Era un día común después de la escuela. Luna y yo entramos a casa, y la familiaridad del lugar me envolvió de inmediato. No podía evitar sentirme aliviado de que mañana no hubiera clases.
—¡Ahhh! Por suerte, mañana no hay clases… ¡podré dormir hasta tarde! —exclamé, estirándome en el sofá mientras dejaba caer mi mochila al suelo.
—Sip, un descanso de vez en cuando no está mal —respondió Luna, sonriendo mientras miraba a su alrededor. De repente, su expresión cambió—. Hmm… ¿y Rock?
—Está durmiendo con mi madre. Ellos dos realmente se llevan muy bien y se la pasan durmiendo juntos —dije, riendo un poco al imaginar la escena.
—Vaya, Rock se adaptó muy rápido a vivir aquí —comentó Luna, mirando el vacío que dejó la ausencia del perro.
—Sip. Es muy buen chico —asentí, sintiendo cómo me encariñaba con él.
—Oh, te has encariñado rápido con él —Luna sonrió, y me di cuenta de que su mirada estaba llena de cariño.
—Sip, se hizo querer muy rápido —respondí, sonriendo de vuelta.
—Me alegra eso —dijo ella, y en ese momento sentí que había algo más en sus palabras.
—Bien, ¿qué piensas hacer hoy? —le pregunté, tratando de cambiar de tema.
—Obviamente, comer dulces y leer en tu cama —respondió con una gran sonrisa que iluminó el ambiente.
—Nunca dejarás de hacer eso, ¿no? —suspiré, aunque en el fondo sabía que no había nada de malo en eso.
—¡Nop! ¿Acaso tiene algo de malo? ¿Te molesta? —me miró con esos ojos que siempre parecían escudriñar mi alma.
—No, supongo que no tiene nada de malo, y no me molesta —respondí, sintiendo que la conversación fluía con facilidad.
—Entonces seguiré haciéndolo —anunció, firme en su decisión.
—Bien… aunque tenía pensado algo distinto para hoy —dije, sintiendo que la idea que había estado madurando en mi mente merecía ser compartida.
—¿Eh? ¿Qué cosa? —preguntó, su curiosidad despertándose.
—Pues, ya que mañana no habrá clases, y tengo muchas películas nuevas que no he visto, tenía pensado que podríamos ver películas todo el día —sonreí, esperando que le gustara la idea.
—¡Oh! Interesante, ¡suena genial! —su rostro brilló con entusiasmo.
—Entonces, ¿quieres que hagamos eso? —pregunté, sintiendo que el aire se llenaba de emoción.
—¡Sip! —respondió con un gran asentimiento.
—Genial —sonreí, sintiéndome satisfecho con su respuesta—. ¿No deberíamos despertar a Reiko-san para que vea con nosotros?
—Oh, sí, iré a despertarla. Si no la invito, se enojará, y sabes que da miedo cuando se enoja… —dije, recordando cuántas veces había visto esa faceta de mi madre.
—Jeje… tienes razón —se rió, y me encantó su risa despreocupada.
Fui a la habitación de mamá y, tras un momento, ella apareció, aun bostezando y estirándose como si hubiera despertado de un largo sueño.
—Buenos días~~ —dijo, mientras sus ojos se adaptaban a la luz.
—Buenos días, Reiko-san —respondió Luna con una sonrisa brillante.
Rock apareció detrás de ella y, al ver a Luna, se acomodó a su lado.
—Buenos días, Rock —dijo Luna, acariciándolo con ternura.
Rock le ladró alegremente y se acomodó para dormir de nuevo. Mamá, por su parte, ya se había lanzado al sofá, cubriéndose con una manta.
—Bien, ¡veremos películas hoy! —dijo mi madre, acomodándose para prepararse.
—Sip, las que compré el otro día —respondí, sintiendo que la emoción se intensificaba.
—Oh, cierto, bien. ¡Ponlas! —exclamó, ansiosa.
Fui a la cocina, saqué una bolsa de dulces y la vertí en un tazón, mientras pensaba en lo bien que se sentía tener a Luna y a mamá aquí. Volví al sofá y les di los dulces.
—Aquí tienen dulces —dije, sonriendo mientras colocaba el tazón en la mesa.
—¡Ah! ¡Gracias! —Luna sonrió, sus ojos brillando con alegría.
—Gracias —dijo mi madre, tomando un dulce con entusiasmo.
Coloqué la película en el reproductor y, mientras me acomodaba junto a Luna bajo la manta, sentí una calidez en mi interior.
—Sigues siendo una miedosa, Luna —la bromeé cuando se asustó y se aferró a mi brazo tras una escena intensa.
—Mo… sabes que me asusto fácilmente, ¡y tú pusiste una película de terror! ¡Malo! —exclamó, su voz llena de reproche, aunque sonreía.
—Tranquila, no te pasará nada —la tranquilicé, sonriendo mientras miraba cómo se escondía bajo la manta.
Mi madre nos observó desde el sofá y sonrió, como si disfrutara de la escena.
La película terminó y, aliviada, Luna exhaló.
—Uff… finalmente terminó… —dijo, y su expresión era una mezcla de miedo y diversión.
—Tengo más películas de terror —le mostré varias cajas.
—¿¡Otra vez!? ¡¿Tanto te gusta hacerme sufrir?! —me reclamó, aunque no podía ocultar una risa.
—Jeje, me gusta ver tus reacciones —respondí, sin poder evitar sonreír.
—Mo… no sé qué tienen de divertidas mis reacciones —dijo, aunque sabía que no podía resistirse.
—Solo me hacen reír —respondí, disfrutando del momento.
