Pase la noche pensando en todo lo que había pasado. No podía creer que clase de cosas hacía este hombre y que pone en peligro su vida y la de todos que tengan relación con él. Eso me daba ansiedad y miedo, sabía que era esa clase de hombre peligroso que mi padre quería lejos de mí.
El toque de la puerta me saca de mis tortuosos pensamientos. Esta vez entra una chica más baja y delgada que la anterior. Sus pasos eran lentos y firmes. Me miró fijamente para ir hasta la ventana y abrir las cortinas.
_ Señora, es tarde. El señor la espera para desayunar - su voz suave y firme llenó la habitación. Caminó hasta el armario y sacó un conjunto de pantalón y jersey - hoy vendrá el hermano del señor y debe estar usted bien vestida. - En algunas ocasiones me confunde sus actitudes para conmigo. Soy su esclava. Debería estar en la cocina o trabajando en la mansión, pero no; me tiene aquí, en una habitación de lujo, con comodidades y siendo llamada señora.
_ Eso quiere decir que debo usar eso - logré decir después de ver que sacaba algunas toallas. Abrió la puerta del baño mientras me esperaba para entrar - ah, puedo ducharme sola - dije en un tono nervioso.
_ Para nada. La señora no debe bañarse sola. Para eso estamos nosotras. Para darle todo lo que necesita.
Suspiré para verla. Tenía que aclarar mi lugar aquí.
_ No soy ninguna señora y debo reafirmar que solo soy una esclava más aquí - ella me miró dejando ver una sonrisa.
_ Solo seguimos órdenes, señora - dijo con gran entonación en la palabra señora - usted tiene la suerte que muchas querrían, es decir ser elegidas como futuras esposas de sus amos.
Sin decir nada entré al baño de mala gana. Ya sabía que cuando él decía algo era eso y ya. Por ahora no pondré quejas por su estado de salud.
Después de un rato estaba mirando el resultado final. Aquel conjunto lucía bien; el color azul siempre me hacía resaltar
¿Cómo sabía él sobre lo que iba bien en mí? Cada vez sentía miedo de imaginar siquiera que estuviese espiando mis acciones desde hace mucho tiempo.
La chica me mira y sonreí. Se veía satisfecha.
_ Ya es hora de bajar. Mi señor la espera ansioso. - Esas palabras salían con determinación. Así lo sentía casa que mencionaba estar con Daniel.
Por primera vez los escalones de aquella escalera, se sentían interminables. No quería estar junto a otro familiar de este hombre. De seguro es igual o peor de aterrador que Daniel.
Un ligero escalofrío recorrió mi espada al oír la voz de Daniel. Tan ronca y seductora. En ciertas ocasiones podría decir que es algo sexy y tentador, pero la sola idea de meterme con él o ser su amante eran asuntos muy peligrosos.
_ ¡Oh! - escuché una voz más suave y ronca, muy parecida a la de Daniel. Al alzar la mirada vi a un chico alto de cabellera negra como la mismísima noche. Sus ojos negros me miraban con tanta atención que me incomodaba - un placer señorita - miró a su hermano con una amplia sonrisa - al fin veo que compraste algo hermoso. Disculpa que hablé así de ti, pero los gustos de mi hermano son algo raros - tomó mi mano y la beso - es usted una preciosura.
La mirada de Daniel era dura y pesada. Podía sentir como me atravesaba. Sabía que no estaba a gusto viendo como su hermano me sujetaba la mano.
_ Ya es suficiente - aparta su mano de la mía - no me gustas que la toques mucho - se queja para él ir a mi lado ¿Celos? No creo. Los miré a ambos por un segundo y me senté. Tenía hambre y pensaba comer en paz.
Después de dar un par de bocados ellos están sentados uno frente al otro. Los miré de reojo y seguí comiendo. Sabía que si me quedaba callada no sería notada mi presencia. Era molesto ser el centro de atención de estos hermanos.
_ ¿Cómo va el arreglo con la familia Black? Escuché que había ido por el primo de mi madre - dijo el menor con una voz ronca y profunda - esos idiotas quieren darnos pelea.
Los miré, para luego mirar a Daniel que dejó escapar un suspiro dejando su copa de vino a un lado. Su hermano estaba serio y atento a lo que él diría.
_ No quiero hablar de estos temas delante de ella - dijo mirándome serio. Quería ocultar algo de mí, pero ya era tarde era más que obvio que ya sabía todo - Elena no tiene nada que ver en este asunto. Mientras menos sepa de esto mejor.
¿Me está protegiendo de algo? Miré mi plato y seguí comiendo como si nada. Fingir demencia en estos temas era algo que mi madre me había enseñado. - mientras menos le des importancia de lo que hablan los hombres frente a ti mejor - eso era lo que estaba haciendo. Ignorando el asunto de la mafia.
