Betsabet Kohler es teniente del ejército de Alemania y ha destacado por su papel en la reacción rápida contra el narcotráfico. Considerada la mejor teniente de su unidad, pasó tres años en Estados Unidos desmantelando grupos dedicados al narcotráfico. Al regresar a su país, su coronel le asigna una misión como infiltrada en la organización liderada por Salvatore Müller. Su tarea consiste en integrarse en su vida y en su hogar para ganarse su confianza y enamorarlo, con el objetivo de obtener pruebas que permitan llevarlo ante la justicia y desmantelar la organización. Sin embargo, lo que comienza como una operación se convierte en un juego peligroso en el que se entrelazan el deseo, la traición, el odio, la demencia y el amor.
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Capítulo 19 La reunión
Salvatore Müller
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-Al observar cómo mi hijo insiste en jugar con ella y ella le promete que lo hará al día siguiente, me siento molesto. No deseo que él esté cerca de ella, no quiero que Stepp se encariñe o que ella le cause algún daño. es una infiltrada y no quiero que mi hijo sufra. No debí traerla aquí, pero no imaginé que mi madre y mi hijo vendrían. Ahora, además, mi madre la ha invitado a cenar con la familia. Lo último que deseaba era que se mezclara con ellos.Al llegar a la oficina, esta sentada, mirando en su teléfono el vestido que debe usar esta noche. Ella no me ha dirigido la palabra desde el automóvil. Sé que le hablé de manera brusca, pero es lo que considera necesario. Le digo-Llévate estos documentos, saca copias y déjalos en cada puesto de la sala de juntas.
-Ella se levanta y toma los documentos, pero yo no la suelto. La observo; ella solo me mira. Finalmente, suelto el documento y ella se dirige hacia la puerta. Yo continúo frente a mi computadora, tomo el teléfono y llamo a Fabián. En la segunda llamada, contesta algo agitado- ¿Dime?.
-Le pido- Necesito que vengas a la oficina, necesito que hagas un trabajo.
- Él responde- En este momento no puedo. Dile a Jim o a David. -En el fondo, escucho una voz de mujer que dice: Fabián, abre el horno con cuidado. Levanto una ceja y le pregunto- ¿Fabián, dónde estás? ¿Qué estás haciendo?.
-Él contesta que espere un momento. Después de unos segundos, dice que se ve bien y la otra voz asegura que está en su punto y que está aprendiendo rápido. Lo escucho reír y decir que está aprendiendo de la mejor maestra. Me sorprende y me pregunto en qué está involucrado. Finalmente, me dice-Disculpa, estoy fuera de la ciudad, estoy muy ocupado, nos vemos en la cena. Adiós.
-Corto la llamada, frustrado. Al mirar el teléfono, veo que ha colgado. ¿Este idiota se está creyendo? Cuando lo vea, le daré un golpe por colgarme. Me levanto y camino hacia la sala de juntas, donde la veo colocando los documentos. La observo; su falda ajustada acentúa sus curvas de una manera llamativa. Me acerco y, en un arrebato, le doy una nalgada con fuerza. Ella grita y se vuelve, dándome un golpe en el rostro. Coloca su mano sobre su boca y dice-Lo siento, me asustaste.
-Siento un sabor metálico; mi labio está roto. Ella se acerca y le digo-Tienes la mano pesada.
-Ella, visiblemente asustada, responde- Lo siento en verdad, voy a curarte.
-Sale del despacho y, unos segundos después, regresa con un botiquín. Me pide que me siente, y lo hago. Comienza a limpiar la herida con un algodón humedecido en alcohol. Mis ojos se desvían hacia su escote, y no puedo evitar tocarla. Ella me mira, sorprendida, y dice- Señor Salvatore, no olvides que estamos en la sala de juntas, alguien podría entrar. Debes controlarte.
-Me alejo de ella, pero la tomo de la cintura y la coloco sobre mis piernas. Le digo-¿Cómo puedo controlarme si usas esa blusa escotada, donde puedo ver tus pechos que me invitan a tocarlos? O esa falda ajustada que grita que debo quitarla y hacerte mía en este momento. Esto es tu culpa por vestirte así.
-La tomo de la mejilla y la acerco a mí para comenzar a besarla, mientras mis manos acarician sus piernas. De repente, escuchamos pasos acercándose, por lo que ella se levanta rápidamente y se acomoda la ropa. Me observa y me dice- Tienes labial.
-Rápidamente, se apura a limpiar mi boca mientras sonrío; me divierte su expresión nerviosa al intentar borrarlo. En ese momento, entran los socios. Betsabé se coloca a un lado y comienza la reunión, pero noto que varios de ellos solo observan a Betsabé. Golpeo la mesa con los dedos y, carraspeando, digo- Señores, la reunión ha terminado, pueden retirarse.
-Ellos miran hacia mí, sorprendidos, ya que aún faltaban algunos detalles, pero me estaba molestando. Cuando se retiran, quedamos solos ella y yo. La observo mientras apaga la computadora. Me levanto hacia la puerta, colocando el seguro, me acerco a ella, la tomo de la mano y la coloco contra la mesa, alzando su falda. Ella me dice en voz baja-Señor Salvatore, ¿qué piensa hacer? Pueden vernos.
-Quito mi correa y bajo mi pantalón. Acomodo en su centro y coloco mi mano en su boca para que no haga ruido. Entro en ella, moviendo mi cadera rápidamente. Quito mi mano de su boca y la coloco en sus pechos. Mientras la aprieto, le digo al oído-Si te sigues colocando esa ropa tan ajustada, y los hombres te siguen mirando así, te haré mía en cualquier lugar, para que sepas que estás conmigo ahora.
-La volteo y la subo a la mesa, donde vuelvo a entrar en ella. Ella me besa y me dice, agitada- Otros pueden mirarme hasta desearme, pero yo solo soy de usted. Solo usted puede tenerme cada vez que quiera, señor Salvatore.
-La beso con desesperación mientras sigo dentro de ella, hasta que los dos llegamos al clímax.-