Capítulo 12- Adicción

GIA

No debería estar arriesgándome a ser atrapada por venir a este país en búsqueda de la ayuda del ahora ex agente Beck. Miento, porque son sus labios los que no he podido arrancar de los míos, y me odio tanto por tener este gran deseo hacia ese cretino y que no sea para matarlo, que hasta nuestro rudo beso demuestra la gran furia que explota de nuestro interior. Además de que él es quien me va a llevar directo con esa tal Nikola Domanski, una vieja enemiga de la familia, y que cuando la tenga en mis manos; conocerá de lo que es capaz de hacer un verdadero Lombardi.

Kenneth baja sus manos por mis costillas, hasta dejarlas en mi trasero y apegarme contra él. Aun y por encima del pantalón de cuero, puedo sentir lo duro y caliente que está contra mi muslo. Succiono su labio superior y lamo pasudamente sus labios antes de despegarme de su boca y tomar un poco de aire.

Me encanta que me encienda a la misma velocidad que cuando voy a matar a un enemigo, es algo que solo él ha podido hacer. Nos quedamos viéndonos y sonríe, al tiempo que mi espalda choca la pared y mis pies tocan de nuevo el suelo. Sus manos se deshacen expertamente de mi blusa, dejándome desnuda de la cintura para arriba, puesto a que soy muy mala para usar brasier. Su boca no pierde un solo segundo en atacar mis senos; mordisquea, chupa, lame y juega abiertamente con mis pezones, alternándose entre ellos, mientras sus manos se adentran por mi pantalón. Al, su dedo palpar directamente mi vagina, una corriente y un gemido escapan de mi garganta sin poder contenerlo más, pues su dedo se hunde en mi interior de la manera más violenta y deliciosa que jamás alguien me haya hecho. La piel me arde muy intensamente con esos movimientos circulares y rudos que me está dando con tan solo un dedo, aprisionándome contra la pared. La corriente me traspasa la carne quedando extendida en mis huesos.

—Di mi nombre — susurra en mi oído, introduciendo un dedo más en mi interior —. Dilo…

—Vete al puto infierno, no diré tu maldito nombre — muerdo mi labio, arqueando la espalda.

—Terminarás diciéndolo, porque… — con su palma izquierda me aprieta el vientre bajo contra la pared, a lo que hunde sus dedos en lo más profundo de mí, logrando que mis piernas tiemblen sin control por tan deliciosa maña que ha usado en mi contra —, porque nadie te ha cogido como yo.

—Ni que lo tuvieras más largo y grueso que otros — su mordida en mi cuello, viene acompañada de un fuerte espasmo que me corta hasta la capacidad de hablar —. Simplemente no vayas a resultar confesando amor más adelante. Esto es solo una noche de buen sexo y ya.

—Se te olvida que ha sido más que una sola noche, Gia — no sé, pero mi nombre en su boca se oyó jodidamente exquisito —. Jamás me enamoraría de alguien como tú.

—Me estas bajando la calentura con tanta palabrería. Mejor dedícate a hacer un buen trabajo, y sírveme como se debe.

Se separa bruscamente de mí, dejando sus manos en el aire y frunciendo el ceño. Al parecer no le gustaron mis palabras.

—Si no vas a disfrutar del buen sexo, por lo menos trata de terminar con lo que has empezado.

—Pareces una maldita víbora, soltando a cada rato veneno.

—¿Es que nunca te callas, Kenneth? Así se quitan las ganas de coger — lo empujo —. Piensa en lo que te propuse. Esa tal Nikola te sacó del medio porque eres su estorbo — recojo mi blusa, pero antes de ponérmela me la arrebata de las manos —. Pareces un pequeño niño con estos juegos, y no sé por qué mierda aun no te he rebanado el cuello.

—Porque lo quieres seguir probando. Además, yo no he dicho que te vayas — suelto mi cabello, dejando que las ondas caigan despreocupadamente sobre mis senos —. Eres demasiado sensual, incluso más de cuando estás enojada.

Me giró bruscamente, apretándome contra la pared, mientras su boca hizo un recorrido húmedo desde mi nuca, por toda mi espina dorsal y hasta llegar a los huequitos de mi espalda baja, donde mordisqueó placenteramente mi piel antes de bajarme el pantalón junto con la ropa interior.

—Hueles bien — separó mis nalgas, olfateando mis partes como si de un perro se tratase —.  No me importa inyectarme un poco de tu veneno, ¿sabías?.

Su caliente aliento hizo cosquillas en mi piel, que, junto con su lengua explorando mis pliegues paulatinamente, se me hizo imposible contraatacar sus palabras. Sacudió su rostro violentamente entre el medio de mi trasero y gemí, pegando la mejilla contra la pared, sin dejar de morder mi labio inferior. Culminó con una mordida en mis labios, estremeciéndome por completo. No me dio tiempo de nada, pues de una fuerte, concisa y profunda estocada se abrió paso en mi anterior, escapándose su nombre de mis labios inconscientemente. Enredó mi cabello en su mano y lo haló hacia atrás, rozando sus labios en mi oreja, al tiempo que se clavó convirtiéndome presa de la pared y su cuerpo.

