Un encuentro con un salvador desconocido provoca que Jaden recuerde su primer vida. Y se da cuenta de que en realidad es un carne de cañón, quien es sacrificado por el villano en la historia original.
No solo eso, sino que su salvador resulta ser su personaje favorito del libro, quien también muere traicionado por sus amigos.
Con esta nueva información Jaden toma una decisión, ¡destrozar la trama del libro!
¿Lo logrará? O, antes de que pueda hacer un movimiento, ¿será arrastrado de nuevo a lado del villano para ser sacrificado?
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Compañero
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Mientras colocaba cuidadosamente sus materiales en el escritorio, Jaden se dio el tiempo de examinar el rostro de su nuevo compañero de asiento, el protagonista top de la novela “El valiente camino del príncipe”, mejor conocido como Dathan.
Aunque no se sintió contento —por alguna razón—, tuvo que reconocer que este joven alfa era demasiado atractivo, e incluso tenía alguna especie de energía en él difícil de describir con palabras, pero cuyo propósito era atraer la atención de los demás.
“¿Es esto un halo dorado?”, se preguntó mientras paseaba la mirada por las cejas ligeramente pobladas, y los ojos castaños del protagonista.
Para explicar aquella extraña sensación de querer mirarlo por más tiempo, no se le ocurrió nada mejor que el término “magnetismo”. Así es, toda la presencia de Dathan cautivaba a quienes le vieran, como una especie de magnetismo.
*“Quizás por esta razón Astor le considera como un enemigo a destrozar, incluso aunque este principito no cuenta con mayor respaldo que la amistad de sus amigos en el presente”,* pensó. “Si se enfrentaran ahora mismo en popularidad, el ganador sería indiscutible.”
Hasta el viernes pasado, Jaden todavía se preguntaba por qué alguien tan influyente como el primer príncipe reparaba siquiera en la presencia de alguien sin relevancia como el cuarto príncipe, quien había sido dado a luz por una sirvienta menor de palacio. Si se pensaba la situación con lógica y frialdad, Dathan era el menor peligro para Astor en su carrera por el trono; en su lugar, debería estar monitoreando los movimientos del tercer príncipe, Corian, cuya madre era la primera concubina, y quien encima tenía a una familia poderosa detrás de ella.
O eso es lo que pensaba antes.
Solo ahora comprendía que aquel villano era más brillante de lo que cualquiera podría pensar, pues no se dejaba guiar por la banalidad de las palabras bonitas que todo el mundo le repetía. Y más bien, estaba presagiando los cambios en el futuro. O en su defecto, ya comenzaba a percatarse de que este “hijo sin respaldo” se convertiría en un gran problema más adelante, todo por ese extraño magnetismo.
“Podría ser alguna clase de instinto de villano que se enciende en presencia del protagonista. Presiente que este chico le quitará todo el poder y la gloria… Y no se equivoca. Como sea. Eso no tiene nada que ver conmigo”, concluyó con desinterés, puesto que en realidad esa aura cautivadora poco le importaba.
No es que fuera inmune a la belleza porque a sus ojos solo existiera su favorito… de hecho, había una explicación más simple que esa, y es que si se esforzaba lo suficiente, podría encontrar un punto o dos en similitud entre este rostro y el de Astor.
Y dicha semejanza lo hacía despertar del encanto, como si le lanzaran agua helada en el cuerpo. Siendo completamente honesto, el parecido le molestaba un poco. Le hacía sentir como si en realidad no se hubiese alejado por completo del villano, lo que era una sensación inquietante.
Este pensamiento provocó que su mano temblara, y la pluma caligráfica que había estado en su palma hace un segundo, salió disparada hacia el compañero a su derecha.
El alfa la tomó y la dejó a lado de su mano.
“Oh… eso fue amable…”
En ese momento, y sin saber todo lo que estaba pensando, Dathan resopló, como si su sola presencia le irritara más allá de los límites tolerables.
—Deja de mirarme con esos ojos desagradables —replicó en voz baja el protagonista. Parecía enfrentarse a una persona que lo había ofendido sobremanera. —Ni se te ocurra molestarme o distraerme en clases. Y aclaro esto de una vez, no seremos amigos solo por sentarnos juntos. En cuanto puedas, solicita el cambio de asiento. De preferencia, lejos de mí.
