Zach y Dylan llevan una relación bonita y perfecta. En años de Relación, nunca se les ha visto discutiendo y mucho menos separados.
Pero cuando Zach queda embarazado, muchas cosas comienzan a pasar y cambiar todo.
El amor que se tienen, podrá ser fuerte, tanto que lograrán superar todos los obstáculos que la vida les tiene preparados.
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09
— Cariño, es hora de dormir ¿Todo bien? —la suave voz de Zach rompió el tren de mis pensamientos, devolviéndome al presente.
— ¿Eh? —sacudí la cabeza, cerrando con rapidez la llave de la ducha, esta seguía corriendo por mi cuerpo— Sí, todo bien, amor. —aseguré— Ahora salgo.
— No demores.
— Ve a la cama, ya te alcanzo.
— Vale —rió trás la puerta.
Apresure mis movimientos, envolviéndome en una toalla para secar mi cuerpo y cabello. Al parecer, mis pensamientos me habían llevado demasiado lejos, ocasionando que me demorara más de lo debido dentro la regadera. Me sentí estúpido al notar que el tema del bebé me tenía por las nubes, no era la primera vez que permanecía soñando despierto.
Estaba tan contento.
Una vez con el pijama puesto, salí del baño para ir directo a la habitación que compartía con Zach, encontrándome a éste último aún despierto y de pie frente al espejo de cuerpo completo, observándose muy fijamente en distintos ángulos.
— ¿Qué haces? —musité curioso, apoyándome en el marco de la puerta para verle modelar mi camiseta favorita.
— Me miro en el espejo. —respondió simple, totalmente atento a su reflejo.
— Eso ya lo sé —bufé— La pregunta es ¿Por qué con tanto detenimiento?
Me ignoró olímpicamente y continuó modelando hasta que eventualmente levantó la gigantesca camiseta que cubría su esbelto cuerpo, dejando a la vista sus muslos y abdomen.
— No se me nota. —murmuró al fin.
— ¿Qué?
— No se me nota casi nada de barriga. —runció el ceño. Sonreí enternecido.
— Zach, solo tienes dos meses.
— Dos y medio. —replicó haciendo un adorable puchero.
— Amor, aún es demasiado pronto. —comenté acercándome a él.
— Pero a Kai se le notó desde entonces y a mí no. —no pude evitarlo, me reí— ¿De qué te ríes? —frunció aún más el ceño.
— Estás muy ansioso, amor. —besé su frente.
— ¿Eso es malo? —Zach suspiró, rodeando mi cuello al instante y mirandome con ojos pestañeantes.
— No. —rodeé su cintura— Pero debes entender que todo vendrá a su debido tiempo.
— Ya quiero que mi vientre crezca.
— ¿En serio? —me separé ligeramente, lo miré incrédulo.
— ¿Por qué lo dudas? —inquirió con cierto toque de confusión.
— Bueno... —sonreí nervioso— Siempre has sido muy receloso en el aspecto físico, por lo que pensé no te haría mucha gracia el tener que perder tu figura.
— Claro que no me hace mucha gracia, pero lo vale. —sonrió— Además... —se sonrojó— Aquí dentro... —sujetó mis manos desviándolas hasta su vientre— Crece tu hijo, Dylan: eso es lo que más me ilusiona.
Sentí el aire abandonar mis pulmones de forma espontánea, dejándome sin aliento. Aquellas palabras sin duda me desarmaron, generando un tornado de emociones que como siempre, lograban formar un nudo en mi estómago, aumentando los latidos de mi corazón. Nunca pensé que Zach fuera a tomarse el embarazo de una forma tan madura como esta.
Dejándome llevar por el momento besé sus labios, delineándolos con lentitud hasta entreabrirlos y profundizar en ellos, absorbiendo su sabor. Zach suspiró, aferrando sus finos y perfectos dedos en mi cabello, tironeando con suavidad.
— Te amo —susurré sobre su boca.
— También te amo —jadeó, sonreí en medio del beso.
— Zach...
— ¿Hum?
— También quiero que el bebé crezca más a prisa—sonriendo, corté el beso, para posteriormente girarlo y apoyar su espalda contra mi pecho— Te verás hermoso luciendo tu pancita. —deslicé las manos hasta su vientre, acariciándolo,
Tanto Zach como yo mantuvimos nuestras miradas en el espejo, atentos al reflejo que este nos regalaba.
— ¿En serio? —suspiró, a la vez que inclinaba su cabeza y la apoyaba en mi hombro— Incluso así ¿seguiré gustándote?
— Tú siempre vas a gustarme, Zach —ronroneé sobre su oído, sintiéndolo temblar de inmediato.
— Incluso si, ah. —gimió cuando mis labios succionaron la piel expuesta de su cuello.
— ¿Incluso, si? — le animé, no deteniendo mis acciones.
— ¿Incluso si mi cuerpo cambia?
— Me gusta tu cuerpo ahora. —mis manos ahora viajaban por sus muslos, levantando con sutileza la estorbosa camiseta que por cierto, solo cubría lo necesario— Pero creo que me gustará más en cuanto nuestro bebé se haga notar.
La única respuesta que obtuve fue un jadeo entrecortado.
— Dylan.
— ¿Si?
— Hagamos el amor —sonreí con malicia.
— Eso... —le giré de forma improvisada, arrinconándolo contra el espejo— Es justamente lo que deseaba.
—Eres un... —no permití que terminara la frase, en su lugar ataqué la blanquecina piel de su cuello, succionando con fuerza.
— No puedes provocarme y salir ileso —escabullí mis manos hasta su espalda, acariciándola por debajo de la camiseta.
— ¿Provocarte? —sonrió travieso, enrollando nuevamente sus brazos alrededor de mi cuello para ponerme a su altura.
— Usar una playera que apenas cubre lo necesario ¿No te parece suficiente provocación?
— Es cómoda.
— Será más cómoda cuando te haga el amor con ella puesta.
Muchas gracias autor@, tu historia está genial 🫂