ENCANTO SOMBRÍO

Pasó nuevamente una semana; cuidaba del humano sin descuidar mis propios deberes.

De alguna manera él se había convertido en una gran responsabilidad.

Pero su actitud hostil no concordaba con el mío.

Era un problema andante de todos los días.

Su cara de póker no ayudaba en nada.

Incluso si me tomaba el atrevimiento de ayudarlo para que se duchara, me obligaba a taparme los ojos.

No es que tampoco deseara verlo desnudo.

“Su cuerpo no me atraía en lo absoluto.”

Siempre estuve en guardia después de que me rompió la blusa.

Lo que más colmaba mi paciencia es que si se dirigía a mi, lo hacía con un tono amargo, como si le cayera mal.

“¿Es que acaso no se daba cuenta que yo lo cuidaba y lo alimentaba sin importar que?”

Sin mí, él no sería nadie.

Tuve que gastar de mi propio dinero para comprar un pequeño televisor para que no se aburriera.

Sin darme cuenta me había convertido en su niñera.

Y guardar las apariencias se me complicaba un poco.

El hecho de cuidar de un humano como él (apático) me estaba volviendo apacible y dócil.

No solo tuve que gastar en el televisor sino en un celular para poder comunicarme con él.

Así que tan pronto él se quejaba de alguna dolencia, yo iba a su llamado sin rechistar.

¡Sin embargo…!

 Cuando llegaba a la casa, él nuevamente me lanzaba esa expresión gélida.

No faltó ni un solo día en qué no me preguntará qué carajos pasaba por su cabeza.

“¿Tal vez disfrutaba en silencio molestarme?”

 No tenía más opciones que aguantar hasta encontrar una solución a la inmovilidad de sus piernas.

Por supuesto que no ganaba nada por esmerarme por él; varias veces le comenté que podría llevarlo a un hospital pero su respuesta era un contundente “no.”

No sabía con exactitud si ocultaba algo en lo más recóndito de su ser pero tampoco era de mi incumbencia.

Tan solo esperaba que se recuperara y se marchara lo antes posible.

…

—Hoy es fin de año. —le dije mientras servía la cena.

—No me interesa. —me respondió con esa misma monotonía de siempre.

—Como sea… hoy también tengo que trabajar hasta tarde.

Un silencio absoluto de su parte.

“Al menos nunca tuvo la intención de preguntar en qué trabajaba.”

No importaba cuántas veces yo intentará conversar con él… simplemente no cedía para nada.

Me senté en el sofá, esperando la hora para volver a patrullar.

***

Al día siguiente regresé a casa porque se me otorgó un día de descanso y como no tenía las ganas de regresar al Inframundo, decidí ir con Kael.

Era un día fresco con un cielo nublado.

‹Ojala no llueva›, pedí en silencio.

Kael se encontraba viendo televisión con esa misma cara de póker.

‹Ya estuvo bueno de su amargura.›

—¿Qué tal si vamos de picnic?

Desde luego que ya tenía todo preparado para la ocasión.

A pesar de vivir en el centro de un bosque siniestro, había un lugar magnífico con un bello paisaje a las casas más aledañas del bosque.

Ayudaría al humano que despejará su mente y lograr que borrará esa expresión apática.

—No tengo ganas. —respondió secamente.

—No debí preguntarte. —mascullé.

—Pues no me importa; quiero decir que me da igual lo que digas y sea como sea tendrás que venir conmigo si quieres comer. —le dije embozando una sonrisa.

Atisbé que sus ojos rotaron a la mesita de noche donde se encontraba un pedazo de pan y una manzana verde.

—Eso no te llenará en lo absoluto.

Claramente se irritó por mi comentario.

—Nos iremos antes que se oculte el sol. Por lo tanto espera aquí pacientemente mientras me encargo de llevar algunas cosas y regreso por ti.

Ni siquiera espere que me respondiera y salí de la habitación.

Me apresuré a llevar un par de mantas y la comida.

Después de unos minutos regresé por él.

Por supuesto que se negó a ir conmigo pero al final lo convencí.

“Claro que también tuve que comprar una silla de ruedas para transportarlo.”

Lo ayudé a sentarse en la silla sin rechistar.

Él no parecía nada contento.

—¿No crees que hace un buen clima? —le pregunté en el trayecto del camino.

—¿No sientes el espíritu por ser un año nuevo?

—No.

Su respuesta no me sorprendía en lo más mínimo.

Entonces llegamos al lugar y con mucho cuidado lo ayude a sentarse sobre la manta.

“Por tener un cuerpo enclenque no pesaba mucho para mí, sin embargo me prohibió que lo cargará.”

—Es la primera vez que hago esto del picnic.

Extrañamente me sentí algo emocionada por hacer algo nuevo, pero Kael no ayudaba en nada con su aura de mala gana.

‹Ya no sé si está enojado conmigo o con la vida misma.›

Cómo sea, le serví una porción de cada comida que conseguí.

