Capítulo 9- Sin pistas

SAM

Sentía un horrible pitido en los oídos cada que el corazón me retumbaba cada vez con más fuerza dentro del pecho, con cada segundo que corría viendo casi a mi esposo muerto encima de la cama. Los hombres de seguridad entraron a la habitación y uno de ellos me cubrió mientras otros disparaban hacia la ventana, a la vez que entre dos trataban de hacer presión en la herida de bala de Alek, la cual la sangre no paraba de fluir.

No sé sí pasaron segundos o minutos, pero para mí parecían ser horas en los que duraron los disparos dentro de la habitación. Semidesnuda, corrí hacia la cama y golpeé a Alek en una de sus mejillas.

—¡Sra. Morelli, debemos llevarlo cuanto antes al médico o va a morir desangrado! — entre dos se lo llevaron y los seguí hasta la sala, donde lo acostaron en uno de los sillones —. ¡Medico! — llamó el hombre.

—Alek, despierta. No me hagas esto. No me vayas a dejar después de haberme jurado que nunca te irías de mi lado, mi amor.

Acaricio su mejilla, a lo que le presionan la herida con fuerza logrando que suelte un pequeño quejido. La sangre nunca me ha gustado y verla en cantidad brotar de su vientre me tiene muy alterada. En mi cabeza solo se reproduce el disparo una y otra vez, haciendo que dentro de mí fluya la rabia a gran velocidad.

El doctor hizo acto de presencia en cuestión de segundos con dos hombres más y el equipo necesario para estos casos, e inmediatamente se dispuso a atenderlo después de revisarlo. No dejé de temblar, por más que el doctor dijera que estaba bien, que la cantidad de sangre perdida era la razon de su desmayo y no la bala en su cuerpo, pues esta misma no había comprometido ningún órgano importante. Pero no creía a su palabra, porque si estuviera bien, mi esposo estuviera despierto y no medio inconsciente. Coral, la madre de Alek atravesó toda la sala corriendo hasta llegar a mí y abrazarme fuertemente.

—¿Qué fue lo que pasó? ¿Por qué mi hijo resultó herido? — la apreté contra mi cuerpo sin dejar de ver a Alek muy pálido. Ha perdido demasiado sangre —. Mi niño no le pasará nada, ¿verdad? Alek no puede ser tan egoísta de llevarse a nuestro hijo a que le haga compañía.

Una fuerte opresión se plasmó en mi pecho. La madre de Alek ha tenido graves problemas desde que tengo uso de razón. Cualquier golpe, cualquier sangrado o algo que atentara contra la vida de Alek, siempre sacaba a relucir a quien es el padre de mi esposo, diciendo que él se lo quería llevar con él y así dejarla sola a ella. Me da mucho dolor ver como cada dio su cordura se pierde cada vez más. Alek depende de ella y ella depende de él. Mi madre se culpa por no haber hecho algo mucho más beneficioso por ella, en lugar de encerrarla en una institución de rehabilitación cuando más frágil se encontraba. Aunque por años se mantuvo luciendo muy bien, solo es ella quien siente el dolor de la partida y no nosotros.

—El Sr. Alek lo cuida, él no dejará que nada malo le pase — respondo —. Tranquila, ¿sí?.

—Es igual, el mismo escenario, la misma sangre: ¡Sus mismos ojos que no me ven! — hice señas a uno de mis hombres y este se hizo atrás de la Sra. Coral —. ¡Esta vez no dejaré que te vayas, Alek! ¡Llévame a mí, pero no a nuestro hijo! Él debe vivir…

El hombre alzó el brazo y dejó un golpe contundente que la hizo caer en la inconsciencia. Cuando despierte sentirá un poco de dolor. No me gusta hacer esto, pero como no estamos cerca de la medicación, es lo que se debe hacer. El doctor está cerrando su herida, como para que ella se altere y quizás cometa algo que no deba.

—Perdóname, Coral. Llévala a la habitación.

—Sí, señora — la alzó en sus brazos y se fue con ella.

