Esta es la historia de Elena y Aarón.
Ambos ya enfrentan una dura situación, en donde una hija y su amor serán los motivos por los que ellos pelearan.
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No quiero hacerlo.
Acabo de dejar a Ella en el colegio, estuve a punto de hacer un escándalo sobre como dejan que una desconocida se acerqué a mi hija, pero me tranquilice y les dije que ninguna persona aparte de Valerie, mis padres, Kristen o yo, podía acercarse a mi hija. Incluso les dije que habría demanda para la próxima.
La razón por la que no cambio a Ella de escuela es porque ya está familiarizada con todos y ella me pidió que no la alejará de sus amigos.
- ¿Estás seguro de esto? ~me dice Kristen~ Déjame ir contigo.
- Ire a hablar con la mamá de mi hija, no a un campo de guerra ~digo mientras la acerco a la compañía~ A demás, no me tomará mucho tiempo.
- Concidero que es un campo minado precisamente por tratarse de ella ~me quedo en silencio~ Tú...
- Prometo que luego tendremos una conversación más profunda sobre el tema, no te hagas ideas ~la corto antes de que continúe~
Nos despedimos con un beso y le digo que la quiero para tranquilizarla. Estoy algo nervioso, pero mi enojo me supera más.
En este momento me dirijo a Liverpool, Kristen está a cargo de la compañía aunque pedí que cancelará todas mis reuniones de hoy.
***
Ni siquiera recuerdo cuando fue la última vez que estuve aquí, de hecho, nosotros vivíamos en Londres así que nunca tuve la oportunidad de estar aquí con ella. Llego directamente a la farmacéutica más grande de Europa... Nunca había venido, pero es necesario ahora. Solo espero no toparme con sus padres o peor aún, con su esposo.
Sin reportarme ni nada, subo hasta la planta presidencial, las instalaciones son grandes. Paso por la secretaria y aunque esta me dice que no puedo pasar, no le hago caso.
- Señor, no puede entrar de está forma ~me dice la secretaria, pero la miro molesto y luego miro a su jefa~
- Tranquila, Lau, déjanos solos ~dice y se levanta del escritorio~
Por Dios... Siento que mi cuerpo tiembla internamente, pero, ¡al diablo! Estoy aquí dispuesto a ignorar mis sentimientos y dejarle las cosas claras.
- ¿Qué crees que estás haciendo? ~le digo~
- ¿Qué se supone que estoy haciendo? ~se cruza de brazos~
- Te llevaste a mi hija, no, raptaste a mi hija de un parke. ¿Estás loca?
- Nuestra hija ~me corrige y mi corazón se acelera~ Soy su madre y jamás le haría daño. Solo... Necesitaba verla ~parece abatida~
- ¿No fue suficiente con ir a su escuela todos estos días? ~se tensa, lo noto~
- Solo quiero estar con mi hija.
- Hija que abandonaste ~digo duramente~ No vengas a hacerte la preocupada y la madre que más ama. ¿Dónde estuviste estos tres-cuatro años? ~me acerco~ Cierto, ¡viviendo tu gran vida con el hombre por el que nos abandonaste! ~subo mi tono~
- Baja la voz...
- ¿Para qué?, ¿para que no se enteren que tuviste una hija la cual abandonaste, para aparentar sobre tu matrimonio perfecto ante la sociedad? ~da un golpe en su escritorio~
Sus manos tiemblan y sus ojos se cristalizan. Por un momento quiero bajar la guardia, abrazarla y decirle que... No, nada de eso importa. Ya no me importa.
- No sabes absolutamente nada ~dice entre dientes~ ¿Quién te crees que eres para venir a restregarme eso en cara?
- Soy el hombre que dejaste por otro a favor de él y de tu padre, el hombre que ha criado durante tres años solo a una hija que por cierto, también dejaste ~me acerco hasta quedar frente a ella~ No solo me humillaste a mí, la humillaste a ella al quitarle tu apellido después de haberla reconocido. Nos humillaste a los dos ~sus lágrimas se salen de la comisura de sus ojos~ ¿Me dices que quién me creo? ~río con ironía~ ¿Quién te crees tú para venir a recalcarme que eres su madre?, ¿quién te dijo que puedes venir a reclamarme sobre querer pasar tiempo con ella...? Después de tres años en los que has vivido tu vida como se te ha dado la gana con el imbécil con el que huiste.
No dice nada, solo me mira. Quizá estoy siendo demasiado duro, pero lo necesito, necesito decir todo lo que cargo, lo que siento, lo que me he callado por tanto tiempo.
- Sigo siendo su madre... ~se ve molesta ahora~
- No, no lo eres ~niego~ ¿Crees que enviándole regalos cada año te convierte en madre y al imbécil de tu hermano en tío?, ustedes nunca fueron, no son y nunca serán familia ¡DE MI HIJA! ~le grito en la cara y ella cierra los ojos~ Eso quedo bastante claro en el momento en que Ella quedó registrada en todas partes únicamente con mi nombre, quedó claro en el momento en que me destrozaste, me dejaste y nunca nos buscaste.
Siento que en cualquier momento mis lágrimas se harán presentes, así que me alejo y suelto el aire retenido.
- No te quiero cerca, no te necesité antes para salir adelante y criarla solo, así que no te necesito ahora y Ella tampoco. Tienes prohibido acercarte a su escuela, a nuestra casa o a cualquier lugar en dónde estemos porque tanto tú como toda tu familia tienen una orden de restricción a nuestra favor ~aliso mi gabardina~
- No puedes hacerme esto ~sus ojos, su mirada... Siento que estoy a punto de perder y caer~
- Sí, si puedo ~ajusto el reloj en mi muñeca~
- Tuve que hacerlo, Aarón, solo intenté protegerlos...
- Ahórrate tus estúpidas excusas porque no las quiero, no las necesito, no me importan, no me interesan en lo absoluto ~digo con altanería~ Siempre buscando excusas para todo, no has cambiado en nada, Elena. Buscando excusas para nunca enfrentarte a tu padre, buscando excusas para dejarme e irte con otro y ahora buscando excusas para justificar tu falta y tu poca moral.
- Por favor... ~sususrra mientras su voz se quiebra y sus lágrimas corren por sus mejillas. No quiero que me suplique, es demasiado~
Sin más, salgo de su oficina con paso apresurado. En el elevador, en cuanto las puertas se cierra, llevo mis manos a mi boca soltando todo el aire retenido y mis lágrimas.
Nunca pensé que podría terminar de está forma con la persona que consideré el centro de mi universo. Joder... Vivía por ella, tenemos una hija y es jodidamente doloroso todo esto.
Me duele reconocerlo, pero es cierto... La amo. Me doy cuenta ahora que la he tenido en frente después de años y mi corazón aún late con esta fuerza, me doy cuenta de que aún la amo porque con todo lo que ha pasado, me han surgido las ganas y la necesidad de abrazarla, besar y hacerle el amor.
Me doy cuenta de que todavía amo a Elena porque me sigue quemando el hecho de que se haya ido con otro, de que siga casada justo con ese hijo de puta. Me quema y me enferma no poder tenerla conmigo como tanto anhelo.
Me lastima no poder estar criando a nuestra hija juntos como debería ser.
Esto es demasiado y estoy demasiado herido... Lo suficiente como para quererla lejos porque sí se acerca, solo la voy a herir... Y no quiero hacerlo.