_ Genial. Nuestra madre quiere venir para la fiesta de esta noche - dijo el chico cambiando el tema drásticamente. Al parecer las órdenes de este hombre son valiosas - ella quiere relacionarse en los negocios.
Tres horas más tarde.
Estaba sentada esperando a Daniel en su despacho. Después que me relaje un rato leyendo un libro en el jardín me pide verle. Estoy algo nerviosa de saber que desea. La puerta se abre y lo veo entrar. Su vestimenta era para morir. En serio; tenía una camisa blanca con los cuatro primeros botones abiertos dejando ver algo de su esculpido pecho y su saco dejaba ver ese look desordenado y atractivo a la vista.
Llegó a mi lado y se sentó en el angosto mueble frente a mí; cruzando sus piernas y mostrando su sonrisa impecable, uno de sus brazos reposa sobre el borde del espaldar del sillón.
_ ¿Puedo saber por qué el señor quiere verme? - deje salir mis palabras con cuidado. Miré su postura y aún se podía ver que le dolía la herida.
_ Solo quiero informarte que tengas cuidado con mi hermano - me observó con determinación. Como si me hiciera un escáner completo - él es, como decirlo. Siempre quiere lo que es mío. Ya sea cosas o personas - llevó su mano a sus labios y dejo ver una media sonrisa para levantarse y sentarse a mi lado - Hoy en la noche espero estés en mi habitación lista para ser mía. Ese día nos quedamos a medias.
Sus dedos se realizaban por mis mejillas y luego subían a mis labios. Su mano grande y dominante con esos dedos largos y poderosos, que hacían que mi mente se fuese a otro lado. Sin demora sus labios estaban cerca de los míos sintiendo el roce íntimo de nuestras pieles. Con su pulgar recorrió mi labio inferior para tomarme con su otra mano pegándome a él mientras rozaba sus cálidos y carnosos labios sobre los míos. Cerré los ojos para dejarme llevar por el momento, era mi primera vez experimentando algo así. Que un chico estuviese así de íntimo.
Alzó mi mentón para hacer que lo mirará. En sus ojos podía ver el deseo arder tan vívidamente que podía sentir ese calor abrasador rodearme por completo. Y ahí sin demora sus labios rozaron de vuelta para unirlos en un ardiente beso.
He besado a chicos antes, chicos de mi edad y nunca había sentido esta sensación de calentura. Como si un fuego recorriera mi cuerpo ¿Así se siente qué te bese un hombre? ¿Te hace sentir tan sensible y deseosa de más que un beso? Un leve gemido sale de mis labios haciendo que él se separará de mí y me mirara apartando un mechón mi cabello. Sentí como la vergüenza azotaba mi cara al ver como había reaccionado.
_ Está noche. Lo dejaremos para más tarde - susurra en mi oído mordido mi lóbulo de tal manera que sentía que me derretia - seré dulce contigo.
Un toque en la puerta me hizo volver en sí. La voz de ese chico que siempre lo acompaña me hace mirar a la puerta. Él estaba parado firme, sus ojos no expresaban nada de emoción. Era como si lo que veía fuese nada importante.
_ Señor su reunión empezará pronto - Daniel sonreí levantándose del sillón para ir hasta el chico y darme una última mirada. Una especie de escalofrío recorrió mi cuerpo - señor ellos....
Su voz se iba apagando a cada paso que daban. Suspire relajando un poco mi cuerpo. Por un momento el simple roce o aquel beso habían despertado en mí una sensación extraña nunca antes sentida.
Después de dicha experiencia decidí salir de ese lugar e ir a mi habitación. La mañana había sido algo estresante al tener que estar con esos dos. Di un paso al frente y ahí estaba ese chico. Él me observó como si me tratase de una presa lista para ser atrapada.
_ Seré clara y concisa. Tu hermano no quiere que me acerque a ti - solté mis palabras sin demora. Él sonrió y se acerca despacio.
_ ¡Oh!, interesante- deja ver una sonrisa ladina - él cree que puedo tomarte sin problema - sus palabras me irritaron mucho ¿Cómo que tomarme? ¿Acaso soy algún jarrón en esta casa?
_ ¿Perdón? - lo miré de mala gana y di un paso al frente - no soy un juguete - él suelta una risotada fuerte para luego sujetar mi brazo.
_ Eso crees ¿No? Mi hermano no es esa clase de hombre que anda peleando por un par de piernas; eres inocente. Estoy seguro de que solo tiene una ligera obsesión contigo porque tu padre no lo dejó hacerse a ti.
Me liberé de su agarre y sin demora lo miré desafiante. No le permitiría a nadie que me trate de esta manera.
_ Y tú eres un mimado caprichoso que siempre anda tras los deseos y obsesiones de su hermano mayor - sus ojos mostraron una irritación tremenda, lo cual lo llevo a sujetar con fuerza mi brazo de vuelta - ¿Te dolió? - deje salir una ligera sonrisa.
