Capítulo 12: Cuidado

Pasaron dos días desde que Luna y yo nos resfriamos, y todavía nos sentíamos mal. En la casa, el ambiente era tranquilo, aunque un poco pesado.

—Cielos, Kazuki —dijo mamá, dejando escapar un suspiro—. Por no hacerme caso, tuvieron que faltar dos días a clases.

—Lo sé, mamá, lo siento —respondí, un atisbo de culpa en mi voz.

—Sé que ustedes dos se dejan llevar en momentos así, pero deben controlarse.

—Sí, ya lo sé —murmuré, sintiendo que no había mucho más que agregar.

—Bueno, siempre han sido así —sonrió, como si eso fuera parte de nuestra naturaleza—. Supongo que nunca cambiarán.

—Hmph… —respondí, encogiéndome de hombros.

—Es extraño que Luna-chan no haya venido aún —dijo pensativa, mirándome de reojo.

—Mamá, ella prácticamente vive aquí. También debe estar con sus padres en algún momento.

—Tienes razón, pero la casa es tan aburrida sin ella… —suspiró.

—¿No tienes nada más que hacer? —pregunté, tratando de distraerla.

—Nop, además de dormir y cuidar de ti, no.

—Al menos ve televisión o lee algo, mamá.

—Neh… —dijo, desinteresada, mientras miraba al techo.

—Bien… —me rendí, observando el silencio que envolvía el lugar.

Pasaron unos minutos y la tensión en el aire se hizo palpable.

—Está muy silenciosa la casa… —murmuré, sintiéndome inquieto.

—Je, no me digas que extrañas a Luna-chan —bromeó mamá, con una risa traviesa.

No pude evitar sonrojarme; el silencio que siguió fue elocuente.

—No puedes ocultarlo. Sé que la quieres mucho y que te diviertes con ella —dijo, mirándome fijamente.

—Bueno, sí, es divertida —admití, sintiendo que la vergüenza me invadía.

—Vaya, no lo niegas. ¿Acaso la fiebre por el resfriado te hace ser más sincero?

—Ya, mamá, solo quise ser sincero —repliqué, intentando mantener la calma.

—O fuiste sincero porque Luna-chan no está aquí.

No respondí; sabía que tenía razón.

—Jooo… sabía que era eso. Sabes que Luna-chan se alegraría mucho de que fueras sincero con tus sentimientos, ¿no?

—¡Mamá! ¿Por qué lo dices? —exclamé, sonrojado.

—Eh… ¿Acaso no te diste cuenta?

—¿De qué?

Suspiró, como si llevara una carga que no podía compartir.

—No puedo decírtelo.

—Bien…

En la casa de Luna, ella se encontraba tirada en la cama, frustrada por el encierro.

—Esto es muy aburrido… ¡muy aburrido! —hizo un puchero, mostrando su descontento—. Quiero ver a Kazuki… aunque sea solo por un rato… —intentó levantarse, pero volvió a dejarse caer—. Mo… mi cabeza duele mucho… —se dejó llevar de nuevo por el cansancio.

De vuelta con Kazuki, él yacía en el sofá, sintiéndose atrapado en el tiempo.

—¿Estás muy aburrido? —preguntó mamá con una sonrisa en los labios.

—Sí…

—¿Por qué no le dices a Luna-chan que venga un rato?

—Hm… no lo había pensado —dije, sacando mi celular para escribirle.

—Sí que eres despistado, Kazuki —rió, como si eso fuera parte de un chiste privado.

En la casa de Luna, el aburrimiento era un enemigo implacable.

—Esto me matará del aburrimiento… —suspiró, mirando su celular con desesperación. Justo en ese momento, su teléfono sonó—. ¿Eh? —tomó el dispositivo y leyó el mensaje que decía: “Luna, ¿quieres venir a mi casa?”—. Se sonrojó al instante y una sonrisa iluminó su rostro—. Pensé que no querría que fuera… —respondió: “enseguida iré”—. Jeje —sonriendo, se levantó de la cama, sintiéndose revitalizada por la invitación.

De vuelta en la casa de Kazuki, él sonreía, sintiendo que la energía en el ambiente había cambiado.

—Supongo que esa sonrisa se debe a que Luna-chan vendrá —dijo mamá, observando mi expresión.

—Sí, ella vendrá.

—Tu rostro cambió a una expresión alegre muy rápidamente; la quieres mucho —dijo, con una mirada cómplice—. ¡Díselo!

—Basta, mamá… —me sonrojé, sintiendo que el calor me subía a las mejillas.

—Bien, bien… —sonrió, como si disfrutara de mi incomodidad.

Luego de unos minutos, Luna llegó.

—Gracias por invitarme —dijo, su rostro brillando de alegría.

Reiko la abrazó con entusiasmo.

—¡Luna-chan! Me aburría mucho sin ti. Sabes que no necesitas invitación para venir —sonrió, mostrando su afecto.

—Jeje… no vine porque estaba muriéndome en mi cama por el dolor de cabeza… —respondió Luna, rascándose la cabeza.

