Luana Martínez es una joven de 23 años que ha dedicado su vida a la repostería, siguiendo los pasos de su madre en la pastelería familiar. A pesar de ser sociable y tener un fuerte vínculo con su hermano Mike, Luana es reservada y prefiere la tranquilidad de su hogar a las fiestas. Su vida da un giro inesperado cuando recibe una invitación a la fiesta de Logan Harris, un atractivo empresario de 27 años conocido por su vida social agitada y su carisma.
A medida que Luana se adentra en el mundo glamuroso de Logan, comienza a cuestionar sus propias limitaciones. Él, con su espíritu aventurero y despreocupado, es todo lo contrario a ella. A través de encuentros inesperados y conversaciones profundas, Luana se encuentra cada vez más atraída por su manera de ver la vida. Luana debe enfrentar sus miedos y abrirse a nuevas experiencias, mientras descubre que el amor puede florecer en los lugares más inesperados.
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Capítulo 17: Miedo
Logan
La brisa nocturna entraba por la ventana de mi oficina, trayendo consigo un aire fresco que contrastaba con la calidez del interior. Un mar de luces titilantes que parecían reflejar la confusión que sentía en mi interior. Me recliné en la silla, mirando el horizonte, cuando escuché un suave golpe en la puerta.
— ¿Puedo entrar? — preguntó Gael, mi primo y mejor amigo, asomándose con una sonrisa.
— Claro, pasa — respondí, gesticulando hacia la silla frente a mi escritorio.
Gael se sentó, su expresión tranquila, pero con un destello de curiosidad en sus ojos. Siempre había sido un buen oyente, y en ocasiones, un sabio consejero. Sabía que, a pesar de las diferencias en nuestros caminos, había algo que siempre nos unía: las conversaciones sinceras.
— ¿Todo bien? — me preguntó, inclinándose hacia adelante.
— Más o menos. Solo... reflexionando un poco — contesté, sintiendo cómo mi mente volvía a centrar su atención en Luana.
— ¿Sobre Luana? — inquirió, levantando una ceja.
— Sí. No sé si estoy listo para dar el siguiente paso. — La confesión salió de mis labios antes de que pudiera detenerme.
Gael cruzó los brazos, observándome con una mezcla de comprensión y desafío. — ¿Por qué no? Parece que hay algo especial entre ustedes.
— Lo hay — admití, recordando la forma en que Luana sonreía y cómo sus ojos brillaban con cada palabra. — Pero tengo miedo.
— Miedo de qué exactamente? — preguntó él, su tono de voz era serio.
Tomé una profunda respiración, sintiendo el peso de mis recuerdos. — Miedo de que se repita lo que pasó con mi exnovia. Me dejó plantado en el altar, Gael. Fue una experiencia devastadora.
La mención de mi ex prometida trajo consigo un torrente de emociones. Recordé aquel día con una claridad abrumadora. La ceremonia estaba lista, todo estaba preparado. La familia, los amigos, la música... y, sin embargo, ella no se presentó. La angustia de esperar, de mirar hacia la puerta, de ver cómo el tiempo pasaba lentamente mientras mi corazón se encogía en mi pecho.
Gael inclinó la cabeza, animándome a continuar. — Cuéntame sobre eso. Nunca lo has hecho.
— Fue hace un par de años, antes de que comenzara con el hotel. Su nombre era Melissa. Era encantadora, inteligente, y en muchos sentidos, era todo lo que había soñado. Nos conocimos en una gala benéfica. Desde el principio, hubo una conexión. Hablamos, reímos, y todo parecía perfecto.
Recordé la forma en que Melissa iluminaba cada habitación que entraba. Su risa era contagiosa, y su pasión por ayudar a los demás era admirable. — Nos comprometimos poco después. Estaba tan emocionado. Pensé que finalmente había encontrado a la persona con la que quería pasar el resto de mi vida.
— ¿Y qué salió mal? — preguntó Gael, con un tono suave.
— No lo sé. Tal vez la presión. Tal vez simplemente no estaba lista. Pero a medida que se acercaba la fecha, empecé a notar cambios en ella. Se volvió distante, ansiosa. Intenté hablar con ella, pero siempre había una excusa: "Estoy ocupada con los preparativos", "Necesito tiempo para mí". Pensé que era normal, que todos los nervios previos a una boda podían afectar a alguien.
— Eso es comprensible — dijo Gael, apoyando su barbilla en su mano. — Pero el día de la boda...
— Sí, ese día. Estaba en el altar, rodeado de amigos y familiares, esperando a que ella llegara. En ese momento, mi corazón latía con fuerza. Esperaba que Melissa entrara por la puerta en ese instante. Pero no lo hizo. La puerta permaneció cerrada.
— ¿Y luego? — preguntó mi primo, casi en un susurro.
