La historia más cliché del año", así la describiría Carla... pero, ¿qué pasa cuando los villanos cuentan su versión?
pero ¿qué pasa cuando se ve desde los ojos de Kiara? Una joven obligada a comprometerse con el príncipe a los 15 años por decisión de su padre, quien en secreto ama al hombre con el que está destinada a casarse. Todo cambia cuando Marionela entra en escena. Su aparente dulzura esconde un lado oscuro que Kiara conoce de primera mano, pues es ella quien comienza a manipular al príncipe y convertir la vida de Kiara en un caos.
La gota que colma el vaso llega cuando Marionela, en un acto calculado, se envenena para culpar a Kiara. La supuesta villana es acusada injustamente, encarcelada y casi ejecutada, pero logra reducir su sentencia. Allí, en el calabozo, un golpe la despierta a su vida pasada y con ello, un propósito claro: cambiar su destino .
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capitulo 21_ El regreso de la "señorita perfecta"
En el palacio de Xek, los rumores se extendían como fuego. La hija de los Martinis, conocida como Lady Anastasia, estaba de regreso tras un viaje de cuatro años por el mundo. En su momento, había sido considerada el modelo a seguir para las jóvenes nobles, admirada por su gracia, inteligencia y belleza. Pero lo que realmente la hacía destacar era su interés declarado por Ian.
Antes de partir, Anastasia había dejado claro su objetivo: cuando regresara, se convertiría en la emperatriz de Xek, la esposa del hombre más poderoso del imperio. Sin embargo, en su ausencia, todo había cambiado. Ian no solo ya no era un hombre soltero, sino que estaba casado con Kiara Lombardini, una mujer cuya presencia eclipsaba incluso el legado de Anastasia.
Cuando la noticia llegó a Anastasia, su rostro perfecto se torció en una expresión de incredulidad y rabia. Ella, la mujer aclamada como la más perfecta del reino, había sido reemplazada. ¿Y por quién? Por alguien que muchos consideraban una exiliada y, para algunos, una villana.
El encuentro con Ian y Kiara
El regreso de Anastasia no pasó desapercibido. Para demostrar que todavía era relevante, organizamos un pequeño evento en la capital, invitando a los nobles más influyentes. Por supuesto, Ian y Kiara estaban en la lista de invitados, aunque ambos sabían que la intención de Anastasia era algo más que cortesía.
La noche del evento, Kiara se presentó con un vestido rojo oscuro que exudaba poder y elegancia. Ian, como siempre, era la imagen del control y la autoridad, caminando a su lado con una calma que desmentía el revuelo que su presencia causaba.
Cuando entraron al salón, todos los ojos se volvieron hacia ellos. Anastasia, quien estaba al otro lado de la sala, los observaba con una sonrisa controlada. Aunque se esforzó por mantener la compostura, el brillo en sus ojos dejaba ver su resentimiento.
—Su Majestad, Emperador Ian. Señora Lombardini. —Anastasia se inclinó ligeramente hacia un saludo.
—Lady Anastasia. —Ian respondió con formalidad, sin rastro de emoción en su voz.
Anastasia ignoró deliberadamente a Kiara, concentrándose en Ian.
—Es un honor volver a verlo después de tanto tiempo. Espero que recuerdes las conversaciones que tuvimos antes de mi partida. Solíamos hablar de nuestras metas para el futuro.
Ian no cambió su expresión, pero su respuesta fue directa.
—Por supuesto, Lady Anastasia. Pero el futuro que imaginé en ese entonces ha cambiado. Y, como puede ver, estoy exactamente donde quiero estar.
Kiara, que había permanecido en silencio hasta ahora, esbozó una pequeña sonrisa mientras observaba el intercambio.
—Lady Anastasia, me alegra que haya regresado. Siempre es interesante ver cómo alguien tan perfecto se adapta a los cambios.
El comentario de Kiara, aunque aparentemente amable, estaba cargado de doble sentido, y Anastasia lo entendió perfectamente.
—Oh, señora Lombardini, estoy segura de que encontraré que puedo adaptarme a cualquier situación. Después de todo, tengo una reputación que mantener.
Kiara no respondió de inmediato. Simplemente le dedicó una mirada fría antes de volver su atención a Ian.
—Querido, creo que deberíamos seguir saludando a los demás invitados. No querríamos que pensemos que estamos descuidando nuestras obligaciones.
Ian acercó y ofreció su brazo a Kiara, guiándola hacia otra parte de la sala, dejando a Anastasia con una expresión de furia contenida.
Esa noche, mientras los invitados comenzaban a irse, Anastasia se retiró a sus aposentos, incapaz de calmar el torbellino de emociones en su interior. Había esperado que Ian se sintiera al menos impresionado por su regreso, pero en su lugar, todo lo que había recibido era indiferencia. Y peor aún, Kiara, esa mujer que no había estado en su "liga", caminaba con una puerta que parecía gritarle al mundo que ya era intocable.
Anastasia se miró en el espejo de su habitación, con el rostro endurecido por la determinación.
—No permitiré que ella me quite lo que es mío. Ian será mío, y esa mujer aprenderá que no se puede enfrentar a alguien como yo.
Con esas palabras, Anastasia comenzó a idear un plan. Sabía que enfrentarse directamente a Ian y Kiara no sería fácil. Pero si había algo que había aprendido en sus viajes, era que la paciencia era la clave para cualquier victoria.
Lo que Anastasia no sabía era que Kiara ya sospechaba de sus intenciones. Y si había algo en lo que Kiara era experta, era en anticiparse a sus enemigos.
Mientras Kiara e Ian regresaban al palacio imperial, ella no pudo evitar hablar de Anastasia.
—Es impresionante cómo alguien puede regresar después de cuatro años y todavía creerse el centro del universo. —El sarcasmo en su tono era evidente.
Ian sonrió levemente.
—Anastasia siempre fue así. Creía que todo giraba a su alrededor. Pero ya no es relevante para mí.
Kiara lo miró, con una chispa de curiosidad en sus ojos.
—¿Ni siquiera un poco?
Ian se detuvo y la miró directamente.
—Tú eres mi emperatriz, Kiara. Nadie más.
La sinceridad en sus palabras hizo que Kiara sintiera un nivel de calor en sus mejillas, aunque se negó a mostrarlo.
—Bien. Porque no tengo tiempo para lidiar con mujeres que no entienden su lugar.
Ian rió suavemente.
—No te preocupes. Si intenta algo, confío en que sabrás cómo manejarla.
Kiara sonrió con confianza.
—querido. Nadie destruye a una reina mejor que otra reina.
El juego estaba a punto de comenzar, y Kiara estaba más que lista para enfrentarse a Anastasia.