Cuando el hermano mayor de Reachel, Elliot, desaparece en un trágico accidente, ella deberá tomar la presidencia de la empresa familiar, pero esta viene con una condición, casarse. El mejor amigo de su hermano, Santos, le ofrece casarse con ella para ayudarla, pero hay un problema, ella lo ha amado desde niña.
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RECLAMOS
...Reachel:...
Santos estaba explicándome algunas cocas de la empresa. Iba a volverme loca, el trabajo era excesivo, ahora entendía por que Elliot siempre estaba ocupado, le reclamábamos que nunca buscaba espacio para su familia.
Lo único que me gustaba de todo esto es que estaba las veinticuatro horas del día con Santos, todos los días. Comíamos juntos a diario, hacíamos ejercicio juntos, y volvíamos juntos a casa.
Había pasado una semana y no habíamos tenido discusiones y todo había estado marchando bien.
— Señorita no puede pasar ¡Señorita! — Se escuchó un alboroto afuéra.
La puerta se abrió.
— ¿Como pudiste? — El rostro rojo de Catalina se hizo presente en mi oficina. Obviamente estaba molesta.
— ¿Que te pasa? ¿Por que entras aquí de esa forma? — Le reclamé.
— ¿Como pudiste Reachel? Creí que éramos amigas.
— ¿De que rayos hablas? — Exigí.
— Sabías lo que sentía por Santos y aún así te casaste con el.
Santos me vió confundido.
— ¿Como te enteraste? — Se suponía la que sólo mi familia lo sabía.
— No importa como me enteré, lo que importa es que te casaste con el aún cuando acababa de confesarte mis sentimientos.
— Lo lamento. — Dijé. — Pero Catalina, ustedes no tenían nada.
— Me robaste la oportunidad de intentarlo.— Ella estaba muy alterada, no le importaba que Santos la estuviera escuchando. — Todo es tu culpa.
— No es verdad. — Se entrometió Santos. — Ella no tuvo nada que ver, la razón por la que nos casamos, no involucra sentimientos. — Mi corazón se estrujó. — Pero aún así llevo enamorado mucho tiempo de una mujer, tanto, que no hay nada que tu puedas hacer para que yo pueda cambiar ese sentimiento hacia ella.
A Catalina se le pusieron los ojos llorosos y a mi también.
¿Tan fuerte era el amor que Santos sentía por esa mujer?
— Lo lamento. — Le dijó el viéndola a los ojos.
Ella dio media vuelta, salió de la oficina y azotó la puerta tras ella.
— ¿Estas bien?
— Si, es duro enemistarse con una amiga. — Use de excusa.
Últimamente las palabras de Santos me dolían mas, no se si es por que a pesar de estar casados yo sabía que el no me pertenece.
— ¿Continuamos? — Me preguntó.
— Claro.
Todo el día estuvimos trabajando, ya íbamos a casa.
— Olvide algo en la oficina ¿puedes adelantarte?
— Claro.
Estaba afuera esperando el auto.
Cada vez que estaba en la entrada del edificio recordaba el día en que me disparon, los de seguridad estaban conmigo, pero aún así tenía miedo, el auto ya habia tardado, nunca tardaba tanto.
Un auto se estacionó justo frente a mi, me tensé, pero el susto se me pasó rápido cuando recordé de quien era ese auto.
— Necesitamos hablar. Sube al auto.
— ¡ Estas loco! Tu y yo no iremos a ningún lado, creí haber sido bastante clara cuando te dijé que no quería volver a verte. — Me tomo del brazo bruscamente, pero me safe de su agarre. — Suéltame ¿que te pasa?
— ¿Señorita hay algún problema? . — Preguntó uno de los hombres de seguridad que venía conmigo.
Adrian se la pensó para volver a tocarme.
— ¿Como es eso de que te casaste?
Me sorprendí ¿como es que dos personas el mismo día me estaban reclamando mi matrimonio cuando se suponía que nadie sabía?
— ¿A ti que te importa? No tienes ningún derecho a venir a cuestionarme nada.
— ¿Que pasa? — Llegó Santos. — Creí que ya no tenías nada que ver con este idiota.
— Así es, no entiedo que es lo que hace aquí.— Respondí.
— ¿Que que hago aquí? — Dijó Adrian indignado. — Muchas veces te pregunte si tenías algo con este imbecil y siempre lo negaste.