Podía ver crecer su rabia causada por mis palabras. Él sabía que no podía tocarme porque su hermano iría contra él.
_ Podría hacerte desaparecer en un segundo si quiero - sentenció. Sus palabras eran sumamente rudas, su entonación grave hacía creíble sus amenazas.
Sonreí despreocupada. Quería mostrar que no me causaba nada sus palabras. Pero en realidad me estaba matando el miedo de cada una de ellas.
_ Bien. Hazlo. Hazme desaparecer y veremos que pasará ¿Todo por qué no quise jugar contigo? - lo miré de arriba abajo para volver a clavar mi vista en su cara - me das una ligera pena ajena. Deja de andar detrás de las sobras de tu hermano y busca tus propios placeres - sin demora me liberé de su agarre y caminé hasta la habitación.
Un miedo tremendo invadió mi cuerpo. Así que trate de dar pasos firmes y seguro, aunque la realidad era que sentía que mis extremidades cederían y caería al piso.
Luego entrar me deje caer al piso apoyando la cabeza contra la dura madera de la puerta.
_ Maldición - susurré en un tono casi inaudible. Desde que llegué aquí siento que cada segundo de mi vida es como si fuese el último. Cerré los ojos y suspiré pesadamente.
Unas delicadas manos me sacaban de la bañera para pasarme una suave toalla dejándola caer sobre mis hombros.
_ Señorita el señor la quiere lista para la cena - sin demora ya estoy siendo llevada a la habitación donde me ayuda a vestir un delicado vestido de seda rojo. Largo hasta más abajo de la rodilla con una larga abertura hasta el muslo; en la parte superior no tenía mangas y de cuello alto. Unos pequeños detalles en dorado adornaban el vestido. Me hacía ver un poco más alta y esbelta - está usted perfecta - la suave voz de la chica me hizo volver a la realidad.
Tanta elegancia para una cena en casa era algo extraño. Algo traía en manos este hombre y algo me decía que ni era nada grato para mí.
Al bajar ahí estaba él. Escuché un par de voces más , haciendo mis sospechas verificadas. Daniel a verme se acerca para pasar su mano por mi espalda baja. Sabía muy bien que aquella reunión era entre hombres de gran poder. Ahí entendí el color y el corte del vestido. Otras chicas estaban ahí llevaban el mismo collar que yo. Las miré y supe de inmediato que significaba todo.
Sólo éramos un montón de chicas listas para atender a los hombres. Sentí mi piel arder ir un segundo para verlo a él a la cara esperando una ligera explicación por lo menos. Pero sólo seguía ignorando mis miradas sin dejar de charlar con los otros hombres que tenían a un par de chicas sosteniendoles las bebidas. Me sentía humillada por traerme a una reunión así.
desvíe la mirada al otro extremo del salón y ahí estaban un par de hombres toqueteando a una chica; tendría más o menos mi edad. Me sentí tan molesta al ver tal injusticia que mi cuerpo se movió por inercia, pero unos fuertes brazos me detuvieron.
_ Señores ¿Me disculpan un segundo? - su agarre era fuerte. Así que me hizo salir de la reunión. Entramos a una de las habitaciones continuas para él liberar mi brazo y darme un leve empujón - ¿Qué demonios fue eso? - pronunció en un tono áspero. Lo miré en silencio. Sabía que no debí tener esa reacción, pero era mi sentido de justicia la que hablaba - no debes interferir en nada de lo que veas ahí dentro. Ninguna de ustedes pueden quejarse o reclamar nada.
_ No somos objetos - protesté sintiendo el enojo marcar mis mejillas - esa chica claramente no desea ese trato - su mano sujeta mi mentón y me hace verle.
_ Esto que llevas acá es para que todos vean lo que son - tiró de mi collar - deberían estar agradecidas que las cuidamos bien. En esta reunión es para, como decirlo intercambiar a nuestras pequeñas gatitas - sonrió dejando libre mi cara y dar un paso atrás - de seguro habrá alguno que le interese pasar una noche contigo.
Lo observé reteniendo mi respiración ¿Su objetivo es ofrecerme? Sentí como mi corazón resonaba en mi cabeza.
_ Así que me dejarás con otro. Bien que así sea entonces - abrí la puerta y lo miré - ¿Debo elegir yo o tú?
Di un paso al frente y el primero que saltó a mi vista fue a su hermano.
_ Entonces que mejor que sea tu hermano. Así todo queda entre familia ¿no? - con pasos seguros llegue a su lado y sujete su brazo con una radiante sonrisa - al parecer eres el afortunado de disfrutar de mis servicios - susurre despacio sin apartar la mirada de Daniel. Su cara era una obra de arte. Sencillamente maravillosa.
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