—Señora, debe cubrirse — me dice uno de mis hombres y es donde caigo en cuenta que aún estoy en ropa interior —. Póngase mi camisa.

Me la ofrece y asiento, la verdad no siento vergüenza por estar así frente a mis hombres, pues lo más importante es que mi esposo esté bien.

—¿Cómo está, doctor?.

—Él estará bien, le haremos una transfusión de sangre y según la anestesia pase, el Sr. Alek despertará.

—¿Seguro? No me gustan las mentiras.

—Se lo aseguro, la bala no comprometió ningún órgano. El desmayo se debe a la gran perdida de sangre que sufrió por varios minutos.

DANTE

Los días pasaron relativamente lentos y largos para todos nosotros, sintiéndonos como ratas que están siendo acorraladas una por una para después quemarlas vivas. Cada segundo que corre en el día estamos más tensos y más desconfiados con el que sea que se nos acerque. Por fortuna a Sam y a mi hermana no les pasó nada grave en esos ataques que recibieron en sus casas, pero igual no dejamos de pensar quien es el que está detrás de esto y por qué ataca tan de sorpresa y sin dejar huellas.

En el momento que más cerca estamos de agarrar al traidor, algo nuevo sucede y retrocedemos al inicio; sin nada y sin saber quién mierda es el que está que se queda con lo nuestro. Gia encerró al hermano de Rowan en una habitación que no le entra ni la luz del día, y al esposo de Malory lo mantenemos vigilado cada segundo del día, pero solamente porque descubrimos que no tiene nada que ver con lo que se dedica su hermano y su padre. Y ese hecho es muy decepcionante, porque Malory se ha acercado aún más a su esposo que antes, o por lo menos es de lo que me doy cuenta.

Y para ser sincero, hay más de uno que está con muchas ansias de bajar nuestras cabezas. Lo que viene de ahora en adelante, es mucha sangre, ya sea inocente o culpable. Pero esto de no saber nada, teniéndolo todo para descubrirlo es muy frustrante. Cada uno de nosotros está en su alto grado de alerta, listo para hacer su ataque al más mínimo movimiento en falso que veamos. Mañana tendremos una reunión y no sé los puntos que vayan a tratar nuestros padres en ella.

Gia cruza la puerta con esa cara de demonio ardiendo de furia y deja una fuerte patada en una de las sillas botándola al suelo. Al parecer, los interrogatorios a ese Agente no le están funcionando, ¿o habrá algo más que esta mujercita no me quiere decir? La conozco como la palma de mi mano. Sé que odia no tener el control de las situaciones y más cuando ha tratado de matarlo y no ha podido.

—¡No soporto más a ese hijo de su puta madre! — exclama, quitándose los guantes de sus manos —. Es un estorbo, una maldita escoria, un maldito infeliz al cual solo quiero rebanarle el cuello en miles de pedazos.

—Mátalo. ¿Qué estas esperando para hacerlo?.

—Estoy segura que él tiene algo que ver con todo esto.

—Eso lo has dicho estos últimos ocho días que lo has mantenido encerrado, y el hombre no ha soltado la lengua.

—Quizás estoy siendo demasiado blanda con él por culpa de Malory. Me tiene con los putos ovarios hinchados diciéndome que lo suelte, que él no es quién está detrás de todo esto. Y esta mierda me está volviendo loca.

—Cálmate. Estas demasiado alterada. ¿Qué tal si cazamos un poco? Nos vendría bien a los dos.

—Tomaré un baño y salimos — sale de mi habitación y me quedo mirando las pantallas frente a mí. Tengo la visión de cada rincón de la casa y algún movimiento en falso y el lugar puede estallar en segundos.

—¿Podemos hablar? Me hace mucha falta hablar contigo, Dante— escucho la voz de Malory y asiento.

—Adelante. También te he extrañado mucho, pequeña rubia.

No voy a mentir, también la extraño. Independientemente de los sentimientos que tenga o no hacia ella, para mí lo más importante siempre será nuestro lazo de amistad y de familia; no el de amor, porque ese es algo poco importante entre nosotros y en este momento.

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