Capítulo 4: Festival de Verano

Ya era de noche, y todo el mundo se dirigía hacia el templo para celebrar el festival de verano. Me encontraba esperando a Luna fuera de su casa, mientras suspiraba impacientemente.

— Luna siempre tarda bastante en vestirse… —murmuré.

Justo en ese momento, se abrió la puerta de su casa.

— ¡Ya me voy! —dijo Luna al salir, cerrando la puerta tras de sí. Me vio y sonrió—. Oh, Kazuki, lamento la demora. Gracias por esperarme.

No pude evitar quedarme sorprendido y… ¿sonrojado?

— Eh… ¿pasa algo? —preguntó Luna, confundida.

— Estás usando un yukata —fue lo único que logré decir.

— Oh, cierto, olvidé decirte que usaría uno… ¿Me queda mal?

Negué rápidamente.

— ¡Claro que no! Es solo que nunca te había visto con uno.

Luna rió suavemente.

— Jeje, es la primera vez que uso uno. Es algo incómodo, no creo que vuelva a usarlo.

— Qué lástima, te ves muy linda así —le dije, sonriendo sin pensarlo.

Vi cómo sus mejillas se sonrojaban ligeramente.

— ¿En serio? Pues, si quieres, el próximo año también usaré uno —me devolvió la sonrisa.

— ¡Claro! —le respondí, entusiasmado—. ¿Vamos?

— ¡Sip!

Al llegar al templo, vi a Nobu y Kaori.

— ¡Oi! ¡Nobu! ¡Koizumi! —les llamé.

— Oh, Kazuki, Izumi-san, buenas noches —respondió Nobu con su habitual calma.

— Buenas noches, Luna-chan, Harada-kun —agregó Kaori, sonriente.

— Buenas noches —respondimos Luna y yo al unísono.

— ¿Llegaron hace mucho? —pregunté.

— Hace unos minutos. Creí que ustedes llegarían primero —dijo Nobu.

— Lo hubiéramos hecho, pero cierta chica siempre demora mucho en vestirse —dije, señalando a Luna.

Ella simplemente rio con una risa nerviosa.

— Jeje...

Kaori observó a Luna con admiración.

— Hmm... pero Harada-kun, no puedes negar que Luna-chan está hermosa hoy.

— ¡Oye, Kaori! —exclamó Luna, avergonzada.

Yo simplemente sonreí.

— Pues sí, está hermosa hoy.

Luna se sonrojó aún más, y vi cómo Kaori se acercaba para susurrarle algo al oído.

— Jeje, nuestro plan funcionó —le dijo, sonriendo.

— ¡Sip! —respondió Luna, bajando la cabeza ligeramente.

Entonces, decidí hacer algo divertido.

— Oye, Nobu, Koizumi también está linda con su yukata hoy, ¿no?

— ¿Eh? —se sorprendió Kaori.

Nobu, algo avergonzado, respondió:

— Pues sí…

Vi a Kaori completamente sonrojada, y Luna me miró de reojo.

— Oye, ¿qué estás tramando? —me susurró.

— Ya lo verás —le respondí con una sonrisa traviesa.

Kaori, claramente incómoda, decidió cambiar el tema.

— ¡Mejor vayamos a ver los puestos! —y salió corriendo.

— Escapó —dijo Luna, observando la escena.

— Yep.

Nobu suspiró, algo resignado.

— Tranquilo, sé que podrás hacerlo —le dije, dándole un pequeño empujón de ánimo.

— Gracias —sonrió él.

Al llegar a los puestos de comida, Luna y yo no pudimos contener la emoción.

— ¡Ahhh! —exclamamos al unísono, y corrimos hacia los puestos de comida, comprando todo lo que pudimos. Empezamos a devorar todo.

— Qué rápido —comentó Nobu.

— Aunque pensé que tardarían menos —rió Kaori.

Mis ojos se iluminaron al ver algo familiar.

— ¡Ah! ¡Manzanas acarameladas!

— ¿Dónde? —preguntó Luna, emocionada.

Le señalé el puesto, y ambos salimos corriendo hacia él.

— ¿Acaso es su rutina ya hacer esto todos los años? —preguntó Nobu, observándonos.

— Parece que sí, entonces lo que sigue es… —empezó Kaori.

— ¡Ah! ¡Kazuki! ¡Peluches! —dijo Luna emocionada, señalando un puesto de juegos—. ¡Vamos! ¡Quiero!

— Sí, sí, lo sé —le respondí, ya acostumbrado. Llegamos al puesto—. ¿Cuál quieres?

Luna miró asombrada un enorme dango de peluche.

— ¡Ese!

Compré un boleto y gané el peluche en un solo intento.

— Aquí tienes —dije, entregándoselo.

— ¡Ahhh! ¡Es hermoso! ¡Gracias! —Luna abrazó el peluche, sonriendo de oreja a oreja.

— Sip, es oficial, tienen una rutina —comentó Nobu, observándonos.

— Hmm... o tal vez solo se dejan llevar —dijo Kaori, riendo.

— Tienes razón, ellos son así siempre —respondió Nobu, sonriendo.

Con el tiempo, Luna y yo terminamos comiendo algodón de azúcar.