— Mejor lárgate. — Le dijó Santos.
— Me hiciste un escándalo cuando me encontraste con otra, pero tu.
— ¡Cállete Adrian!— Le grité.
— Ahora veo por que nunca quisiste abrirme la piernas, era por que ya andabas cogiendo con este imbecil como si fueras una pu…. — Me sobresalte cuando el puño de Santos cayó sobre su rostro haciéndolo caer al suelo.
El lo iba a golpear de nuevo pero me interpuse.
— Ya basta, no vale la pena. — Tome a Santos del brazo.
— Creí haberte dicho que no te acercarás a ella, si vuelves hacerlo, ahora si me vas conocer . — Santos lo señaló con el dedo.
Adrian se limpió el labio desde el piso.
Se levantó y se encaró con Santos, los de seguridad estaban listos para actuar en caso de una pelea.
— Tu no vales la pena. — Me señaló. Adrian abrió la puerta de su auto, y se marchó acelerando a toda prisa.
Podia ver que la mirada de Santos hechaba humo.
Santos y yo subimos a nuestro auto cuando llego.
— Espero que ese idiota no se te acerque de nuevo. No es la primera vez que te defiendo de el. — Musitó Santos molesto. Tenía tensa la mandíbula.
Flash back
Era mi cumpleaños, este año había decidido no hacer una gran fiesta y solo realizar una salida de chicas con mis amigas y Elena.
— Elena, espero que te estés divirtiendo.— Le Dijé.
— Si mucho.— Ella y yo nunca habíamos salido desde que llegó, pero sería una oportunidad de conocernos.
— Reachel, Feliz cumpleaños. — Se acercó Adrian.
El día de ayer lo había encontrado penetrando a Angélica en su casa, fue por eso que decidí cancelar mi fiesta, no tenía ganas de verle la cara a nadie.
— Adrian vete de aquí. No quiero verte.— Use un tono despectivo.
— Reachel por favor sólo quiero hablar contigo un momento.
—Dije que no.
Si tomaba una decisión era muy difícil que yo cambiara de opinión, me molestaba que insistieran demasiado.
— Chicas que pasa ¿por que no se unen a nuestra mesa?— Llego Cristhian.
Sabes muy bien por que Cristhian. Romina está con ustedes y no pienso compartir con ella. — Use como excusa ya que Angélica también estaba en esa mesa y no tenía ganas de pasar un momento desagradable.
— Bueno, nos quedaremos con ustedes.
Este par me tenían fastidiada. No iba a volver con Adrian jamás.
— Ven Cristhian vamos a bailar. — Ceren lo jalo del brazo pero el no se movió.
— La verdad es que prefiero charlar un momento con la bella chica que las acompaña.— Puso su rostro muy cerca de Elena, pero ella lo ignoro.
Fui a bailar otra vez con las chicas, Adrian quizó bailar conmigo pero no lo permití.
— No quiero que me toques Adrian— Lo apárte.
— Reachel por favor, tenemos que hablar. Prometo que te dejaré en paz después de esto.
Accedí hablar con él por lo que nos marchamos afuéra del lugar.
— Te escucho. — Cruce mis brazos.
— Reachel por favor perdóname.
— No puedo, lo siento.
— Reachel, por favor. — Suplicó.
— Me pusiste el cuerno con Angélica. — Le dijé molesta, más por su insistencia que por el hecho de haberme sido infiel.
— Fue solo un desliz, no significó nada. Hemos sido novios desde hace casi seis méses Reachel y no ha pasado nada. — Quizó justificarse.
— ¿Ósea que es mi culpa? — Era un imbecil.
— No, pero, entiendeme te he deseado mucho. — Se exasperó. — Necesitaba desahogarme.
— No me toques. — Retrocedí. Me daba asco.
— No estoy dispuesto a aceptar que me dejes.
— ¿Estas desquiciado, acaso? — Comenzó a jalonearme. — ¡Suéltame Adrian!
— Vas a venir conmigo.
Comenzó a llevarme casi a jalones, por los tacones no podia poner mucha resistencia.
Forcejaba conmigo para meterme a su auto.
— No, no quiero ¡Suéltame!
— ¿No estas escuchando que la sueltes? — Lo apartó Santos y lo empujó.
