El día de descanso en la escuela llegó, y me encontraba en la cafetería con Luna, disfrutando de una bolsa de dulces. Mientras reíamos y compartíamos algunos de nuestros sabores favoritos, noté que Nobu y Koizumi nos observaban desde una mesa cercana. Nobu tenía una expresión de diversión en su rostro, mientras que ella parecía estar tratando de contener la risa.
—Hmmm… aún no se lo dijo, ¿no? —preguntó Nobu, arqueando una ceja.
—No creo —respondió Kaori, mirando de reojo a Luna—. No parece que se lo haya dicho.
Mis ojos se encontraron con los de Kaori, y en ese momento, me sentí un poco incómodo. Sabía de qué hablaban. A medida que ellos nos observaban, me pregunté si tal vez era hora de dar el siguiente paso, pero el nerviosismo me invadió.
Kaori se inclinó hacia mí y susurró: —¿Se lo dijiste?
—Aún no… —admití, sintiendo el peso de su mirada en mí.
—¿Qué esperas? —me preguntó, con un aire de urgencia en su voz.
—No es tan fácil, Koizumi —respondí, dándole un vistazo a Luna, que estaba ajena a la conversación.
—Sólo hazlo —me animó ella, y yo suspiré, reconociendo que tenía razón.
—Lo sé… —murmuré.
Luna se dio cuenta de que había algo en nuestra conversación. Nos miró, frunciendo el ceño.
—¿Hm? ¿Qué tanto se susurran ustedes dos? —preguntó, con curiosidad en sus ojos.
—¡Ah! Nada, ¡nada! —exclamé, tratando de evitar que sospechara más.
—Luna-chan, ven un momento —dijo Kaori, señalándola y llevándola un poco más lejos de Nobu y de mí.
Nobu, siempre un poco directo, aprovechó la oportunidad para darme un toque en el hombro.
—Kazuki, ¿no fuiste tú el que me aconsejó que me confesara a Kaori? ¿Por qué es tan difícil que te confieses a Izumi-san? —me preguntó, con una sonrisa traviesa.
—No lo sé… simplemente se me hace muy difícil tratar de hablar de eso con ella… —admití, sintiéndome un poco derrotado.
—¿Tú quieres estar con ella? —Nobu insistió.
—Sí… —respondí, sintiendo un pequeño destello de esperanza.
—Entonces, ¡esfuérzate! Haz lo mejor que puedas para confesarte —dijo con confianza, sonriendo.
—Lo sé, gracias —sonreí, sintiendo que tal vez podía encontrar el valor.
Mientras tanto, Kaori hablaba con Luna.
—¿Qué sucede, Kaori-chan? —preguntó Luna, mirando a su amiga con curiosidad.
—Hm… Luna-chan, ¿cuándo piensas confesarte? —le preguntó Kaori, con una mirada persuasiva.
—Hm… no lo sé —respondió Luna, un poco insegura.
Kaori suspiró, y su tono se volvió serio. —Sabes que no puedes esperar tanto… tienes una rival peligrosa.
—Esa mujer… —murmuró Luna, y vio cómo la preocupación se dibujaba en su rostro.
—No puedes esperar que ella no haga nada. Ella también quiere estar con Harada-kun y sé qué hará todo lo posible para conseguirlo. Aunque tú seas más cercana a él, quién sabe de lo que es capaz esa mujer —advirtió Kaori.
Luna se sintió desanimada, pero Kaori continuó. —Lo sé, Luna-chan, pero sabes que estoy aquí para ayudarte.
—Gracias, Kaori-chan —dijo Luna, sonriendo débilmente.
—¡Sólo esfuérzate! —la animó Kaori.
—¡Sí! ¡Me esforzaré! —replicó Luna, recuperando un poco de su entusiasmo.
Después de la conversación, nos dirigimos a casa. Mientras caminábamos, no pude evitar sentirme ansioso por lo que se venía.
—Kazuki, ¿puedo preguntarte una cosa? —dijo Luna, rompiendo el silencio.
—Claro, ¿qué ocurre? —respondí, curioso.
—Solo quería saber… ¿qué harías si una chica se te confiesa? —preguntó, mirándome con seriedad.
—¿Eh? ¿Por qué la pregunta? —me sorprendí.
—Sólo quiero saber —respondió con una sonrisa traviesa.
—Hmmm… a decir verdad, nunca se me han confesado, pero si alguna chica lo hiciera… la rechazaría —admití, sin pensar en las implicaciones.
—¿Eh? —su mirada se volvió triste—. ¿Por qué?
—Si no siento nada por esa persona, estaría mal aceptar sus sentimientos, ¿no? —respondí, tratando de ser racional.
—Hm… tienes razón… —dijo, pensativa—. Pero, ¿y si esa persona te gusta?
—Si esa persona me gusta… Hm… pues estaría muy feliz y aceptaría sus sentimientos —dije, sonriendo.
Luna me miró de manera intensa. —Ya veo… pero, Kazuki, ¿te gusta alguien?
Me sonrojé de inmediato. —¿Por qué esa pregunta?
—Sólo simple curiosidad. ¿Te gusta alguien? —insistió, y su persistencia me sorprendió.
—Eso… es un secreto —respondí, tratando de mantener una expresión seria.
—¡Mo! ¡Dímelo! —se quejó, girando la cabeza hacia otro lado.