Sin saber de dónde provenía este ataque, Jaden se quedó mudo por unos cuantos segundos. Lo que, quizás, le dio al príncipe la sensación de una falsa victoria.
—No dejes que tus cosas caigan en mi lado —regañó, dibujando una línea imaginaria en el centro del escritorio.
“Ah… olvidaba que luego de la muerte de su madre, y antes de convertirse en un guerrero diestro y un político de primera categoría, este principito era un chiquillo ligeramente disgustado con todos, menos con sus amigos…”
Dathan era como los típicos protagonistas masculinos. Frío con todos, salvo su amante y amigos cercanos, quienes se habían ganado su lealtad y respeto.
“No lo culpo por tener la guardia en alto contra mí, digo, crecer en un entorno terrible en el que solo tu madre es amable contigo… yo también pasé por algo similar y comprendo su actitud hacia los desconocidos. Pero, ¿qué culpa tengo yo de todo eso? Además, ¿qué le he hecho para que me señale así ahora mismo? ¿Se molesta tanto solo por un pequeño accidente?”
Podía llegar a pensar que esa actitud recelosa era debido a que Dathan sabía que antes de integrarse al grupo 2B, él había sido uno de los seguidores de su hermano mayor, quien siempre le buscaba pelea. No obstante, ¿cuándo él mismo le hizo algo?
Esto podía dejarlo como un pésimo seguidor de Astor, así como un mal fanático de la novela, pero a decir verdad, hasta esa mañana es que le había visto por primera vez. Y lo de la pluma caligráfica había sido un mero accidente. No lo hizo con la intención de interrumpir sus estudios.
Desde luego, también sabía que sería muy OOC que Dathan le tratara con amabilidad apenas conocerle. Sin embargo, un poco de cortesía a nadie le vendría mal para la sana convivencia en sociedad.
“Como sea”, replicó en su mente. De todos modos, él tampoco quería ser incluido en la “prestigiosa lista” de amigos de confianza del top de la novela. ¿Quién querría estar ahí, si de todos modos corría el riesgo de ser apuñalado por la espalda?
En resumen, buscar caerle bien al protagonista solo sería más agotador para él, así como infructífero para su misión en la vida.
—De seguro estás aquí bajo engaños. ¿Es este un plan de mi hermano Astor? —prosiguió el chico. Y Jaden no pensaba tolerarlo más. —¿Qué es lo que intenta esta vez? ¿Ahora quiere qué me expulsen de la Academia?
El pelinegro ya había soportado un año de malos tratos del primero, como para que viniera el cuarto a intentar ocupar su lugar.
Con la irritación en aumento, tuvo que apretar los puños para no lanzar un golpe al azar, y dijo: —Yo tampoco quería sentarme aquí… ¿Sabes?— Se quejó en el mismo tono bajo que solo ellos dos podían escuchar. —Pudiste haberle pedido al profesor que no cambiaran a tu compañero. Entonces, él estaría aquí, y yo allá enfrente.
“Digo… tienes el jodido encanto del protagonista. ¡Úsalo cuando se requiere! Vaya chico tan inútil. Y así, ¿esperas retener al bottom a tu lado?”
—¡Tú! ¿Qué dijiste? —Fue evidente el sonrojo en su piel, lo que, para sorpresa de Jaden, se vio mejor de lo que esperaba. El protagonista en serio era atractivo. Aunque no dejaba de ser irritante con esa actitud tosca.
—Tsk…
“Que bien. Es probable que este idiota ni siquiera sepa porqué está tan molesto desde que se llevaron a Bel de su lado. ¿Acaso comprende su propio corazón? Con razón aquel omega terminó casándose con mi favorito…”
Sin duda, este príncipe se sorprendió de que el mismo chico que en su autopresentación mordió su propia lengua por el nerviosismo, ahora pudiese decir cosas tan directas. Sin embargo, el pelinegro tampoco planeaba ponerse una máscara de docilidad, y fingir lo que no era. Ya lo había hecho por Astor una vez, y se sentía cansado de eso… y más específicamente hablando, de a dónde lo había llevado.
Uno de los cambios más significativos que esperaba tener en su propia vida era el de no ocultar nada de sí mismo. Intentaría ser amable y abierto con todos, pero tampoco soportaría los malos tratos de nadie. No de nuevo. Y si tenía la oportunidad, devolvería el golpe de quien lo lastimase.