— Tu no te metas, ni siquiera eres realmente su hermano, no tienes nada que opinar. Reachel vamos. — Volvio a tomarme de la muñeca y me safe.
— No voy a ir contigo a ningún lado. Ya te dijé que no quiero verte.
— Ya la oíste. — Santos se puso frente a mi.
— Y yo ya te dijé no te metas. — Adrian quiso golpear a Santos, pero este lo bloqueó con su brazo, le regresó el golpe en el abdomen y después otro en el rostro haciendo que callera al suelo.
— Vámonos.
Santos me tomo de la mano y nos marchamos de ahi en mi auto.
Fin de flashback.
— Algo esta pasando. ¿Como es que dos personas han sabido si no les he dicho nada?
— Pues hay tres personas que muy bien pudieron divulgar la noticia.
— ¿Quienes?
—Una de ellas es tu hermano, el maldito nunca se queda callado y por fastidiarte pudo hacerlo, Ceren también pudo, es probable que solo se lo haya dicho a ellos dos.
— Espera ¿Ceren? — Pregunté confundída.
— Si Ceren, tu se los dijiste.— Me señaló Santos.
— No, yo no le dicho a nadie. Solo a Romina, pero en verdad esta vez no creo que haya sido ella. — Santos me evaluó. — ¿Como es que Ceren se enteró?
El hombre resopló.
— El día que viste que me beso, ella me pregunto sobre tu matrimonio, le pregunté si se los había dicho y ella me dijo que si por que tú le contabas todo, entonces yo le dije que te había propuesto matrimonio y aunque se sorprendió no creí que estuviera mintiendo.
Ósea que si había escuchado mi conversación al teléfono. — ¿Y aún así, te beso? — Pregunté enojada.
— Es muy desagradable Reachel, no quisiera contarte.
— Dime. — Exigí.
— Pues ella se ofreció a que pasáramos la noche juntos, “ una despedida de soltero”. Le dijé que no, y fue cuando se colgó de mi cuello.
— Lo más seguro es que allá sido ella. No entiendo que ganaba con hacer eso.
— Hay otra persona que pudo haberlo hecho.— Gire mi vista hacia el. — Bolat.
— Santos ya se que no confías en el, pero no creo que el señor Bolat lo haya hecho.
— Como sea. — Dijó irritado.
El auto se detuvo habíamos llegado a Casa.
La cena ya estaba lista, por lo que en cuanto cenamos creí que iríamos a dormir, aunque aún era temprano.
— Reachel ¿podrías acompañarme al estudio?
Yo estuba a punto de subir las escaleras.
— Claro.
Lo seguí, había una pizarra, un escritorio varios libros, material de dibujo, etc.
— Hoy vamos a comenzar con tus clases.— Sonreí sorprendida. — Nececitamos que aprendas lo más rápido posible, pero la universidad te quitará mucho tiempo, habrá ocaciones en las que no estaré para ayudarte y tendrás que tomar decisiones tu sola.
— ¿Tu vas a ser mi maestro?
— Si me lo permites, todas las noches estaremos de dos a tres horas estudiando después de la oficina.
— Bien ¿Cuando empezamos?
— Justo ahora, toma asiento por favor. — Me señaló la silla detrás del escritorio, era su silla. — Lección uno. — Tomó un marcador y comenzó a escribir en el pizarron.
Comence a tomar nota.
Después me pidió leerle un texto de uno de los libros.
El me estaba explicando las bases.
Por un momento me distraje.
Movía sus manos explicando, tenia las mangas de su camisa recogidas y la camisa ligeramente desfajada de su pantalón, un mecho de cabello le caía sobre la frente y podia ver sus músculos a través de su camisa.
Mi corazón comenzó a latir con fuerza, sus manos de veian más grandes al sostener el diminuto marcador.
Hablaba con pasión de lo que explicaba y eso me tenía hipnotizada.
— ¿Pasa algo? — Me preguntó.
— No, es sólo que hablas con tanta pasión, se nota que te gusta.
Se sonrojó un poco. — Era la profesión de mis padres, decidí estudiardiarla por eso, pero después me di cuenta que es fabulosa, creo que viene de familia.— Le sonreí. Nuestras miradas se cruzaron. — Creo que por hoy es suficiente, continuaremos mañana.
Asenti. Ambos salimos de la oficina hacia nuestras habitaciones.