Yandy encuentra a su esposo, después de más de veinte años casados en un encuentro amoroso con su secretaria.
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Dañada
Maciel abrió la puerta para salir, un hombre joven tenía ante ella, respiro profundo cuando se concentró en su uniforme de policía.
—Buenos días, estoy a buscando a la señora Maciel— dice el uniformado.
—Soy yo— responde.
—Queda detenida.
Maciel no pregunto por qué, ya sabía los motivos. Simplemente, se entregó sin protestar, Ezequiel y Diego se pusieron como locos intentando que no se la llevarán, pero Maciel no podía ver con claridad lo que estaba pasando, se subió a la patrulla sin decir nada.
Esta vez el espectáculo era deprimente para todos.
—¿Qué vamos a hacer Diego?—preguntó Ezequiel.—Mi madre no puede quedarse en ese lugar.
—Créeme que mi prioridad será sacar a Maciel de ese maldito problema, pero necesito de tu ayuda.
—¿Qué quieres que haga?
—Habla con Henry, convéncele de que se entregue, así tendré algo de tiempo para acelerar algunas cosas.
—Está bien.
Ezequiel suponía que las cosas serían diferente de ahora en adelante, en su cabeza había un revuelto de pensamientos positivos y negativos, si él se sentía así, imaginaba como se sentiría su madre, todo su mundo en cuestión de poco tiempo se había transformado en una gran grieta. Se dirigió al hospital a hablar con su padre, su borrachera había desaparecido, estaba más consciente que en la madrugada. Los golpes en su cuerpo se pronunciaban con más dolor y sus quejas eran notorias.
—¿Cómo estás, papá?— preguntó Ezequiel, sentado a su lado.
—Ayer bebí más de lo permitido hijo.
—Papá, no importa lo que hagas con tu vida, pero por favor te voy a pedir que dejes de destruirnos, ¿Por qué tanto odio hacia mi mamá?, mm…
—Hijo...
—Se llevaron presa a mamá, ¿Vas a dejarla en ese hueco?
—Algunos de los dos tiene que estar ahí.
—El que debería estar ahí, sos vos y no madre.
—Ezequiel, perdóname hijo.
—Es difícil perdonar a alguien que tiene pensamientos destructivos. Ahora que me digas, ¿Quién es Diana Rhoan?
Henry inclinó ligeramente la cabeza, estaba seguro de que su pasado no venía de pasada, sino para tomarse el tiempo para desenterrar verdades y clavarse en su nuevo recorrido.
—Contesta papá, ¿quién es esa mujer?
—Es un nombre que yo invente.
—¿Por qué?
—Porque tome la decisión de ser tu padre.
—Te consideré un buen padre hasta que decidiste hacernos mierda, a mí y a mi madre. Si quieres que te perdoné saca a mi mamá de la cárcel.
—¡No, eso no lo haré!
—Te odio papá.
—Si sabes de Diana, se supone que también sabes que no soy tu padre, tu odio no significa nada para mí.
—Perfecto, no tengo nada más que hacer aquí. De todos modos muchas gracias por fingir ser un buen padre durante estos años.
—Ser tu padre y ser el esposo de tu madre era una maldita carga, es bueno liberarse de ustedes.
Ezequiel se mostró desconcertado, sabía que su padre era cruel, pero no tanto para decir que él y su madre eran una carga.
—No sé si algún día te arrepientas de todo lo que has hecho, pero de ahora en adelante te quiero fuera de la vida de mi madre y de la mía— dice Ezequiel con un tono suave, pero con mucho enojo, tiro la puerta antes irse.
Afuera llovía con mucha intensidad, Henry veía por la ventana el temporal, su rostro deprimente como el clima, hacían juego. No pudo contener las lágrimas, no solo había perdido a su esposa, sino también a su hijo.
Ahora que Ezequiel y Maciel sabían la verdad, lo correcto era alejarse de ellos, porque la amenaza que hacía años atrás recibió, se haría realidad. Recordó el nacimiento y los primeros pasos de Ezequiel, por más que la biología decía otra cosa, su corazón sentía otra, no sabía que este momento llegaría de este modo.
Se sacó toda la joyería que Maciel llevaba en su cuerpo. Llevaba más de dos horas con un policía, sin decir ninguna palabra, no había ninguna emoción en su rostro, estaba poseída por todos los sucesos que había sufrido los últimos meses, y esto le impedía volver a la realidad. Su memoria de alguna forma había quedado dañada, una guardia mujer vino y la llevó a una celda del brazo.
Reposo su cuerpo en un colchón sucio, el cansancio que cargaba en su cuerpo la debilitó de inmediato, ya no tenía fuerzas ni para llorar, cerró sus ojos y se durmió.
Al día siguiente muy temprano vino Henry a visitarla, ella no quería recibir ninguna visita, pero la oficial la obligó.
Henry sintió un poco de lástima al verla en ese estado, había bajado mucho de peso, sus ojos no reflejaban nada, se sentó en frente de su esposo y lo miro directamente a los ojos.
—Eres una maldita basura Henry, te juro que cuando salga de aquí, te voy a hacer mierda— dice Maciel, después de varias horas sin decir ninguna palabra.
—Tu hijo vino a verme ayer, quiere que te saque de este hueco, pero le dije que no lo haré.
—¿Mi hijo?, mmm, ¡es verdad, es solo mi hijo!. Quiero te largues de nuestras vidas.
—Si no es así, ¿Qué harás?
—Matarte.
—¡Maciel!... vos no matas ni una mosca, ¿Y piensas matarme a mí?
—No me pongas a prueba.
—Maciel solo vine a una cosa, sé perfectamente que Ezequiel no es mi hijo, y de seguro ya lo debes de saber, era un secreto que guarde por muchos años.
—¿Te das cuenta lo que hiciste Henry?, eres un maldito monstruo, no tenías derecho de disponer de mi cuerpo de la forma que lo hiciste y someterme a esa asquerosidad. Siempre creí que mi hijo nació de amor, pero ahora me doy cuenta de que vos no sabes nada del amor.
—Maciel, tu vida y la de Ezequiel, están en peligro.
—¿Qué estás diciendo?
—Si el padre biológico de Ezequiel apareció, quiere decir que también su hermano lo sabe.
—No estoy entendiendo nada Henry.