—Bien… pon otra película de terror si quieres —dijo, y eso fue suficiente para que mi sonrisa se ampliara.
Coloqué la siguiente película y nos acomodamos nuevamente. La atmósfera se volvió tranquila, y todo parecía perfecto, hasta que llegó otra escena escalofriante.
—¡Ahh! —gritó Luna, abrazándome y cubriéndose con la manta.
—Ya, ya, no tengas miedo —la tranquilicé, sintiendo su calor cerca de mí.
—Pero… eso fue demasiado para mi corazón… —susurró, y no pude evitar sonreír al ver su sonrojo.
—No pasa nada, estoy aquí —le dije, sintiéndome como su protector.
—Gracias… —respondió, sonrojada y vulnerable.
Mamá, observando la escena, sonrió con picardía.
Al final de la película, ella rompió el silencio.
—Tengo hambre…
—Yo también —dijo Luna, mirándome con expectación.
—¡Pero si se comieron todos los dulces ustedes solas! —exclamé, sintiéndome un poco culpable por haberme dejado llevar.
—¡Igual tenemos hambre! —dijeron, casi al mismo tiempo.
—Bien… iré a cocinar… —anuncié, sabiendo que no podía negarme a ese par.
Ambas sonrieron, y el ambiente se llenó de felicidad.
Me levanté y me dirigí hacia la cocina.
Mientras tanto, Reiko y Luna conversaban en la sala.
—Oye, Luna-chan, ¿cómo vas con Kazuki?
—¿¡Ah!? —Luna se sonrojó al instante.
—Sabes a lo que me refiero —respondió, con una sonrisa traviesa.
—Sí… lo sé… nuestra relación sigue igual —dijo Luna, aunque su rostro seguía rojo.
—Ese chico… —murmuró Reiko, con un aire de complicidad.
—¿Eh? ¿Pasa algo malo? —preguntó Luna, inquieta.
—Oh, nop, nada. Luna-chan, ya que mañana no tienen clases, ¿por qué no tienen una cita? —sugirió Reiko.
Luna se sonrojó aún más.
—¿¡Cita!? Pero… solo somos amigos…
—Aun así, pueden tener citas. Además, eso profundizará su relación —dijo Reiko, con una sonrisa pícara.
—¿En serio?… —preguntó Luna, su voz llena de asombro.
—Por supuesto —asintió Reiko—. ¿O no quieres salir con él y llegar a ser su novia?…
Luna, completamente roja, murmuró: —Pues… sí…
Reiko rió. —Y me darás muchos nietos, ¿no?
—¡Reiko-san! —exclamó Luna, cubriendo su rostro con las manos, pero sonriendo de todos modos.
—Solo bromeo. Un poco… jeje —dijo Reiko, disfrutando de la reacción de Luna.
—Mo… —murmuró Luna, aunque se notaba que le divertía.
—Bien, ¿se lo pedirás? —insistió Reiko.
—Sí… —respondió Luna, su voz temblando un poco por los nervios.
—Jeje, bien —sonrió Reiko, segura de que todo saldría bien.
Luego de un rato, regresé con lo que había cocinado.
—¡Yay! ¡Curry! —exclamó Luna, su rostro iluminándose de inmediato.
—Luce delicioso —dijo mamá, mientras se acercaba al plato.
—Solo es curry… —dije, sintiéndome un poco avergonzado.
—Aun así —respondió Luna, sonriendo de oreja a oreja.
Empezamos a comer y, tras un par de bocados, ambas dijeron al unísono: —¡Delicioso!
—Gracias… —dije, sintiéndome satisfecho por haber cocinado bien.
Después de la comida, escuché a mamá susurrar a Luna.
—Díselo, Luna-chan.
Luna se armó de valor y me miró.
—Em… Kazuki… —dijo, titubeando.
La miré, sintiendo una mezcla de curiosidad y nerviosismo.
—¿Quieres que salgamos mañana? —pregunté, sintiendo que era el momento perfecto.
Tanto mi madre como Luna se quedaron sorprendidas.
—¿Eh?…
—Solo digo que, ya que mañana no hay clases, podríamos salir… si quieres… —dije, sintiéndome más valiente de lo que creía.
—¡Sí! —exclamó Luna, sonrojada y sonriendo, y su alegría me contagió.
—¡Genial! —sonreí, sintiendo que había dado un gran paso.
Mamá nos observó, satisfecha con su trabajo como "celestina".
Después de eso, regresamos a ver más películas, la atmósfera cargada de emoción por lo que vendría.
—Ya estás feliz, ¿no? —le susurró Reiko a Luna.
—¡Sip! —respondió, sonriendo como nunca.
—Disfruta de tu cita mañana, jeje —bromeó Reiko.
—Gracias… —dijo Luna, sonrojada de nuevo.
Vi a ambas conversar con alegría, preguntándome de qué hablaban.
—Bien, ¿qué quieren ver ahora? —les pregunté, tratando de cambiar de tema.
—Lo que tú quieras está bien —respondió Luna, y eso me hizo sentir bien.
—¿Segura? Pero ya vimos dos películas que yo quería ver —dije, sintiendo que debía hacer algo por ella.
—Hm… —pensó, y luego mamá intervino.
—¿Qué tal una de romance? —sugirió, sonriendo—. Sé que les gusta ese tipo de películas.
—Bien —asentí, colocando otra película en el reproductor.
Me senté junto a Luna y, mientras la película comenzaba, noté que mi mamá sonreía al vernos juntos. Rock se acomodó junto a nosotros, y mientras la historia se desarrollaba, no pude evitar sonreír al pensar en la cita de mañana con Luna.
Todo parecía perfecto.
Capítulo 17 – Fin
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