19: ¿Han visto a Grace?

...GRACE...

Hace un par de horas se llevaron a Brooke en la ambulancia y me quedé en mi habitación con Alexander que no hizo ningún viaje.

—Fué horrible, esa mujer me golpeó hasta más no poder, no sabía que hacer, temía más por hija...— tomo aire para no seguir llorando— no podré estar tranquila hasta que esa mujer se refunda en la cárcel.

—Me encargaré de que cuando salga del hospital se vaya a la cárcel. No permitiré que nada les pase.

—¿Por qué regresaste?

-- Se me había quedado el celular— me abrazó.

—Ve a tu viaje de negocios Alexander, dijiste que era muy importante y no quiero que te molestes.

—Me molestare si sigues diciendo que te deje sola. Para mí lo más importante eres tú y mi hija, el viaje se puede ir a la mierda, me quedaré a cuidarte, Grace.

...ALEXANDER...

Es increíble como los meses pasan tan rápidos. La barriga de la gata está cada vez más grande, a hace ver más hermosa y no hay día en el que no se lo diga; espero la hora por tener a mi hija entre mis brazos.

—Cada día estás más grande campeón— digo con una larga sonrisa al agarrar entre mis brazos al hijo de Madison— ya estoy ansioso por tener así a mi hija.

— ¡Ah! ¡Duele!— entra Grace a la sala donde me encuentro con toda la familia.

Veo sus piernas donde baja un líquido.

—¿Te pasa algo, gata?— sujete su brazo para ayudarla a caminar pero me respondió con un grito.

—¡Y aún lo preguntas imbecil!— me le quedo viendo por un rato y por sus mejillas bajan lágrimas— ¡nuestra hija va a nacer Alexander!

Me tardo un poco en recapacitar al quedarme estupefacto.

—¿Qué?

—¡Deja de mirarme como un pinche imbecil y vámonos ya al hospital o créeme que te mato!— espetó con rabia y le ordené al chófer que preparara el auto.

Las chicas se llevaron a Grace al auto y me quedé con Manuel preparando todo.

—Será mejor que vayas rápido Alexander, o tu gatita con rabia te partirá la madre.

—Ya cállate Manuel. Los espero en el hospital.

Subo al auto junto con Grace y acaricio su espalda, su cabello y sus mejillas para tratar de tranquilizarla pero lo único que hace es gritarme. ¿Que culpa tengo yo?

En una camilla la llevaron hasta la sala de parto y minutos después entré yo para presenciar la llegada de una belleza.

...GRACE...

Empiezo a pujar sin dejar de agarrar las sábanas con fuerza y sin soltar la mano de Alexander. "Estos gritos y dolor no son en vano, muy pronto tendré a mi hija conmigo" repito seguido en mi cabeza. Ya no sé ni lo que hago, pujo por inercia. Llevo casi veinte minutos tratando de traer a mi hija al mundo. Ya estoy casi sin fuerzas, las contracciones no paran y por más que él me dá besos para calmarme no puedo. Enfermeras se mueven de un lado a otro. Mi cabeza quiere explotar del dolor y desesperación. Suelto un último grito cuando escucho el primer llanto de mi hija que al escucharlo quita todo dolor de mí. Mis mejillas se cargan de lágrimas y las de Alexander también, su larga sonrisa me contagia con un sin número de emociones. La enfermera se acerca donde estoy yo y luego de felicitarnos deja a mi bebé entre mis brazos.

Podría jurar que es tal y como me la imaginé; tan pequeña, frágil, una princesa.

—No hay mayor dicha que tener al mejor hombre a mi lado con la cual el día de hoy eh podido cumplir mi sueño; soy mamá.

—Y estoy seguro que serás la mejor del mundo— nos dá un beso a ambas— ¿cómo decidiste llamarla?

—Nasya; porque significa milagro, y eso es lo que ella es, un milagro que vino a nuestras vidas a llenarla de alegría. Nasya Hardy, nuestra hija.

Días después...

...ALEXANDER...

—Ay corazón cada día estás más grande y tan hermosa— dice una melosa Katherine.

—¿Grande? Por favor Katherine, Nasya recién tiene un mes— ríe Manuel.

Hoy mi hija cumple su mes, Grace y yo le preparamos una fiesta por eso, y hablando de ella...

—¿Han visto a Grace?— le pregunto a la familia.

Todos se miran tratando de buscar una respuesta.

—Hace más o menos unos diez minutos la vi— comenta Dina.

...GRACE...

Salí de la fiesta para tomar un poco de aire; siento que tanta gente me pone nerviosa. Creo que ya eh estado unos diez minutos fuera del club y será mejor que entre antes de que pregunten por mí.

Doy media vuelta para entrar pero siento un trapo ponerse en mi nariz dejando que inhale un extraño olor. Trato de zafarme del agarre de unas grandes manos pero siento como mis fuerzas disminuyen, hasta el punto de sentir mis ojos cerrarse...

...ALEXANDER...

Llamo al celular de Grace al salir del club y veo de lejos cómo suben a una mujer dormida a un carro y como se alejan en él. Un ruido desde el punto de donde partió el carro proviene; el celular de Grace que agarro en mis manos. Vuelvo a mirar el carro que se aleja a toda velocidad y abro los ojos bien grandes.

—Grace— susurro y siento helar mi sangre, mi corazón detenerse en una milésima de segundos— ¡Grace!

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