—Nop —repliqué con una sonrisa.
—Hm… sabes que puedes contarme lo que quieras… —dijo, intentando convencerme.
—Sí, pero eso es un secreto por ahora —insistí, sintiéndome un poco travieso.
—Bien… —respondió, aunque parecía un poco decepcionada.
—¿Y tú, te gusta alguien, Luna? —pregunté, intentando devolverle la pregunta.
—¡Hmp! Si tú no me lo dices, ¡yo tampoco te lo diré! —contestó, con un gesto desafiante.
—¡Dímelo! ¡Vamooos! —insistí, divirtiéndome con la situación.
—¡No! —murmuró, mirando hacia otro lado.
—¡Mala! —la acusé, mientras nos reíamos.
—Tú comenzaste —me respondió, y eso solo aumentó mi risa.
Al llegar a casa, nos dirigimos a mi habitación. Luna se acomodó en la cama, mientras yo me sentaba junto a la ventana con un libro.
Después de un rato, sentí su voz suave. —Kazuki…
—¿Sí? —respondí, mirándola.
—¿Algún día… esto terminará? —su pregunta me tomó por sorpresa.
—¿Qué cosa, Luna? —inquirí, sintiendo una preocupación crecer en mi interior.
—Esto que hacemos todos los días… comer dulces, leer, jugar, divertirnos con Reiko-san y con Rock… salir… ¿algún día terminará? —preguntó, y su voz sonaba melancólica.
—Luna, yo no quiero que eso termine —respondí de inmediato, decidido.
—¿Eh?… —me miró, sorprendida.
—Escucha, pase lo que pase en el futuro, yo no quiero que dejemos de hacer todas esas cosas. Me gusta todo eso —dije, sintiendo cómo mi rostro se sonrojaba.
—Me alegra eso… —sonrió, iluminando la habitación.
—Pero, ¿no querrás en algún momento de tu vida que yo me vaya? —preguntó, y su voz sonó un poco triste.
—¿Eh? ¿Por qué querría eso? —me sorprendí.
—No lo sé… no quiero seguir siendo una molestia y una carga para ti… —dijo, y sentí cómo mi corazón se apretaba.
—Luna… —me acerqué a ella, sentándome a su lado—. Yo no pienso que seas una molestia. Al contrario… me gusta que estés aquí todo el tiempo. No quiero que nada de eso cambie… nunca —susurré, sonrojado.
—¿En serio? —me miró, y el brillo en sus ojos me hizo sentir como si flotara.
—Así es… —respondí, intentando mantenerme firme.
Ambos nos miramos a los ojos, y el aire se volvió espeso.
—Kazuki… —susurró, acercándose más a mí.
—Luna… —la llamé, sintiendo que el momento se volvía mágico.
Cerramos los ojos, acercándonos lentamente, sintiendo que estábamos a punto de cruzar una línea que cambiaría todo. Pero de repente, la puerta se abrió y mamá irrumpió en la habitación.
—¡Kazuki! ¡Ya has vuel! —gritó, pero al vernos, su expresión se transformó en sorpresa—. ¡LO SIENTO POR INTERRUMPIR! —exclamó antes de cerrar la puerta rápidamente y salir corriendo.
—¿Eh?… —tanto Luna como yo estábamos confundidos.
La realidad nos golpeó al darnos cuenta de lo que casi hicimos.
—¡Ah! —exclamamos al unísono, alejándonos el uno del otro y sonrojándonos por completo.
Luna rápidamente se cubrió la cabeza con una almohada, mientras yo intentaba ocultar mi rostro con un libro.
Luna pensó: "¡Lo de recién… casi beso a Kazuki!", y yo me perdí en mis propios pensamientos: "¡Casi beso a Luna!". Ambos estábamos completamente sonrojados.
Luna se quitó la almohada de la cabeza y, con una voz titubeante, dijo: —Kazuki… iré a mi casa… nos vemos mañana.
Asentí, y ella salió rápidamente de la habitación, encontrándose con mamá justo afuera.
Ella estaba arrodillada, con una expresión de disculpa.
—¡LO SIENTO, LUNA-CHAN! —lloraba, y vi cómo Luna se sonrojaba aún más.
—Ya… está bien, Reiko-san. ¡No pasa nada! —respondió, y salió corriendo hacia su casa.
Una vez a solas, mi mamá se acercó a mí, aun sollozando. —¡LO SIENTO, KAZUKI!
—Descuida, mamá… ni siquiera yo sé qué fue lo que ocurrió —le dije, sintiendo cómo el rubor aún coloreaba mis mejillas.
—Pero… arruiné su beso… —murmuró, y no pude evitar sonrojarme aún más.
—¡No me recuerdes eso, mamá! —dije, con una sonrisa nerviosa.
—¡Ah! ¡Lo siento! —exclamó, aun llorando.
—Ya, ya… —le dije, intentando calmarla. Pero en mi mente, una resolución comenzó a tomar forma: —Supongo que mañana deberé decírselo a Luna…
Mamá asintió, pero no dejaba de disculparse.
—Ya, ya… —repetí, mientras me preparaba para enfrentar el día siguiente.
En mi mente, el pensamiento persistente de que había casi besado a Luna resonaba, y una mezcla de emoción y nerviosismo invadía mi pecho.
Capítulo 19 – Fin
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 45 Episodes
Comments