Capítulo 11- Perdición

KENNETH

Todo sucedió muy rápido, que, al ellos marcharse de esa casa junto a todo su ejército, nadie tuvo el suficiente valor para empezar con una persecución y poner en riesgo a mi padre. Además de que la vida de mi padre es la que está ahora en sus manos y no la mía ni la de mi hermano, así es muy difícil el poder atacar en su contra. Estaba a pocos pasos de tener a Gia en mis manos, ahora que el plan ha tomado otro rumbo, no sé por dónde empezar a buscarlos nuevamente, pues parecen fantasmas sin mostrar su sombra.

De nuevo me encuentro en ceros sentado desde mi oficina en California. Rowan está muy confundido y enojado con todo lo que ha estado pasando, y hasta ha dejado de contestarme las llamadas. Ese día me dijo cuan mal hermano he sido por haberle ocultado información importante, ya que él no esperaba de mí que fuese un agente como papá, pero todo lo hice para protegerlo a él, a Malory y a mi sobrino. Me siento muy culpable por haber llevado a mi hermano por un camino lleno de mentiras y secretos, ahora que lo veo tan mal por no tener ninguna noticia de su esposa y de su hijo, es que me doy cuenta lo mal que hice en querer controlarlo todo a mi antojo. Después de todo, Malory no es una mujer mala ni mucho menos está enredada en ese mundo. Es solo una hermana que está sufriendo por la muerte de su hermano.

He investigado un poco los nexos que tenía Miguel Cadena, según lo que dijo aquel día en la bodega antes de que lo mataran, pero no hay mucha información sobre la supuesta gringa que lo contactó. Siento que es mi deber esclarecer la muerte de André Lombardi. No solo es perseguirlos y atraparlos, es también conocer quiénes, cómo y con qué es que trabajan estos grupos organizados. Quiero poder darles justo en el centro de su núcleo y acabar de una vez por todas con ese tipo de persona que se gana la vida mediante el dolor y la perdición de otra.

Nikola atraviesa la oficina con su cara de limón y de mala gana coloca una hoja sobre mi escritorio.

—Estas fuera del operativo, Beck, y ya no hay nada que puedas hacer; ya está decidido — tomo la hoja del escritorio y la leí detenidamente, confirmando sus palabras —. También estas fuera del departamento y habrá una investigación en tu contra. Jamás nos imaginamos que fueras un traidor, ni mucho menos que estuvieras en contra de esos criminales.

—Sabes perfectamente que esto que dice aquí es mentira — sonríe —. Llevamos cinco años detrás de ellos; tu has sido mi compañera por este mismo tiempo y hemos trabajado muy duro para dar con el escondite de esos narcotraficantes. ¿En verdad estas desconfiando de mí?.

—No hay quien pruebe lo que dices — su descaro me tiene sorprendido. Nikola jamás se había comportado de esta manera tan arrogante en los cinco años que llevábamos trabajando juntos—. Tu palabra ya no vale nada. Te recuerdo que no debes dejar el país ni mucho menos intentar escapar. La vida es irónica, ¿no? Tienes treinta minutos para recoger tus cosas, ex agente — dio vuelta y se marchó.

—¡Mierda! — di un puño contra mi escritorio y volví a releer la carta.

Recogí todas mis cosas y archivé mis investigaciones lo más rápido que pude para irme de ese lugar al cual había decidido entregar mi vida entera si así fuese posible. De un tiempo para acá todo me ha empezado a salir de mal en peor, ¿que más me tiene deparado esta maldita vida? Me fui directamente a mi apartamento, donde lo hallé completamente destruido, pero con todas mis pertenencias en su lugar. Esto no se debe a un robo, es algo más. Inspeccioné todo el lugar con sumo cuidado y una vez verifiqué que se encontraba vacío, me dispuse a organizar el desastre que habían hecho con los muebles.

Al terminar me metí a la ducha y dejé que el agua relajara cada uno de mis músculos tensos de mi cuerpo. No tengo a quien acudir por ahora, y tampoco tengo un plan en mente en este momento. Según salí del baño, enredado en una toalla a mi cadera, me quedé quieto en medio de la habitación al ver a Gia sentada en mi sillón, con esa expresión tan vacía y fría que me enciende. Han sido semanas en los que sus labios y esa expresión de odio y deseo me han predominado la mente, convirtiéndose en una perdición la cual muero por probar de nuevo. No suelo ser impulsivo, ni mucho menos besar a la primera mujer que tenga de frente, pero al verla como escupía su veneno, no vi de otra que callarla con mi boca, ya que las manos las tenía amarradas.

