Buscaba por toda mi casa algo que había olvidado dónde guardé. La frustración se apoderaba de mí mientras exclamaba:
—¿Dónde!? ¿Dónde puse esa caja!?
Revolví cada rincón de mi habitación, sintiendo cómo la ansiedad crecía con cada intento fallido. Kazuki me matará si se entera de que no encuentro sus videojuegos. Después de un rato, me dejé caer sobre la cama, suspirando. ¿Dónde los habré metido? Miré a mi alrededor y de repente, se me ocurrió una idea. Me agaché y miré debajo de la cama.
—¡Oh! —exclamé al ver una caja asomando entre el polvo—. ¿Será esta?
La abrí con nerviosismo y, al ver los juegos, una sonrisa de alivio se dibujó en mi rostro.
—¡Sí! Ahora… —murmuré mientras el entusiasmo comenzaba a inundarme.
Salí corriendo de casa y me dirigí a la casa de Kazuki. Al entrar en su habitación, lo vi dormido, su rostro iluminado por la luz del sol que entraba por la ventana. Se ve tan tranquilo… y lindo. Me acerqué a él, sintiendo una mezcla de emoción y nerviosismo. No sé si despertarlo o no...
Me senté a su lado, observándolo. Fue un momento dulce que casi me hizo olvidar por qué estaba allí. Me atreví a tocar su mejilla, sintiendo su piel suave bajo mis dedos.
—Jeje, tan suaves… —susurré, sonriendo para mis adentros. Entonces, una idea traviesa me cruzó por la mente. Es el momento justo para una broma. Busqué un marcador en mi bolso y lo sostuve con una mano, lista para hacerle una pequeña travesura.
Justo cuando estaba a punto de dibujar en su rostro, Kazuki despertó.
—¿Luna? —bostezó, confundido—. ¿Qué haces aquí?
Sus ojos se posaron en el marcador y una risa nerviosa escapó de mis labios. La situación se sentía un poco incómoda.
—¡Puedo explicarlo! —respondí rápidamente, pero su mirada ya decía mucho.
—No quiero una explicación, ya lo he decidido: no volveré a darte dulces.
—¡Mo! Solo era una broma… —protesté, tratando de hacer que no se lo tomara tan en serio.
—Aun así, tampoco puedes volver a acostarte en mi cama. Estás castigada por haber sido una niña mala.
¿Castigada? Mi corazón se hundió un poco, pero no podía dejar que eso me detuviera.
—¡No! ¡Lo siento! —exclamé, sintiéndome un poco culpable.
—No acepto tus disculpas.
Su tono era serio, pero su aire de desafío solo me hizo reír.
—Vamos, ¡no seas malo! Luna será buena chica.
—¿Y ahora hablas como niña? —suspiró, con una mezcla de diversión y exasperación—. ¿Cuántos años tienes, mujer?
—Emm… pues… —comencé a contar con mis dedos—. ¡16! —sonreí, sintiendo un poco de orgullo.
—Ya sé tú edad. Solo era sarcasmo.
¿Sarcasmo? Ahora la incomodidad se transformó en un ligero rubor.
—¡Mo! Entonces, ¿no estoy castigada?
—Sí, lo estás. Si quieres acostarte en algún lado, hazlo en el suelo.
—¡Nooo! ¡Vamos! No me castigues.
—Demasiado tarde.
Estaba en problemas.
—¡Pero! —exclamé, sin saber cómo convencerlo.
—¿Pero? —repitió, mirándome con esa sonrisa que me derretía un poco.
Decidí cambiar de táctica.
—Traje algo para ti… —dije, la emoción invadiéndome mientras sacaba la caja con los videojuegos.
Su interés se despertó de inmediato.
—¿Eh? ¿Qué cosa?
—Esto… —le mostré la caja y la abrí, revelando los juegos que había estado buscando.
—¿Mis juegos? —su voz se llenó de sorpresa.
—Sí… siento haber tardado en traerlos, no recordaba dónde los había guardado…
—Está bien. ¿Estás segura de que quieres regresármelos?
Me miró a los ojos, y su mezcla de duda y gratitud me hizo sentir aún más aliviada.
—Sip… solo si me prometes que no dejarás de estudiar.
—Bien… es una promesa —dijo, y su sonrisa me iluminó el día.
Eso significa mucho para él.
—Y… —suspiró—. Supongo que ya no estás castigada…
—¿En serio?
—Sip.
—¡Yay! ¡Gracias! —me dejé caer en su cama, la alegría desbordando en mí.
