No, por favor hazlo pasar y mándanos un café para cada uno.

-Bien, ya te los envío, si necesitas algo estaré en mi oficina.

-Ah!, antes de que te vayas, la Licenciada Mercedes Hidalgo me solicitó que ubicara para ella un galpón, aquí están las condiciones y necesidades que requiere, por favor dale prioridad a su solicitud, si consigues algo parecido hoy mismo me avisas, personalmente me encargaré de esto, - le dije, entregándole la carpeta con las condiciones anotadas que había conversado con Mercedes anoche. Bien haz pasar al detective.

Me senté hacia atrás atrás en mi silla y Vi que entraba el hombre, le indiqué con la mano que se sentara en el asiento frente a mi escritorio.

-Buenos días Licenciado Zambrano, cómo está?, ya le tengo información sobre el difunto Esteban Palacios, todo está aquí escrito en detalle, -dijo entregandome un librito encuadernado, -he de decirle que todo lo que está detallado allí es sobre la vida de ese señor aquí en la capital, no obstante mantenía una relación extramatrimonial en otro estado del país, si requiere información al respecto tendría que trasladarme hasta allá.

En ese momento tocaron la puerta y entró a mi oficina la secretaria con los cafés solicitados por mí.

-Tómese un café señor García, lo merece por su rapidez y efectividad en el trabajo -le dije con una sonrisa de satisfacción, yo ya tenía toda la información que quería saber sobre Lya Villanueva de Palacios, pero no se lo quise decir al detective en ése momento.

-Gracias señor Zambrano, es un placer cumplir con prontitud y garantizar un buen servicio a mis clientes.

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Mientras Leonell Zambrano estaba con el detective en su oficina, Mirna Salazar revisaba lo encomendado por su jefe en su oficina, le había extrañado que él le entregara esa encomienda y era más extraño aún la celeridad con que quería cumplir el trabajo, recordó a Mercedes Hidalgo, era una mujer muy atractiva, exitosa y libre, ella tenía años enamorada de su jefe y cualquier situación que involucrara una relación de su jefe con una mujer que ella considerara como posible pareja para él la alertaba, no le importaban las estúpidas con que se entretenía eventualmente, pero una mujer como la Licenciada Hidalgo supondría un problema para sus planes.

Cuando ella comenzó a trabajar allí se enamoró perdidamente de Leonell Zambrano, para ella fue amor a primera vista pero él le advirtió inmediatamente que no se hiciera ninguna ilusión con él por que no tendría ninguna oportunidad y tampoco tendría trabajo por lo que ella reaccionó frenando su impulso y cuidando de que él no se diera cuenta de sus emociones, pero sus intenciones reales nunca habían cambiado y se había limitado a trabajar para hacerse indispensable en la vida de ese hombre, conocía todos los pormenores de la empresa, y de su familia, era su mano derecha y solo estaba esperando una mínima oportunidad para hacer realidad su sueño de amor con él, por lo que no iba a dejar que ninguna mujer por muy empresaria exitosa que fuera se le adelantará, por lo pronto haría el trabajo encomendado pero estaría muy pendiente por si acaso.

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En la oficina de Leonell, éste ya había despedido al detective, no necesitaba por el momento ninguna otra información de Esteban Palacios, él sabía de esa relación del difunto, se había enterado precisamente por boca de la más afectada, de la viuda de Palacios, él tenía la sospecha de que esa no había sido la única infidelidad de ese hombre pero no era su problema, él solo quería acercarse a Lya y había ideado conseguir rápido la encomienda de Mercedes para tener la excusa perfecta para ponerse en contacto con ella y persuadirla de que lo ayudara a encontrarse con Lya, su mujer, porque así era como la sentía, su mujer, suya como había sido esa noche inolvidable para el. Ya esa idea estaba en marcha por lo pronto le quedaba ser paciente y hacer su trabajo, estiró el brazo y tomó la primera carpeta en sus manos para empezar a trabajar.

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