Alana una chica de 18 años, ha vivido sola con su madre desde que tenía 2 años de edad, yabque su padre las abandono, pero no fue empedimento para ellas, juntas salieron adelante y eran muy felices hasta que un día de pronto apareció su padre y la entregó para saldar una deuda que tenía.
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capítulo.6
Martín invita a Juan a pasar, quien entra y se sienta.
Martín le pregunta: ¿Qué haces aquí? ¿Acaso ya tienes mi dinero?
Juan responde: No, he estado reflexionando sobre lo que me dijiste, que si no lograba conseguir el dinero, podrías quedarte con mi hija, de este modo saldar la deuda y ofrecerme una cantidad generosa.
Martín se ríe y dice: ¿Estás dispuesto a entregarme a Leila solo por dinero?
Juan replica: Jamás te entregaría a Leila, es una niña aún. Tengo otra hija mayor de edad, tiene 18 años, ha terminado la preparatoria y ya está en condiciones de casarse contigo.
Con ella es posible formar una familia.
Martín: Vaya, me sorprendes. No sabía que tenías otra hija. ¿Cómo puedo estar seguro de que no me estás engañando solo para saldar tu deuda?
Juan: Podríamos realizarle una prueba de ADN en el lugar que prefieras, así podrás comprobar que no estoy mintiendo.
Martín: Quiero conocerla. No pretenderás que me case con una mujer que no sea atractiva, ¿verdad?
Juan sonríe y responde: Para nada es poco agraciada; esta otra hija mía es tan hermosa como Leila.
Martín: En ese caso, llévala a la clínica Exisvida. Allí realizaremos la prueba y te daré mi visto bueno. Al final, solo necesito una esposa que sea aceptada por mis padres; no me preocupa lo que pueda suceder con ella. Y a ti.
Juan: La verdad es que no. Nunca viví con ella, su madre la distanció de mí hace tiempo, y ahora que intenta regresar, no estoy dispuesto a tenerla en casa y arriesgarme a generar conflictos con mi esposa y mi hija Leila. Prefiero ayudarla a encontrar un esposo y que pueda construir su propia vida.
Martín: Los veré en dos horas en la clínica.
Juan se levanta, asiente y luego sale de la oficina para buscar nuevamente a Alana, a quien llevaría de manera forzada.
Martín llamó a su mejor amigo para que investigara sobre Juan y esa chica.
Eran las 2 de la tarde cuando Alana comenzó a prepararse para salir a su trabajo. Deseaba irse más temprano para poder caminar un poco y así intentar identificar un lugar donde pudiera alquilar una habitación para vivir con su mamá, antes de dirigirse a su empleo.
Al salir de su casa, se dirigía caminando por el bulevar cuando, de repente, su padre le interceptó con el automóvil. Juan pensó para sí: Qué alivio, no tengo que ir hasta su casa. Al bajar del vehículo, se acercó a Alana, quien continuaba su camino. La alcanzó y la tomó del brazo, diciéndole: Alana, necesitas venir conmigo; tengo que resolver una duda.
¡Suéltame!, le respondió Alana. No iré contigo a ninguna parte.
Juan insistió: Vendrás, porque necesito saber si realmente eres mi hija.
Alana se quedó paralizada, reflexionando: Este hombre está loco; ahora empieza a dudar de que sea su hija.
Posteriormente, reaccionó y expresó: '¿Qué te sucede ahora? ¿Por qué mencionas eso? Ya nos dejaste sin hogar, ¿por qué quieres saberlo?'.
Juan: 'Alana, tengo mis dudas y deseo realizar una prueba de ADN. Si realmente eres mi hija, te dejaré la casa y prometo brindarte más apoyo'.
Alana: 'Estás loco, ¿dudas de que soy tu hija? No me haré ninguna prueba. No me interesa la casa; yo confío en lo que mi madre dice sobre que tú eres mi padre, aunque sea desafortunado. Vende la casa, no importa, encontraremos un lugar donde vivir'.
Juan: vendrás conmigo, sin discusión.
