NovelToon NovelToon
VEINTICUATRO (BL)

VEINTICUATRO (BL)

Status: En proceso
Genre:Diferencia de edad / Posesivo / Romance oscuro / Mi novio es un famoso
Popularitas:2.5k
Nilai: 5
nombre de autor: Daemin

Lo secuestró.
Lo odia.
Y, aun así, no puede dejar de pensar en él.
¿Qué tan lejos puede llegar una obsesión disfrazada de deseo?

NovelToon tiene autorización de Daemin para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capitulo 10: beso al filo

El motor del Lamborghini rugía constante, pero dentro del coche el ambiente estaba en silencio. Dylan iba con la mirada fija en la ventanilla, los brazos cruzados y la mandíbula apretada. Todavía sentía el calor en la cara, como si la piel le ardiera después de ese beso inesperado que lo había dejado mudo delante de todos.

Nathan conducía como si nada. Una mano firme en el volante, la otra descansando en la palanca de cambios. Ni una palabra. Solo el sonido del motor y el roce del aire colándose por las rendijas.

—Deberías estar agradecido —dijo al fin, sin apartar los ojos de la carretera.

Dylan giró apenas la cabeza, con una risa seca.

—¿Agradecido? ¿Por hacerme quedar como un idiota frente a medio mundo?

Nathan sonrió de lado.

—No parecías muy callado hasta que lo hice.

Dylan lo fulminó con la mirada.

—Eres un enfermo.

—Tal vez —respondió Nathan con calma—. Pero funcionó.

El silencio volvió a instalarse. Dylan respiraba hondo, intentando no soltar otro insulto. Quería decirle mil cosas, pero nada salía sin sonar peor. Al final, solo masculló:

—No voy a olvidarlo.

Nathan giró un poco el rostro, apenas lo suficiente para verlo de reojo.

—Ese es el punto.

El celular de Nathan vibró en el compartimiento del auto. Él contestó sin mirar a Dylan.

—Liu.

Del otro lado, una voz masculina, animada:

—¡Nathan! Justo te iba a llamar más tarde, pero ya que estás en la ciudad… Ven a mi casa esta noche. Estoy organizando algo pequeño. Quiero anunciarle a todos que voy a pedirle matrimonio a Claire.

Nathan se acomodó el reloj en la muñeca, sin variar el tono.

—¿Fiesta privada?

—Exacto. Solo amigos cercanos. No acepto un no como respuesta.

Nathan sonrió apenas.

—Está bien. Nos vemos allá.

Colgó y guardó el móvil. Dylan arqueó una ceja.

—¿Fiesta? ¿Ahora también soy tu cita de compromiso?

—Eres mi compañía —respondió Nathan, sin darle espacio a discutir.

El Lamborghini tomó la salida hacia las colinas, donde las casas se alzaban amplias y elegantes. Cuando llegaron, la fachada iluminada dejaba ver un jardín cuidado, autos de alta gama estacionados afuera y un grupo reducido de invitados charlando en la entrada.

Nathan apenas cruzó la entrada y ya fue recibido por el anfitrión.

—¡Hermano, pensé que no vendrías! —dijo riendo.

—Sabes que no me pierdo algo así, Marcus —respondió Nathan, sonriendo de manera relajada.

Marcus lo condujo entre la gente hasta un pequeño escenario improvisado en la sala principal. Claire, su novia, estaba al frente, radiante, con un vestido color marfil. Marcus tomó el micrófono, y los murmullos se apagaron.

—Bueno… —empezó, un poco nervioso pero con la voz firme—. Algunos ya lo sospechaban, otros me molestaban con el tema, y hoy quiero dejar de perder tiempo. Claire…

Se arrodilló, sacando la caja del bolsillo interior. Un murmullo recorrió la sala. Claire se llevó las manos a la boca.

—¿Quieres casarte conmigo? —dijo Marcus, directo.

Un “sí” entre lágrimas llenó la sala de aplausos, y ella se lanzó a besarlo. La música volvió, más alegre. Nathan aplaudía junto a los demás, con una sonrisa genuina, nada fingida.

Marcus regresó con él unos minutos después, copa en mano, aún eufórico.

—Sabía que diría que sí, pero coño, igual me temblaban las manos.

Nathan chocó su copa con la de él.

—La hubieras dejado en visto delante de todos. Eso sí habría sido memorable.

Marcus soltó una carcajada.

—Siempre igual, Liu. No cambias nunca. —Luego bajó la voz, mirándolo de reojo—. Y dime… ¿esa compañía que trajiste? —señaló discretamente hacia la mesa de tragos, donde Dylan ya tenía una copa en la mano.

Nathan sostuvo su copa con calma.

—Un invitado temporal.

—¿Invitado o distracción? —Marcus sonrió, malicioso.

Nathan no contestó. Solo bebió un sorbo, como si no valiera la pena aclarar nada.

Mientras ellos hablaban, Dylan había encontrado rápido el ritmo de la fiesta. El primero fue un whisky, luego otro. La tensión de todo el día parecía aflojarse con cada trago. Una chica de cabello oscuro se acercó con una sonrisa curiosa.

—Ese coche negro en el que llegaste… ¿era tuyo? —preguntó, apoyándose en la mesa.

Dylan sonrió de medio lado.

—Digamos que estaba a mi alcance.

Ella rió, y otra amiga se unió a la charla. Pronto los tres estaban riendo, las chicas tocándole el brazo, inclinándose demasiado cerca. Dylan no se hacía el difícil; contestaba con ocurrencias rápidas, con esa chispa que le salía sola cuando se sentía el centro de atención.