— Después de lo que pareció una eternidad, el sacerdote pregunto si había algún inconveniente. La multitud empezó a murmurar y, finalmente, el organizador de la boda se acercó a mí, con una expresión de lástima en su rostro. Fue entonces cuando supe que había algo muy mal. Melissa no venía. Me dejó plantado.
La decepción se apoderó de mí, y el dolor de la traición se intensificó. Recuerdo que la sala se llenó de murmullos, los rostros de mis amigos y familiares se tornaron en preocupación. Me sentí como un tonto, como si todo lo que había planeado se desmoronara en un instante.
— ¿La buscaste? — preguntó Gael, su voz llena de compasión.
— Sí, la llamé, le envié mensajes. Pero no respondió. Finalmente, me enteré de que se había ido de la ciudad. Me dejó sin una explicación, sin una razón. Todo lo que había construido se desmoronó. Esa experiencia me dejó marcado.
Gael asintió, comprendiendo el peso de mis palabras. — Eso debe haber sido devastador. Pero Luana no es Melissa, Logan. No puedes dejar que el miedo te impida intentar algo real con ella.
— Lo sé, pero a veces siento que estoy repitiendo la misma historia. ¿Y si Luana se asusta? ¿Y si decide que no soy lo que quiere? El éxito, la fama... puede que la intimide.
Gael me miró fijamente. — ¿Y si ella se siente igual de intrigada por ti? A veces, nuestros miedos nos hacen perder oportunidades increíbles. ¿No crees que deberías ser honesto con ella?
La idea de abrirme a Luana, de compartir mis miedos y vulnerabilidades, me paralizaba. Pero Gael tenía razón. Si quería algo real, tenía que ser honesto. — Tal vez debería hablar con ella. Decirle cómo me siento. Pero, ¿y si no siente lo mismo?
— La única forma de saberlo es intentarlo. La vida es demasiado corta para vivir con "qué pasaría si". Y si no funciona, al menos tendrás la claridad que necesitas para seguir adelante.
Me dejé caer en el respaldo de la silla, sintiendo que una carga se levantaba de mis hombros. Gael tenía un talento especial para ver las cosas de manera clara, y en ese momento, su perspectiva me ofrecía un rayo de esperanza.
— Tienes razón. No puedo dejar que mi pasado determine mi futuro. La conexión que tengo con Luana es diferente. Ella no es Melissa. Quizás deba arriesgarme.
Gael sonrió, su expresión se iluminó. — Eso es lo que quería escuchar. Solo recuerda que no estás solo en esto. Siempre estaré aquí para apoyarte, sin importar lo que pase.
— Gracias, primo. Aprecio tu apoyo. A veces, solo necesito que alguien me empuje en la dirección correcta.
— Hablando de eso, ¿cuándo piensas hablar con Luana? — preguntó Gael, rompiendo el silencio.
— No lo sé. Tal vez mañana,quedamos para cenar en el restaurante italiano en la noche.
— Suena perfecto. Solo asegúrate de ser tú mismo. No trates de ser alguien que no eres. Luana ya le gusta el Logan que eres.
Asentí, sintiendo un renovado sentido de propósito. Era hora de dejar atrás el pasado y dar un paso hacia adelante. La posibilidad de un futuro con Luana me emocionaba, quizás estos sentimientos nuevos que florecían cada vez mas podrias derrumbar mis miedos.
Nos quedamos en silencio por un momento, contemplando la vista de la ciudad iluminada. La vida estaba llena de posibilidades, y aunque el miedo seguía presente, podía sentir que la esperanza comenzaba a tomar su lugar.
— Logan, a veces la vida nos pone a prueba, pero las verdaderas conexiones son las que valen la pena. No dejes que el pasado te defina. Tú mereces ser feliz, y Luana podría ser parte de esa felicidad.
Su voz resonó en mi mente, y supe que estaba en lo correcto. Era el momento de dejar que el amor entrara en mi vida nuevamente. Después de todo, Luana era diferente. Era auténtica, genuina, y aunque el miedo seguía presente, sabía que debía arriesgarme.
Con una última mirada a la ciudad, cerré los ojos por un momento, permitiéndome imaginar un futuro en el que Luana y yo pudiéramos explorar juntos este nuevo capítulo. Era el momento de dejar atrás el dolor, de abrirme a la posibilidad de amar de nuevo.
— Gracias por estar aquí, Gael. Te lo agradezco.
— Siempre, primo. Ahora, ve a buscar a esa chica antes de que se te escape — dijo él, riendo.
Sonreí, sintiendo que la ansiedad comenzaba a desvanecerse. Tal vez, solo tal vez, esta vez sería diferente. Con un renovado sentido de propósito, comencé a trazar el plan que cambiaría mi futuro.