8. aprendiendo con la abuela

Capitulo 8.

— Veo que hay mucho que hacer — dijo la abuela Marcela con desagrado. Presiento que va a hacer un día muy largo.

Los invitamos a desayunar un poco en la terraza los cuatro juntos. Se siente como si conociera a los suegros pero Gabriel no tiene papás.

— Entonces, ¿cómo te trata mi nieto?, Espero que bien — preguntó él abuelo y sonrío para ver malvada mente a Gabriel quién se tensa — lamento que tengas que pasar por esto

— No sé preocupe, estoy conociendo muy a fondo a su nieto, señor — le garantizo y sonríe mostrando su dentadura que parece que le pusieron una

— Llámame abuelo, ahora somos de la familia a pesar de las circunstancias — pide y asiento con la cabeza, apenada

Él abuelo es muy simpático, se la a pasado contando chistes y anécdotas mientras recibe miradas acusatorias de la abuela Marcela y por lo que veo ambos hombres le tienen miedo, bueno y como no.

Él es de estatura baja y rellenito con cabello negro y unas cuantas canas ya en su cabello.

— Por favor, basta de chistes — pide la abuela y ambos asienten — tenemos que hablar las mujeres si nos permiten — les dice a ambos que vuelven a asentir y yo me pongo de nervios, miro a Gabriel pidiendo con la mirada que no me deje sola sin en cambio él me ignora por completo.

— Bueno, porque no me muestras como vas con la empresa de tu padre — dice él abuelo Gregory a su nieto quién se lo lleva

Miro a mis lados buscando una forma de escapar pero no la encuentro así que le sonrío, ella me mira con seriedad.

— Lamento que la boda se haya dado de esté modo pero las cosas ya están echas, lo que quiero decir querida es que lo mejor es que te adaptes a está familia — me pide y vuelvo a sonreír, pensando en que no tendré que estar mucho más tiempo aquí dentro de un año

— Yo…— quería decirle lo que pienso al respecto sobre lo que me hicieron pero no puedo, es mejor así — estoy aprendiendo sobre sus culturas — informé y sonríe

— Me alegra saberlo, pero me gustaría enseñarte algunas cosas, ya que eres parte de la familia — al decir eso lo siento como si de verdad estuviera feliz de que su nieto se case — ven acércate y ayúdame a coser, te enseñaré como — me dice con emoción y asiento para sentarme a su lado apenada y tomar la tela para coser a mano — siempre quise que mi Gabriel se casará y más si es alguien con quién ama pero no todos los sueños se hacen realidad. Aunque no lo creas estoy feliz de que sea contigo, sé que con él tiempo pueden llegar a quererse, porque esas miradas que se lanzan no me engañan — dice acusándome con su dedo índice y siento pena por está conversación, no entiendo que quiere decir.

Me concentro en tejer bien la prenda y ella me recrimina varias veces al hacerlo y termino gruñendo lo cual me reprende.

Al conocer a la abuela me doy cuenta que no es tan mala como parece o eso creo pues sólo fue un día y los que faltan, se quedarán una semana para conocerme mejor y ya van dos días, aún así estoy viva. Me dejé el cabello suelto pero con una media cola y mi listón azul decorado en mi cabello rubio oscuro. Entro a la cocina y me encuentro con la abuela y Griselda que conversan o más bien la abuela le da órdenes, lo cuál me resulta divertido.

— ¡Buenos días! — saludo en voz alta y ambas me miran, la mirada de la abuela es de irritación

— No sé grita señorita — pide y bajo la cabeza apenada por eso — disculpe, pero..

— No me contradigas — advierte y asiento con la cabeza reteniendo una pequeña risa

— Estaré en el cuarto de empleados por si necesita algo — le avisa Griselda para salir de la cocina que es un lugar muy espacioso con varias cosas para cocinar.

Observó los ingredientes que hay en la mesa y me pregunto a qué se deberá todo eso

— ¿Me dijiste que sabías cocinar? — preguntó y le digo que si — pues quiero enseñarte una de mis recetas favoritas

Abro los ojos en sorpresa porque quiera hacerlo, me pone feliz debido a que no tuve abuela que me enseñará.