No puedo creer que desees tanto a una criminal como ella, me recrimina la subconciencia.

—Ex agente de la DEA — menciona, cruzando su pierna sobre la otra —. Debiste haber hecho algo muy malo como para que te sacaran como un maldito perro, ¿no?.

—¿A qué has venido a mi casa? ¿Qué haces tirándote tu sola a los lobos? — ignoro su comentario —. Ah, ya entiendo. Vienes a decirme que han matado a mi padre, 0 mejor aún, que me vas a llevar contigo, de nuevo.

—Tu padre sigue con vida, ¿por quién nos tomas? No somos malas personas, Kenneth — enarco una ceja —. Traje a Malory con su esposo, a fin de cuentas, Rowan resultó ser alguien de confiable. Y de paso vine a hacerte una visita, ¿acaso no te agrada verme? ¿Dónde están esos comentarios de la ultima vez?.

—La muñeca solo ha venido por algo de atención, ¿eh? — quito la toalla de mi cuerpo y sus oscuros ojos grises pasean despacio por cada parte de mí, con una sonrisa maliciosa —. Me hubieras dicho antes. Ya sabia yo que, a una gata arisca como tú, lo que le hacía falta es un buen sexo.

—Cúbrete antes que te haga un hoyo en las bolas — me acerqué lentamente a ella, sin prestar atención a sus palabras —. Estoy aquí para hablar de negocios, Kenneth. Es así como funciona esto.

Se pone en pie, sin dejar de verme a los ojos. Sus labios me están llamando a que los bese y no puedo dejar de pensar en cómo arrancar ese deseo que siento por ella. Creí que era la falta de mujer, pero al estar con una chica hace unos días me di cuenta que no; que es Gia Lombardi, la que con el pensamiento me hace querer volarme la cabeza.

—Te escucho — murmuro, deteniéndome a escasos centímetros de ella —. ¿Qué es eso que tanto quieres de mí?.

—Trabaja para nosotros, Kenneth — reí —. Será un pequeño trabajo, es todo.

—¿Qué te hace pensar que me voy a volver como ustedes? — ladea la cabeza, encogiéndose de hombros —. Si ahora mismo, lo único que quiero es encerrarlos de por vida.

—Le das mucha fidelidad a quien no te la dio a ti — acorta la distancia entre nosotros —. La traición es algo imperdonable, y por lo tanto debe ser juzgada como el peor de los crímenes de este mundo. No sé sí estés enterado, pero tu queridísima y fiel compañera Nikola Domanski, es nada más y nada menos que la única hija heredera de uno de los narcotraficantes mas importantes de Inglaterra — relame sus labios, colocando ambas manos en mi pecho —. La que dice proteger a las personas, del mundo de las drogas, es la mayor expendedora de cristales del mundo. ¿A poco no lo sabias? Que falta de comunicación, ¿no?.

—Me estas mintiendo, Nikola viene de una familia humilde, pobre y honrada.

—Así mismo como borraste los archivos de tu familia, ella lo hizo con la suya. Pero eso ya no es relevante. Lo importante aquí, es que tu me ayudarás a llegar a ella, Beck. Hazlo por la familia, después de todo, vamos a tener un sobrino en común.

—¡Cállate! — la tomo fuertemente del cuello —. Escúchame bien; jamás estaría de ese lado oscuro de la moneda, ¿entiendes?.

Sonríe, deslizando ambas manos por mi pecho y vientre, haciéndome estremecer por su tibio tacto.

—Aun y con la traición que ella te dio, vas a seguir defendiéndola. No estarás enamorado, ¿o sí? — susurra, rozando con la yema de sus dedos mi pene semi erecto —. Magnifica información.

—No sabes ni una mierda — ataco sus labios vorazmente, callando toda palabra de su parte —. Viniste en búsqueda de mi atención, ¿no es así? Pues es lo que te voy a dar, Lombardi.

Vuelvo a besarla, descendiendo una de mis manos por sus curvas mientras con la otra la sostengo firmemente del cuello. Su boca se mueve de la misma brusca manera que lo hace la mía, sacando ese deseo sexual que sentimos el uno por el otro. Su lengua es quien toma el control de mi cavidad bucal y me permito emitir un fuerte gruñido colérico y placentero. ¿Cómo es que llegué hasta esto con una de las criminales más buscadas del mundo y no sentirme tan mal, como mi razón si lo hace? Bajo la misma rabia que siento conmigo mismo, la tomé de la cadera y la levanté del suelo, enrollando sus piernas a mi cadera y mordiendo su labio inferior fuertemente.

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