—Igual que este chico —dijo mamá, señalándome—. Solo espero que ahora comiencen a hacerme caso.

Ambos asentimos con seriedad. Luna se sentó junto a mí, y la calidez de su presencia iluminó la sala.

—¿Te sientes mejor, Kazuki? —preguntó, con preocupación en su voz.

—Un poco, ¿y tú?

—Algo…

Sonreí, sintiendo un alivio reconfortante.

—Me alegra eso…

—Gracias —dijo, devolviéndome la sonrisa.

Mamá se dirigió a la cocina.

—¿Quieren que les prepare chocolatada? Aunque no está lloviendo.

Ambos respondimos al unísono:

—¡Sí!

—Jeje, aunque siguen enfermos, ustedes no cambian.

—Nunca me negaría al chocolate —dije, sintiendo el anhelo.

—Ni yo —añadió Luna, riendo.

—Lo sé, lo sé… —respondió mamá, sonriendo al vernos juntos.

Luego de un rato, los tres disfrutábamos de nuestra chocolatada.

—Ahhhh… —exclamamos, dejando que la satisfacción nos envolviera.

—Jeje, aman mucho el chocolate —dijo mamá, observándonos con ternura.

—¡Sip! —respondimos con entusiasmo.

—Luna-chan, tengo algo que contarte —dijo mamá, con una sonrisa traviesa.

Luna, confundida, frunció el ceño.

—¿Qué cosa?

Mamá se inclinó un poco hacia adelante.

—Pueees… Kazuki te extrañó muuucho, y se aburría mucho sin ti.

—¡Mamá! —me sonrojé, mirando al suelo.

Luna me miró con sorpresa.

—¿En serio? —preguntó, sus ojos buscando los míos.

—Sí… —respondí, sintiendo que el nerviosismo me invadía.

—Jeje, yo también estaba aburrida —admitió Luna, sonrojándose un poco.

—Hubieras venido… —dije, sintiéndome un poco atrevido.

—No quería molestar, además me sentía muy mal… —respondió, como si la culpa la invadiera.

—No molestas, Luna-chan —dijo mamá, sonriendo—. ¿No es así, Kazuki? —me miró con complicidad.

—Pues… no molestas, Luna… —dije, sin poder evitar sonrojarme de nuevo.

—Mo… gracias —murmuró, mirando al suelo.

Mamá se inclinó hacia mí y me susurró:

—Díselo, hombre.

—Mamá… basta con eso… —la interrumpí, sintiéndome incómodo.

—Bien… bien… —susurró, como si se rindiera, pero su mirada decía lo contrario—. Solo no pierdas las oportunidades que tienes…

—Bien… —asentí, sintiéndome decidido a hablar.

Luego de un rato, mamá bostezó.

—Iré a dormir un poco… nos vemos luego —dijo, sonriendo antes de desaparecer por el pasillo.

Luna y yo nos acomodamos en el sofá, cubriéndonos con una manta.

—Kazuki… —me llamó, rompiendo el silencio.

—¿Sí?

—Me alegró que me invitaras a venir —sonrió—. Nunca me invitas…

—No vi necesidad de invitarte, ya que siempre vienes por tu propia cuenta —respondí, sintiendo un ligero rubor.

—Mo… pero es realmente lindo que me invites —dijo, sonrojándose.

—Pues… fue porque me aburro sin ti y te extrañaba —admití, sintiendo que el corazón me latía más rápido.

Ella sonrió, su rostro sonrojado.

—Gracias, yo también me aburro sin ti y te extrañaba —respondió, acercándose un poco más.

No pude evitar sonrojarme al mirarla, y cuando ella se dio cuenta, nuestras miradas se encontraron.

—¿Pasa algo, Kazuki? Estás todo rojo —me dijo, con curiosidad.

—Debe ser por el resfriado… —murmuré, sintiendo que el calor aumentaba.

Luna se acercó un poco más.

—¿Acaso tienes fiebre aún? —preguntó, preocupada.

—No lo sé… —respondí, sintiéndome algo inseguro.

Luna se sentó junto a mí y, sin pensarlo, tocó mi frente con la suya.

—Hmmm… tienes un poco de fiebre —dijo, analizando mi temperatura.

—Luna… estás muy cerca… —murmuré, sintiéndome abrumado por su cercanía.

—¡Ah! —se sonrojó, separándose rápidamente—. Lo siento…

Ambos estábamos apenados, el aire se volvió pesado.

—Siento lo de recién, solo me preocupé por ti… —dijo, evitando mi mirada.

—Descuida… estoy bien, gracias por cuidarme —respondí, sonriendo para tranquilizarla.

—Jeje —dijo, sonriendo—. ¡No agradezcas por eso!

Mientras la miraba sonreír, una oleada de confusión me invadió.

“¿Qué me ocurre!?”pensé, sintiendo que el mundo a mi alrededor se desvanecía.

Capítulo 12 – Fin

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