Por mi parte no tenía tanta hambre así que dejé que Kael disfrutará de la comida mientras yo leía un viejo libro.

Era una novela romántica pero con un toque de oscuridad.

A primera vista, el título fue lo que me llamó más la atención cuando lo compré.

—¿Qué lees?

Su pregunta si que me tomó por sorpresa.

Él no era de hacerme preguntas para iniciar una conversación, así que lo miré escéptica.

—Un libro. —y le señalé la portada del mismo.

Él frunció el ceño.

—Vaya título. —fue lo único que respondió.

Yo también dije lo mismo cuando leí el título de la novela: me enamoré de un demonio.

Una historia de amor… un amor prohibido… ¡Drama total de fantasía!

Eso fue lo que me intrigó.

¿Una humana enamorándose de un demonio?

“Era totalmente ilógico”, pensaba burlonamente.

Pero de alguna forma la historia no se alejaba de la realidad…

Pasó una hora.

Miré de reojo que Kael observaba el paisaje con una expresión desolada.

‹¿Qué estará pensando en este momento?›

Aún así no dejaba de comer.

Realmente era un tragón.

Acabaría con toda la comida en un cerrar de ojos.

Las nubes empezaron a despejarse y el sol se dejó entrever lentamente.

Después de leer un par de capítulos, guarde el libro.

Finalmente el sol estaba casi por ocultarse.

‹Jamás imaginé que haría un picnic junto a un humano tan apático›, pensé mientras lo observaba en silencio.

Era inexplicable porque no podía absorber esa energía oscura que radicaba en él…

Inmediatamente aparté la mirada de él cuando sus ojos rotaron hacia a mí.

‹¡¿Por qué me pongo nerviosa?No estaba haciendo nada malo…›

Tragué saliva con dificultad.

Mejor me serví un vaso con jugo para despistar mi actuar.

Al siguiente segundo, escuché que Kael empezó a toser fuertemente.

—¡Cof… Cof!

Volteé a verlo rápidamente.

Él soltó el tenedor que sostenía con comida.

En un santiamén su cara empezó a ponerse roja.

—Oye… ¿qué tienes?

Sin embargo, él no dejaba de toser y se llevó sus manos a la garganta.

Me acerqué a él y le dí unos golpecitos en la espalda.

Él estaba balbuceando unas palabras.

—No te entiendo Kael. —exclamé perpleja.

‹Quizás se atraganto con la comida.›

Con la mente en blanco, agarré su mandíbula y abrí su boca sin lastimarlo.

No veía nada anormal, ni siquiera migajas de comida.

Su cuerpo se dejó caer en el suelo.

Y la forma en que la mitad de él empezó a retorcerse, me sacó de órbita.

—¡Maldición! ¡No sé que hacer!

‹Imposible usar mis poderes si él está consciente.›

Me sentí patética por no tener ni la menor idea para ayudar.

‹Si no pienso en algo, va a morir.›

Entonces, agarré la botella de agua y vertí un poco en su boca… pero no funcionó ya que no era capaz de tragar el agua.

Sentí que me volvía paranoica por no saber qué rayos le sucedía.

Su cuerpo no dejaba de convulsionar.

Llevarlo a un hospital tomaría tiempo, incluso si me tele-transportaba con él.

Yo no me rendí.

Le di un gran sorbo a la botella de vino que llevaba conmigo.

Un vino especial del infierno y con poderes sanadores.

‹No sé si funcionará en él›, rogué para que no muriera en el acto.

Sin más preámbulos, posé mis labios sobre su boca para que bebiera el vino sin derramar una sola gota.

“Podía sentir plenamente como su lengua hurgaba mi boca.”

Contuve la respiración.

No fui capaz de alejarme fácilmente de él.

Sus delgadas manos atraparon mi cintura.

Me estremecí a su sutil toque…

‹Es como si nos estuviéramos “besando” nuevamente›, me dije por dentro.

A los pocos segundos, él dejó de convulsionar.

Estoica alejé mis labios de los suyos.

Él tenía una expresión totalmente en blanco.

El olor a alcohol nos invadió a los dos.

Yo no dejaba de respirar con dificultad.

—Lo siento… —jadeé

“¿Por qué me estaba disculpando con él?”

No es como si hubiera hecho algo malo; pero no dejé de disculparme.

Kael tenía toda la camisa mojada.

El sol se ocultó y perdí la oportunidad de verlo.

El picnic perfecto se había arruinado.

Suspiré.

—Será mejor que regresemos a casa antes que anochezca y para que te cambies de ropa.

‹Al menos se recuperó y no murió en el proceso. Este vino hizo mejor efecto que mis propios poderes.›

Sentía como mi cara ardía.

‹Debe ser efecto del mismo vino.›

Primero me fui con él a casa y lo dejé descansar.

Luego volví al mismo lugar y me quedé allí un largo rato para borrar de mi ser, la sensación indescriptible que me había dejado él.

—Ahhh… no puedo permitir que Kael haga añicos mi cerebro.

‹No volveré poner mis labios sobre los de él›, me juré.