Capítulo 4

Todos querían acercarse después de un rato de hacer mi presentación. Era yo el el centro de atención de todos. Sus miradas eran evidencia que les gustaba lo que veían, ver a la hija del gran Philips Harrison humillada.

todo se volvía caótico en mi vida y ser esclava era lo peor de todos mis males. En serio que mi destino es vivir así de infeliz. Teniendo todo no era feliz y ahora que no tengo nada sigo siendo aun mas miserable.

después de la reunión íbamos camino a su casa. de vez rn cuando le daba una morada rápida y volvía a mirar por la ventanilla. No había notado que venían motorizados adelante y atrás del auto.

_ ¿Era necesario llamar la atención? - dije sin mirarle. escuché como soltó un leve suspiro. Se notaba que mis palabras no eran de su agrado.

_ Sabes que soy un hombre poderoso y de mucho poder. Tengo enemigos. Pensé que estabas acostumbrada a este tipo de cosas - me mira y sonreí ligeramente.

Me enoja tener que lidiar con sus palabras irónicas, claro que era que mi padre no le gustaba llamar la atención por eso no llevaban tanta seguridad. Pero algo me dice que este hombre anda en cosas turbias.

El auto se detuvo haciendo notar que ya habíamos llegado. Él bajo sin siquiera esperarme, así que bajé tras él. No sabía como debía actuar o sería tratada. Estaba nerviosa y ansiosa.

Al entrar mis ojos se fueron al gran salón iluminado por todas esas luces. Las paredes son de un blanco inmaculado; cuadros de pintores famosos y la porcelana qie reposa en algunos lados son mera antigüedad. las elegantes cortinas cubrían los enormes ventanales. De repente sus palabras me hicieron verle.

_ Ve a darte una ducha - me miró de arriba a bajo - te quiero preparada para esta noche.

¿Preparada? ¿Para qué? al intentar quejarme una señora tomó mi brazo y me arrastró hasta el primer piso. le dedique una mirada a la señora que me llevaba sin decir nada.

_ Disculpé, pero a dónde me lleva - ella sin mirarme y sin detener el paso suspiro.

_ ¿Qué cree? Ya usted es legalmente la amante de mi señor. Así que hoy será su primera noche con él. - detuve mis paso y ella se giró para verme curiosa - ¿Pasa algo? no se sorprenda por favor. Siéntase feliz de tener tan valioso papel, no sólo es una esclava sino su amante. Capaz si usted sabe jugar bien su papel hasta sea la señora Salvatore - dice con una amplia sonrisa.

¿Qué le hace creer a esta mujer que yo quería tal cosa? No deseo ser nada de eso, sólo quiero mi vida de vuelta, esa vida que al menos tenía la libertad de hacer lo que quisiera. a penas había cumplido los diecinueve y tenía planes de dejar la casa e ir al extranjero, pero para mi desgracia estaba aquí. Aquí padeciendo las faltas de mi padre.

Después de una hora estaba lista en una habitación enorme, una cama amplia vestida con sábanas de seda de un tono rojo, qie hacía resaltar las paredes blancas de las cuales no reposaba nada en ellas. Eso era mas que incómodo, al fondo estaba un sofá con una pequeña mesa de cristal y más alla un mini bar. Era la habitación más extraña que había visto.

Camino hacía la ventana, sin demora corri la cortina y me acerque a la ventana y al hacerlo había muchos hombres de traje haciendo rondas por el jardín.

_ ¿Qué haces? - al girarme lo veo, se nota que acaba de salir de la ducha, su cabello destilaban algunas gotitas de agua - por favor deja todo como estaba

lo miré e hice mala cara corriendo la cortina a su lugar, él desata el lazo de su bata y me mira con una sonrisa.

_ ¿Qué miras? - él sonríe y pasa la toalla por su cabello. ahí recordé como estaba vestida. Intente cubrir mi cuerpo con mis manos, pero era en vano. Llevaba un vestido semi transparente negro. Dejando al descubierto mis piernas.

_ No sientas vergüenza que desde hoy esperarás por mí así vestida o sin nada encima - una sonrisa se dibuja en sus labios al ver mo expresión - Al fin serás mía.

Al oír sus palabras sentí un frío recorrer mi cuerpo. Di un par de pasos atrás y lo miré algo aterrada. Mi primera vez no puede ser así. Sin amor y sin mi consentimiento. inhale despacio para verle a la cara.

_ No es de hombres obligar a una mujer a tener intimidad sin su consentimiento - él me mira y deja salir una carcajada ¿Qué es tan gracioso?

_ ¿Consentimiento? ¿perdón? soy tu amo y señor. Me perteneces y puedo hacer lo que se me venga en gana contigo - da un par de pasos hasta quedar frente a mí.

Mi cuerpo reacciona yendo hacía atrás, chocando contra la pared al final de la habitación, mi corazón estaba a punto de salir de mi pecho al verlo acercarse como si sé trataste de algún depredador acechando a su presa; sabiendo que no tiene escapatoria.

Sin demora alguien golpea la puerta ligeramente, él se detiene y deja ver su molestia por ser interrumpido.

_ ¿Qué pasa Andrés? - arrastra las palabras con cierto enojo. este hombre es peligroso.

_ Señor Daniel. Disculpe que lo moleste, pero es algo urgente - la voz del hombre era grave y se podía sentir la angustia. Sea lo que esta pasando me salvó de ser devorada por este lobo hambriento. Daniel así lo llamó ese hombre, da un paso al armario y se viste lo más rápido que puede.

_ Más te vale que sea importante - sale a recibir al chico. los escucho murmurar algo y un golpe en seco se oye afuera y de repente sólo hay silencio. Él entra y me mira - descansa tengo asuntos que atender. Así que no des problemas a las chicas.

Después de eso sale. Debió ser algo grave para irse. Me metí a la cama un poco más calmada, necesitabas descansar. Desde ayer toda mi vida cambió cuando él me compró.

Me sentía rara y fría, como si me faltará algo. Cómo si perdiera algo dentro de mí. La sensación estaba latente y me perseguía.

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