— ¡Oh, mira, Kazuki! —dijo, señalando a una pareja—. ¿No son Otonashi y Sakagami?

— Yep, parece que sí son pareja después de todo.

— Así parece —dijo Luna, sonriendo mientras terminábamos de comer.

— ¿Ya pararán de comer? —preguntó Nobu.

— ¡Nop! —respondimos ambos al unísono.

— ¿Acaso ahorran todo el año para este día? —preguntó Kaori, riéndose.

— ¡Yep! —dijimos nuevamente Luna y yo, con una sonrisa cómplice.

Finalmente, después de comer tanto, nos sentamos a descansar.

— Ah... —dije, suspirando.

— No puedo más… —murmuró Luna, abrazando su dango de peluche.

— Era obvio, comieron toda la noche —dijo Nobu.

— Creo que ustedes dos fueron los que más aportaron al festival comprando comida —agregó Kaori.

— Aunque todos los años es lo mismo —rio Nobu.

— Jeje, sí —coincidió Kaori.

Levanté la vista hacia el cielo, sintiéndome tranquilo.

— Kazuki, ¿pasa algo? —preguntó Luna, notando mi expresión.

— No, solo que la estoy pasando muy bien —le respondí, sonriendo.

— Me alegra saber eso —me devolvió la sonrisa.

Vi cómo Nobu le susurraba algo a Kaori, y ambos se levantaron en silencio para dejarnos solos.

— Kazuki, ¿hay algo más que quieras hacer hoy? —preguntó Luna, mirándome.

— Sip.

— ¿Qué cosa?

— Ver los fuegos artificiales contigo —dijo, sonriendo dulcemente.

Me sonrojé un poco, pero también sonreí.

— Está bien.

Esperamos un rato, y mientras observaba el cielo, vi cómo Luna lo miraba maravillada. Decidí decirle lo que tenía en mente.

— Luna, hay algo que quiero decirte.

— ¿Hm? ¿Qué es? —me miró, confundida.

Tomé aire, pero justo en ese momento se escuchó la primera explosión de fuegos artificiales, iluminando el cielo nocturno. Ambos nos quedamos maravillados observando el espectáculo.

— Qué hermoso… —dijo ella.

— Sí, sí que lo es… —respondí, aunque mi atención ya no estaba en los fuegos, sino en ella.

— Kazuki, ¿qué querías decirme? —preguntó, recordando mi intento de antes.

Sonreí y la miré a los ojos.

— Oh, no, nada, olvídalo.

— ¡Vamos! ¡Dilo! —insistió, haciendo un puchero.

— Bien —dije, cediendo—. Iba a decirte que me alegro de estar aquí contigo. La pasé muy bien —le sonreí sinceramente.

La vi sonrojarse levemente.

— Gracias… yo también me alegro… —dijo, sonriendo suavemente.

Tomamos nuestras manos y continuamos viendo los fuegos artificiales, disfrutando del momento juntos bajo el cielo iluminado.

Después de un rato, seguíamos observando los fuegos artificiales, y aunque todo parecía perfecto, sentí que debía decirle algo más. Pero justo cuando estaba por hacerlo, escuché las voces de Nobu y Kaori a lo lejos.

Ambos también observaban los fuegos.

— Me gusta mucho venir aquí todos los años para ver esto —dijo Kaori.

— A mí también. Es algo relajante —respondió Nobu con una sonrisa tranquila.

Se quedaron un rato en silencio, pero luego noté que Nobu parecía un poco nervioso. Finalmente, habló:

— Emm… Koizumi-san, hay algo que quería decirte.

Kaori lo miró, algo sorprendida.

— ¿Hm? ¿Qué es?

Nobu la miró con seriedad, pero también con un poco de nerviosismo.

— Pues… verás, tú me gustas.

Pude ver cómo Kaori se quedó completamente sonrojada y confundida.

— ¿Eh? ¿Es en serio? —preguntó ella, casi sin poder creerlo.

— Sí, desde hace bastante tiempo que me gustas —respondió Nobu, tratando de sonar confiado.

Kaori sonrió tímidamente y asintió.

— Gracias por sentir eso… y pues… tú también me gustas —dijo, claramente avergonzada.

Nobu abrió los ojos, sorprendido.

— ¿De verdad? —preguntó él, como si no pudiera creer lo que acababa de escuchar.

Kaori asintió nuevamente, esta vez con más confianza.

— Entonces… ¿quieres ser mi novia? —preguntó Nobu, aún algo nervioso, pero con una sonrisa sincera.

Kaori lo miró con ternura, pero también con un poco de inseguridad.

— ¿Estás seguro de lo que estás pidiendo? Yo no sé hacer nada...

— Claro que sí —dijo Nobu, tratando de animarla—. Yo tampoco sé muchas cosas, pero podemos aprender juntos.

Kaori, completamente emocionada, sonrió felizmente.

— Entonces sí, seré tu novia.

Nobu sonrió de oreja a oreja, y sin pensarlo más, la abrazó con fuerza.

— ¡Genial! —dijo, riendo.

Ambos se quedaron abrazados bajo el cielo, mientras los fuegos artificiales seguían iluminando la noche. Al final, se besaron, sellando ese momento especial con una sonrisa en sus rostros.

Capítulo 4 – Fin.

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