—¡Lo que ya escuchaste! Y lo de la pluma caligráfica fue un accidente. Nadie intenta hacer que te expulsen. Aunque quizás tu inteligencia sea más débil de lo que crees, si solo por una pluma rodando en el escritorio es que repruebas.
Para Jaden fue un poco gracioso el hecho de que a pesar de estar discutiendo con el protagonista top, lo estaban haciendo en voz baja, intentando no llamar la atención del profesor o los alumnos, lo que les hacía lucir un poco infantiles, y hasta ridículos.
Esto le llevó a preguntarse si habiendo vivido ya dos veces, ¿no debería su alma tener alguna clase de sabiduría milenaria que le impidiese comportase de dicha manera? Bueno, no parecía ser el caso.
Suspiró profundamente.
“Esto es vergonzoso. El protagonista es un adolescente en regla. Pero yo, ¿está bien que discuta así? ¿En susurros y de forma torpe?”
No ocultó su tristeza por su evidente falta de madurez. Cosa que sorprendió a Dathan.
—Como sea. No me molestes. Y no te molestaré yo.
Cada uno de ellos giró al lado contrario, tal como si estuviesen en presencia de su peor enemigo.
Ninguno se dio cuenta de que estaban actuando tan confiadamente entre ellos, en menos de cinco minutos de haberse conocido. Ni mucho menos de que cierto chico de cabello azul les miraba por el rabillo del ojo con desconfianza.
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El resto de las clases, Jaden se la pasó en una disimulada guerra contra Dathan, en la que uno dejaba caer por accidente un poco de tinta al lado del bando enemigo, y el otro tiraba por “accidente” algunas manchas de tinta en su cuaderno como retribución. Esto se repitió tantas veces, que al final ambos llegaron a un acuerdo de paz silencioso, pues de lo contrario ambos podrían ser castigados por el profesor. Y a ninguno le convenía.
Fue así, cuando su tiempo se vio liberado de la guerra, que Jaden comenzó a buscar excusas para poder hablar con Fegan. Claro que para el momento en que el primer periodo llegó a su fin, no encontró ninguna forma adecuada de sumarse a su grupo —ignorando en el proceso que había “peleado” con el líder durante al menos dos clases anteriores—. Por lo que se resignó a comer solo nuevamente.
*“Mierda…”*, pensó con una atmósfera depresiva mientras veía cómo el pelirrojo se ponía de pie. Sin olvidar mencionar que no dejaba de sonreírle a Bel, lo que aumentaba su tristeza. “Me cambié de grupo, ¡pero nada ha cambiado! De hecho, ¡creo que empeoré las cosas solo con mi presencia!”
En la novela, durante los tres años en la Academia, Bel y Dathan compartían el mismo escritorio. Y a pesar de que ninguno se declaró, las personas a su alrededor pudieron notar los sentimientos que ninguno se atrevió a decir en voz alta. El único que pareció nunca darse cuenta de esto había sido Fegan. Y era debido a esa ignorancia que le proponía matrimonio al omega años después.
Sin embargo, ahora que se sentaban juntos… ¿serían Fegan y Bel quienes desarrollarían sentimientos el uno por el otro en su lugar? ¿Era este el castigo que dios le daba por intervenir y modificar la novela original?
Ante el pensamiento oscuro, él se levantó con rapidez, asustando a varios alumnos que habían estado atentos a sus movimientos.
—¿Jaden? —llamó una voz que reconocería de inmediato en cualquier lado.
El pelinegro levantó el rostro como si dios le hablara personalmente, y no pudo ocultar su sonrisa.
—¿Dime?
Era su favorito.
—¿Vienes al comedor con nosotros? —Bajo la mirada sorprendida y sombría de todos en su grupo de amigos, Fegan le preguntó. Él supo que lo hacía por simple cortesía, dado que ese era el tipo de persona que era el pelirrojo. Pero no le importó. Él mismo no había encontrado una excusa confiable.
Bueno, no podían culparle por aprovecharse de las oportunidades que le brindaba dios.
Su sonrisa se amplió, y sus ojos se iluminaron. Sin esperar un segundo, asintió.
—¡Por supuesto! —dijo.
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posdata autora mira seirei gensouki je