— ¡De verdad!, Yo siempre quise que mi abuela me diera sus recetas secretas — le digo con emoción y asiente con seriedad

— Debes controlar esa emoción niña — pide y empezamos a preparar todo tal cuál como me lo indica

— A veces él mundo puede ser muy cruel y tienes que ser fuerte, te lo digo por experiencia — me aconseja y yo la escucho mientras me preparo para verter el betún en la tarta pero me mancho los dedos y como siempre suelo hacer lamo uno de ellos deleitándome de su sabor cuando siento su mirada pesada.

—esos no son modales, no debes hacer eso — me reprende y sonrío divertida porque ya me estoy acostumbrando a sus regaños

— Disculpe abuela, es que así sabe mejor — le garantizo y me mira en sorpresa para negar con la cabeza

La puerta de la cocina se abre y es Gabriel quién entra, su sorpresa entra en el rostro.

— ¿Qué hacen? — preguntó confundido — ¿no vez? — le digo en sarcasmo

— Estoy enseñándole mis recetas pero por lo que veo cuesta mucho, a una niña respondona — me echa y sonrío de lado al igual que él — es muy molesto abuela — coincide con ella y me cruzo de brazos — tú eres igual o peor — le dice ella para salir de la barra de la cocina. Me echo a reír y él me fulmina con la mirada

— Iré por el toque final — dijo observando que algo le falta a la tarta y sale de la cocina dejándonos solos.

— Creo que nunca voy a dejar de sorprenderme por está enorme casa — le digo para tomar la espátula y él se acerca a mi — por cierto tú abuela no es como parece, es adorable cuando no está molesta — Gabriel sonríe por lo que digo

— Tienes realmente un don para hacer felices a las personas, ¿Cierto? — dice y alzo una ceja — mi abuela parece estarlo desde que estás a su lado — confiesa y me hace sentir bien con eso. Siento que me mira pero yo no lo hago pues no me atrevo.

Apenas hoy estamos solos, desde que llegaron no nos han dejado solos ni por un minuto y no es como que lo quisiera pero ahora se me hace extraño.

— ¿Puedo probar de esa delicia? — preguntó y volteó a verlo porque eso para mí sonó con doble sentido, veo la diversión en sus ojos — claro que no, tú abuela me matará — le respondo y asiente acercándose más a mi

— ¿Y tú también lo harás? — preguntó y lo miro perpleja al notar como mira mis labios, esté parece un mal juego — te extrañé — dice y no puedo creerlo tanto que me cuesta aceptar que lo haya dicho enserio

— Yo también te extrañé — le digo y veo como se emociona — ¿Enserio? — preguntó él y sonrío de lado — extrañé nuestras peleas — le pico y él sonríe con tristeza pero no dice nada — a pesar de todo la estoy pasando bien — le aclaró tocando su cabello negro con delicadeza — me alegra saberlo pero creí que…¿Me harías la vida imposible? — preguntó contrariado

— Y así es — le digo para sorprenderlo al tocar su nariz con mi dedo índice lleno de betún, manchando un poco su mediana nariz — ¿De eso se trata?, Creo que quiero venganza — dijo acercando su rostro al mío con intención de querer besarme cosa que me hace sentir extraña, como si deseará que lo hiciera y eso me hiciera sentir mal por el sólo hecho de desearlo

Su perfume huele tan bien, su cercanía, su calidez es algo de lo que no estoy acostumbrada. Él sigue acercándose sobre todo cuando ve que no le impido nada pero para sorpresa suya y mía también le lleno los labios de betún.

Él se aleja enseguida y no puedo evitar soltar una carcajada por lo gracioso de su aspecto, al principio luce confundido después pasa a molesto para finalmente sonreír.

— ¿A esto jugaremos? — preguntó y negué con la cabeza haciéndome la inocente para correr al ver que también quiere llenarme de betún — ¡No huyas! — dice detrás de mí mientras corro por toda la cocina entre risas, rodeando varias veces la barra.

Me detengo al ver a la abuela observar con una sonrisa como si fuéramos una película.

— Veo que la tarta ya está — dijo con una mano en su cadera — probemos un poco de ella — dice para partir un pedazo — iré con tú abuelo, ustedes pueden comer tranquilos — dice con picardía, con intenciones de dejarnos solos.

Ambos nos miramos confundidos para alzarnos de hombros.

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