9: Quiero tener un hijo.

...ALEXANDER...

No eh podido concentrarme en las reuniones de estos dias por pensar en el regalo de cumpleaños de Grace, y lo peor, es hoy; tal vez deba pedirle ayuda a la loca de Madison.

Arreglo mi corbata al entra a la sala de juntas para preparar todo y esperar a los proveedores, embajadores y a mis socios.

—¿Grace? ¿Que haces aquí?

Observo a Grace que hace un momento estaba conversando entre risas con mis hermanos.

—Hola, gatito— rodea mi cuello con su brazos y deja un beso en mis labios—. Tu esposa vino a verte.

—Espérame en la oficina, en unos minutos tengo una reunión importante...—miro a ambos— y ustedes también por que le permitieron entrar.

—Es tu empresa, tu esposa.

—Grace haz lo que te digo. Espérame allá en la oficina.

—No.

Veo a las personas con los que haré negocio a punto de abrir la puerta por lo que la jalé del brazo y la metí debajo de la gran mesa y por accidente le pegué en la cabeza.

—¡Alex!

—Lo siento, quédate ahí.

Me senté junto con mis hermanos que estaban riendo y saludamos a los hombres que acaban de llegar. Solo espero que Grace no sea un problema en este negocio tan importante.

La reunión comenzó pero mis nervios incrementaban al tener a Grace cerca de mí y su mirada clavada en mí; tiene cara de pervertida.

Arthur empezó con su discurso de los proyectos que queremos hacer. Me sobresalto cuando siento la mano de Grace pasar por mis piernas y detenerse entre ellas para masajearme. Abro los ojos de par en par y Manuel me mira confundido. Quita mi cinturón sin hacer ruido y libera a mi amigo que ya anhelaba salir. Con mi mirada le digo que se detenga pero solo sonríe. Culmina por desatar mis demonios cuando lo mete a su boca y solo cierro mis ojos con fuerza.

—¿Le pasa algo Sr. Alexander?— me pregunta uno de los proveedores — está sudando.

—Hace un poco de calor— me doy aire con unos papeles.

—Que raro, yo hasta tengo frío...— Arthur que mira disimuladamente debajo de la mesa le dá un codazo a Manuel y niega con una sonrisa.

—Yo opino los mismo— ahora dice Arthur—. Estás rojo.

—¿Ah...sí?— me contengo a soltar un gemido, mis piernas se tensan.

Ahora por culpa de Arthur todas las miradas están en mi y cuando iba a llegar a mi límite del placer, la hija del diablo sale de mí con una sonrisa. Carajo, se siente horrible no haber llegado a mi clímax, lo necesitaba.

Me acomodo en mis silla sin antes mirar asesinamente a Grace y arreglo mi camisa.

—Estoy bien, Arthur continúa.

La reunión terminó con éxito y quedó de nuevo a solas en la sala con mis hermanos y Grace. Los imbeciles no tardan y estallan en risas.

—¿Qué pasó Alexander?

—Cállate Arthur.

Grace sale y ambos se levantan.

—Nosotros los dejamos, terminen con lo suyo, vamos Arthur.

Hasta que por fin nos dejan solos.

La agarro de las caderas y la subo en la mesa.

—No era el momento adecuado para hacerlo, pero más que sea debías dejarme llegar al orgasmo. Ahora me debes uno.

La volteo y su espalda queda en mi cuerpo y sus senos presionados a la mesa. Levanto su vestido a la altura de sus caderas y entro en ella sin aviso. Suelta un gemido que hace eco en el lugar.

—¿Por qué me castiga si hoy es mi cumpleaños?...deberías darme un regalo.

—¿Y que quiere mi gatita como regalo?

Se sienta en la mesa pero aún sigo en su interior. Baja la mirada y acaricia mi cabello.

—Quiero tener un hijo, Alexander.

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