—Oye, ¡aún sigo acostado y te tiraste sobre mí! —protestó, aunque su tono era juguetón.
—Oh, lo siento. Creo que me alegré demasiado. —Me senté rápidamente, sintiendo un ligero rubor en mis mejillas.
—Puedes acostarte… —dijo, mientras se incorporaba.
Entonces, se levantó para ir a la cocina. Tenía hambre y no lo culpo; había dormido bastante.
—¿Quieres que te traiga algo? —me preguntó desde la puerta.
—¡Sip! —respondí con entusiasmo.
Mientras esperaba, reflexioné sobre el tiempo que habíamos pasado juntos. Cuando regresó con un par de platos de comida, todo lo demás se desvaneció.
Comimos juntos, riendo y disfrutando de cada bocado. Después de unos minutos, la conversación se desvió hacia los videojuegos.
—Luna, ¿quieres que juguemos juntos? —preguntó, mirándome con esa chispa de emoción.
—Eh, pero sabes que soy mala jugando… solo te aburriría.
—Claro que no. ¡Será divertido! —sonrió, y no pude resistirme.
—Entonces, está bien. Jugaré contigo. —Sonreí, sintiendo que esto iba a ser una buena tarde.
Kazuki sacó los juegos de la caja y conectó la consola de videojuegos a su TV.
—¿Quieres jugar uno de lucha?
—Está bien. —Me acomodé, lista para la batalla.
Los minutos pasaron volando mientras jugábamos. Kazuki me ganó varias veces, riendo cada vez que lo hacía.
—¡Je! ¡Gané! —exclamó, con una sonrisa satisfecha.
—¡Mo! Era obvio que pasaría. ¡Soy mala jugando! —protesté, aunque en el fondo sabía que era divertido.
—Solo es cuestión de práctica. —sonrió, tratando de consolarme.
—No juego tanto como tú.
—Hace tiempo que no juego, así que… —me guiñó un ojo.
—Jeje, pero valió la pena quitarte los juegos para que estudies.
—Sí. —su tono se volvió más serio, pero su mirada seguía siendo cálida.
—Puedo seguir jugando, aunque pierda, ¿verdad?
—¡Claro!
—Gracias. —Sonreí, sintiéndome más cómoda.
Continuamos jugando, y mientras perdía y ganaba, una sensación de calidez me envolvía.
—¡Gané! —grité al fin, saltando de alegría—. ¡Eres un perdedor!
Kazuki sonrió, su expresión entre sorprendida y orgullosa.
—Sí, admito que me ganaste, Luna.
—Fue difícil, pero logré ganarte.
Lo miré y noté que se sonrojaba. ¿Por qué se pone así?
—Kazuki… gracias por lo de hoy. Fue muy divertido. Hace mucho que no me divertía tanto.
—Yo también me divertí mucho, Luna.
Su sonrisa me hizo sentir especial. ¿Por qué me late tan rápido el corazón cuando me mira así?
—¿Pasa algo? —pregunté, notando su ligero sonrojo.
—No, nada. —respondió rápidamente, evitando mi mirada.
—¿Seguro?
—¡Sí! ¡Estoy bien!
—Hm… bueno, perdón por insistir.
—No te disculpes. Me alegra saber que te preocupas por mí y que me cuidas.
—Claro que lo hago y siempre lo haré, Kazuki. —Sonreí, sintiendo que nuestras miradas se conectaban por un momento.
Mientras jugábamos, me di cuenta de que quería que esos momentos nunca terminaran.
—¿No pasa nada? Te pusiste rojo otra vez…
Kazuki intentó evitar mi mirada, pero yo estaba decidida a descubrir qué estaba sucediendo.
—No pasa nada, Luna.
—Mo… estás ocultándome algo, ¿no?
—No es nada, estoy bien. —sonrió, pero su sonrisa era diferente.
Me acerqué un poco más, sintiendo una mezcla de nervios y emoción.
—¿En serio? —insistí, viendo cómo su rostro se sonrojaba aún más.
Kazuki se sonrojó y soltó una risa nerviosa, y en ese instante, supe que había algo más entre nosotros.
¿Podría ser que…?
Una pequeña chispa de esperanza me llenó al pensar que había más de lo que ambos estábamos dispuestos a reconocer.
Mientras esto ocurría, Kazuki pensaba en su interior “No entiendo por qué pasa esto… Mi corazón late demasiado rápido cuando ella se acerca a mí. Acaso… ¿Me he enamorado de ella?”
Capítulo 15 – Fin
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 45 Episodes
Comments