—Que sexy se oyó, ¿no crees? — su voz ronca y agitada, más su miembro palpitando en mi interior es algo que me descontrola —. Dilo de nuevo.

—Solo cállate y cógeme — ordeno.

Soy una mujer que no le gusta perder el control de la situación. Aun y sí es él quien predomina en la cama con sus movimientos, muy en lo gran oculto, se sabe que es la mujer la que marca el buen o mal ritmo del hombre.

Mordió el lóbulo de mi oreja muy sensualmente y arqueé la espalda por los escalofríos que me provocó la suavidad de sus dientes en mi piel. Liberó mi cabelló y guio mis caderas con ambas manos contra sí. Nuestras pieles chocándose entre sí es una batalla a muerte con nuestros gemidos, que retumban en su habitación. Su fuerte nalgada me tomó por sorpresa, pero ese ardor exquisito fue bien recibido de mi parte. Me gusta el buen sexo. Me gusta que un hombre sepa lo que hace, pero más me está gustando hacerlo con Kenneth, y eso es lo que debo frenar.

Salió de mí, me giró de un rápido movimiento y levantó mi pierna, introduciéndose de una sola estocada, de nuevo en mí. Enrollé un brazo a su cuello y recibí un profundo y delicioso golpeteo de su parte. Me siento extremadamente húmeda, ya que el chapoteo es algo que se escucha claramente entre nuestros gemidos. Se me quedó viendo fijamente, mientras proporcionaba movimientos circulares sin salirse de mí. Por lo pequeña y delgada que soy, me elevó del trasero y se aferró fuertemente de mi espalda, a lo que siguió bombeando mucho más rápido y profundo. Nuestras bocas se unieron en un beso violento, el cual nos agitó incluso más de lo que ya nos encontrábamos. Sus movimientos, sus fuertes y grandes manos apretando mi trasero y sus dientes aferrándose de mis labios, es la sensación más placentera que he sentido a la hora de llegar a mi clímax. Mis energías fueron drenadas en una milésima de segundo, pero mi cuerpo exigía por más de él. Apoyé la cabeza en la pared y Kenneth salió rápidamente de mí, apretando su cuerpo contra el mío, al tiempo que se derramó en mi estómago.

—Mierda — rechinó los dientes, tensando cada uno de sus músculos —. Ahora comprendo el porqué de la adicción de las drogas.

—Ya, Kenneth — enterró su rostro en el hueco de mi cuello —. Esta será la última vez que tu y yo tengamos sexo, ¿entendido?.

—¿Y por qué la última? Si es que cada una de las veces que hemos tenido sexo las has disfrutado a plenitud — me recuerda lo que tanto trato de sacar de mi cabeza y de mi piel y que no logro hacer —. Tu y yo estamos conscientes que esta relación es solo carnal, Gia. No veo porque preocuparse, además de que no eres de enamorarse y la verdad eso me gusta; ya que no tengo de que preocuparme.

¿Qué mierda me está pasando? ¿Por qué se siente un amargo sabor en la boca de mi estómago?.

—Mereces una buena compensación por tenerlo todo tan claro — me pasa una toalla y me limpio para después vestirme —. Ya sabes dónde y con quién encontrarme si aceptas aliarte con nosotros. Piénsalo, Kenneth, esa mujer solo quiere verte muerto, y no dudará en hacerlo ahora que se le facilita el trabajo. Te dejaré con dos de mis hombres, ya que no estas lo suficientemente protegido.

—Me sé cuidar.

—Lo sé — sonrío, caminando hacia la puerta —, pero me sirves más vivo que muerto, para serte sincera. Nos veremos pronto — aseguro.

Salgo de su apartamento con una sonrisa en los labios. Había borrado nuestros encuentros pocos sexuales de mi cabeza, porque esta Gia que estoy desconociendo, me preocupa de sobremanera. Sé que eso del amor llega en el momento que menos te lo esperas, como dice mi madre, pero no es tiempo para tener una debilidad más, me lo aseguró mi padre cuando ató todos los cabos en un solo segundo, sin siquiera darme oportunidad de defenderme ni mucho menos mentirle.

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Comments

Graciela Saiz

Graciela Saiz

ya habían tenido sexo 🤔 de. que me perdí ?

2025-01-09

0

Gloria San Martin

Gloria San Martin

Gia, Malory y Andrés hijos de Remy y Molly
Sam y Dereck hijos de Emily y Jeison
Maya, Dante y Damián hijos de Dina y Maximiliano

2024-02-16

5

Magdalena Parada

Magdalena Parada

a la madre y las tías ni hay q protegerlas si son peor q los maridos esta medio enredado los nombres tengo q hacer memoria a ver quien ws quien

2023-12-03

6

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