Cuando Nathan volvió de hablar con Marcus, lo primero que vio fue a Dylan recostado en la mesa, la corbata floja, el vaso medio lleno en una mano, y las dos chicas prácticamente encima de él, riendo con cada cosa que decía.

Nathan se acercó despacio, sin perder la calma. Apoyó una mano en el hombro de la chica que estaba más cerca.

—Perdón, señoritas. Este caballero ya tiene compañía.

Las chicas se apartaron con sonrisas tensas. Dylan, en cambio, lo miró con los ojos brillosos de alcohol y una sonrisa torcida.

—¿Qué pasa, Liu? ¿Celoso?

Nathan no respondió. Solo lo tomó del brazo con firmeza. Dylan intentó soltarse, pero Nathan lo acercó con un movimiento seco.

—Estás hecho un desastre —le susurró, bajo.

Dylan rió, el aliento cargado de whisky.

—Un desastre divertido.

Nathan lo miró fijo, los ojos ardiendo de celos, aunque su voz siguió tranquila.

—No para mí.

Dylan tropezó con la alfombra justo al salir al jardín. Nathan lo sostuvo antes de que cayera de bruces.

—Ya basta por hoy —murmuró, con el tono seco de siempre.

—Yo estoy bien… —balbuceó Dylan, arrastrando las palabras—. Solo… un poco de aire.

—No. Estás borracho —replicó Nathan, pasándole el brazo por los hombros y prácticamente llevándolo a rastras.

Los invitados apenas los miraban, algunos con sonrisas divertidas, otros fingiendo que no veían nada. Nathan no se detuvo a explicar. Lo condujo hasta el Lamborghini y lo sentó de golpe en el asiento del copiloto.

Dylan dejó caer la cabeza contra el respaldo, riéndose solo.

—Eres un aguafiestas… —dijo, mirando de reojo—. Estaba bien con ellas.

Nathan cerró la puerta y dio la vuelta para sentarse al volante. Cuando encendió el motor, Dylan giró la cara hacia él, con la sonrisa torcida y los ojos brillantes.

—¿Celoso?

Nathan no respondió. Puso el coche en marcha y salió de la entrada de la casa. El silencio se llenó con el rugido del motor y la respiración irregular de Dylan.

De pronto, Dylan se inclinó hacia él, el aliento cargado de whisky.

—Si no fuera porque conduces tan bien… diría que eres un coñazo.

Nathan lo miró de reojo, con la mandíbula apretada. Dylan sonrió más, acercándose todavía más, sin pudor.

—Pero estás bueno, Liu… demasiado bueno.

El comentario cayó como gasolina sobre fuego. Nathan estacionó de golpe en un lateral oscuro de la carretera, lejos de las luces de la ciudad. Puso el freno de mano y se volvió hacia él.

Dylan lo miraba con descaro, medio borracho, medio consciente, pero con esa chispa en los ojos que no dejaba lugar a dudas.

Nathan lo agarró de la nuca y lo atrajo sin pedir permiso. El beso no fue suave ni cuidadoso; fue un choque de bocas, caliente, con los dientes rozando, con la respiración mezclada en un golpe de calor. Dylan se quedó duro por un segundo, sorprendido, pero el whisky le quemaba en la garganta y lo empujó a responder.

Nathan presionó más, su boca devorando la suya. La lengua se abrió paso sin paciencia, explorando con un hambre descarada. Dylan soltó un gemido involuntario, que Nathan atrapó dentro del mismo beso. El sonido lo hizo apretar con más fuerza, hundiendo los dedos en su cabello para que no pudiera apartarse.

Dylan temblaba entre la borrachera y la excitación. Sus manos, torpes, se aferraron a la camisa de Nathan, arrugándola mientras lo atraía más cerca, como si el asiento no fuera suficiente. El beso se volvió más profundo, húmedo, con cada roce de lenguas como una pelea que ninguno quería perder.

Nathan mordió su labio inferior, tirando de él antes de volver a atraparlo con otra embestida lenta, densa, que lo dejó jadeando. Dylan trató de decir algo, pero apenas pudo soltar un murmullo ahogado, porque Nathan volvió a hundirse en su boca, besándolo como si quisiera borrar cualquier rastro de whisky y risas ajenas.

El aire dentro del coche se volvió espeso. El calor subía por la piel, el corazón le golpeaba tan fuerte que Dylan creyó que se le iba a escapar por la boca. Nunca lo habían besado así. No era un beso para enamorar. Era un beso para poseer.

Cuando Nathan al fin se apartó, apenas unos centímetros, Dylan quedó con la boca entreabierta, respirando como si hubiera corrido una maratón. Los labios rojos, húmedos, temblando todavía.

Nathan le sostuvo la mirada, grave, la voz ronca.

—Esto… es lo que pasa cuando me provocas.

Dylan tragó saliva, sin poder soltar una palabra. La vergüenza, el deseo y el alcohol lo dejaron sin armas. Solo atinó a recostarse contra el asiento, con el pecho subiendo y bajando rápido, mientras Nathan arrancaba el motor de nuevo, como si nada hubiera pasado.

Pero nada estaba igual.

1
Mel Martinez
por favor no me digas que se complica la cosa no
Mel Martinez
que capitulo
Mel Martinez
me encanta esta novela espectacular bien escrita y entendible te felicito
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play