¿Que es lo que lleva a un hombre a cometer el pecado de la infidelidad?.
Darío Álvarez narrará su historia y con sus propias palabras nos explicará que lo llevo a tomar la decisión que cambiaría su vida para siempre.
Esta novela será narrada desde el país de Argentina. Mendoza, donde yo vivo. Así que todas las fotos son de mi querida provincia. Los invito a disfrutar de la hermosura que regala mi tierra.
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El comienzo.
La mañana me da la bienvenida con cálidos rayos de sol que entran por el gran ventanal de aquella casa.
Una casa que no es mía, pero la siento como mi hogar.
Junto a mí, un cuerpo desnudo me invita a volver a besarlo, a acariciarlo como apenas pocas horas atrás.
La mujer que duerme plácidamente entre mis brazos no es mi esposa.
Ella es mi amante, mi reina, mi diosa, la mujer que amo y que me devolvió las ganas de vivir.
Recuerdo como esperaba mi llegada ansiosa y con una enorme sonrisa en su hermoso rostro.
Vestida solo con un delantal. Dejándome deleitarme con su cuerpo al natural.
Siempre es tan ocurrente y atrevida que no puedo negarme a su encanto. La encuentro irresistible y me es imposible abandonarla.
No quiero imaginarme la vida sin esa mujer a mi lado.
Mi nombre es Darío Álvarez. Soy un hombre de 34 años de edad.
Dirijo mi propia empresa que aunque es pequeña no tengo nada de que quejarme.
Soy arquitecto y tengo muy buenos contratos con grandes empresas. Aunque al principio no fue fácil labre mi propia suerte.
Soy casado, mi mujer y yo dimos el "Si" hace 4 años atras.
Mi esposa es la única hija de una familia acomodada.
Nuestro matrimonio fue decidido por su padre el señor Amaya. Pero debo de admitir que mi esposa es una mujer hermosa, elegante y de carácter fuerte.
Me sentía afortunado de que un pobre diablo como yo tendría a una mujer tan encantadora como su compañera de vida.
Quería hacerla feliz por el resto de nuestras vidas. Amarla y respetarla tal como me crio mi buena madre.
Pero todo eso se fue por el caño cuando cometí el pecado de adulterio.
¡Si ! Le fui infiel a la mujer que le jure amor eterno.
Pero antes de que me juzguen fríamente déjenme contarles mi parte de la historia, mis razones y mis escusas.
Luego podrán decidir que clase de castigo merezco.
Nací y crecí en la ciudad de Buenos Aires. Capital de Argentina. A los 28 años funde mi propia empresa de construcción.
Aunque al principio no fue nada fácil, siempre fui un hombre trabajador y honrado. De buen carácter y justo al momento de tomar decisiones.
Y con los años conseguí una buena posición económica.
Valiéndome de mi esfuerzo y dedicación logré que mi pequeña empresa se hiciera de un buen nombre y así fue como conocí a la familia Amaya.
El señor Amaya quería abrir una nueva sucursal para su agencia automovilística y yo fui el ganador de ese proyecto.
Viendo mi dedicación y esfuerzo me gané la confianza del hombre, y antes de dar por terminado mi trabajo él me propuso de conocer a su hija Cecilia.
Me comento que estaba en busca de un buen hombre para su preciada hija y que yo le parecía la opción perfecta.
Al principio me negué rotundamente. Era como si estuviera vendiendo a su propia hija al mejor postor.
Pero me explicó que estaba preocupado por el futuro de ella. Que temia que algún sinvergüenza se aprovechará de su inocencia buscando sólo la fortuna.
Me dio tiempo para pensarlo mejor y después de todo solo sería una inocente cita a ciegas.
Me aseguró que aceptaría mi decisión pero antes de marcharse sacó una foto de Cecilia.
Era una mujer encantadora, de cabellos dorados, cara de porcelana con finos rasgos y unos enormes ojos color celestes claros. Era como ver el cielo en ellos.
Debo admitir que quede impactado por la belleza de esa mujer. Así que sin vacilación acepté la cita casi de inmediato.