Actuó de manera brusca al tomarla y subirla al automóvil. Alana gritaba pidiéndole que la soltara. Juan se instaló en el auto y la llevó a la clínica. Al bajar, Alana intentó alejarse, pero no logró hacerlo, ya que Juan la sujetó con fuerza y la llevó al interior del edificio. Alana le decía que no quería hacerse la prueba, le suplicaba que la soltara y que la dejara ir, afirmando que preferiría no saber si realmente era su hija. Eres el hombre más malvado que he conocido, le dijo, exigiéndole que la soltara.
Martín ya se encontraba en el lugar cuando escuchó el alboroto generado por la chica que acompañaba a Juan. ¿Qué escándalo es este?, se preguntó. Alana volteó la cabeza y reconoció al chico que estaba presente. Intrigada, se cuestionó qué hacía él allí y si acaso era médico. Entonces, le preguntó: ¿Usted es médico?.
Juan, interrumpiendo la conversación, dijo: Eso no es asunto tuyo. Vamos, tienes que hacerte la prueba.
Martín, sin embargo, respondió: Espera, permíteme verla y conocerla primero. Alana se sorprendió y se quedó en silencio, pensando que quizás, él, se dio cuenta de que estaba en problemas y quería ayudarla podría encontrar una forma de escapar.
Martín no recordaba haberla visto en el restaurante el día anterior y se presentó: Mucho gusto, me llamo Martín Fuente Utriago. ¿Cuál es tu nombre?
Pensndo que esto podría ayudarla a escapar de sus padres, ella respondió: Mucho gusto, soy Alana Blanco.
Martín, al observar a Juan, comentó: Alana Blanco, pero no llevas su apellido.
En ese instante, Alana comenzó a sospechar que algo no estaba bien, ya que él conocía a su padre.
Juan intervino y explicó: Sí, en realidad su apellido es Aguilar Blanco; solo que ella prefiere usar el apellido Blanco.
Martín: ¿Y eso por qué?
Alana: Porque he vivido siempre sola con mi madre.
Juan le solicita a los hombres de Martín que lleven a Alana a la sala para que le realicen el examen. Martín también da la orden, pero Alana lo mira y dice: No quiero hacerme ninguna prueba, ¿qué les pasa?
Martín observa que se la llevan y le pregunta a Juan sobre la reacción de su hija.
Juan: Se molestó porque le pedí que se realizara la prueba de ADN. Es algo normal, verás que es mi hija.
Martín lo observa detenidamente.
Luego, entró a la sala y ya estaban extrayendo sangre a Alana. Al pasar, le preguntó por qué estaba tan molesta. Alana lo miró con rabia y le respondió: ¿Le parece poco que me traigan obligada a realizarme una prueba de ADN?.
Martín, intentando calmarla, le dijo: Cálmate un poco, es solo una prueba, no pasa nada.
Alana respondió: Llegué a pensar que usted era diferente, pero me doy cuenta de que es igual de cruel que mi padre y su novia.
Martín, sorprendido, la miró con expresión de extrañeza y le preguntó: ¿De dónde conoces a mi novia?.
Alana: No es necesario que la conozca; me he dado cuenta de que es tan mala como usted y como mi padre.
Martín: ¿De dónde la conoces?
Alana: ¿Acaso no me recuerda? Fui yo quien la atendió ayer en el restaurante. Fue a mí a quien su novia le faltó al respeto en varias ocasiones. Es lamentable cómo algunas personas, al tener un poco de dinero, se creen dueñas del mundo. No tengo intención de perjudicar a nadie, pero me veo obligada a pasar por esta situación.
Martín: Eres la mesera que nos atendió, ¡jaja! La verdad, no presté mucha atención.
—¿Cómo es que trabajas en ese restaurante teniendo a un padre que dirige una de las empresas más importantes del país?
Alana: Nunca he tenido un padre. Ya me extrajeron la sangre, así que, ¿puedo irme? No me interesa conocer los resultados, ya sé cuáles son.
Martín: Eres muy impulsiva, cálmate. Ya tendrás la oportunidad de irte.
Alana: Necesito irme, tengo que trabajar. No puedo llegar tarde; ya tienen mi sangre y no necesitan nada más de mí.
Martín: Por el momento.
puedes irte.
se de cuenta del erro que cometio dejar a su hija y la madre de su hija