Ellas eran muy buenas amigas, ambas se conocieron en un set, ellas querían llegar a ser actrices de telenovelas, y ¿por qué no?, actuar en alguna película.
Pero el destino les tenía preparada una jugarreta, que nadie se esperaba. Esta historia es completamente sacada de mi imaginación, de modo que todos los personajes, pasajes y nombres, son totalmente ficticios. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.
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Bipolar.
Itatí se despertó con un fuerte dolor de cabeza, Daniel, a sabiendas de que esto podía pasar, ya le tenía preparado un analgésico y un vaso con agua.
Gracias, amor. No vuelvo a tomar, hoy no quiero ir a ninguna parte, quiero quedarme todo el día acostada.
Está bien, ¿te parece si vemos películas?, pediré el servicio al cuarto.
El servicio llegó media hora después, ellos ya se habían bañado y estaban listos para desayunar.
Daniel le dio un billete al muchacho, este agradeció y se fue.
¡Que rico se ve todo!, dijo Itatí al echarle una ojeada a la charola.
Huevos a la mexicana, pan tostado, mermelada, café, jugo de naranja, y un buen plato de coctel de frutas.
Todo para dos.
Ellos se dispusieron a desayunar tranquilamente.
Al prender la tele, lo primero que vieron fue la telenovela que estelarizaba Kimberly.
Ay no, cámbiale de canal, por favor.
Pero, ¿qué no es tu amiga?
Claro que sí, pero no me interesa que esté con nosotros mientras desayunamos. Es nuestra luna de miel, no de ella.
Daniel se encogió de hombros y dijo: como quieras.
Estuvo buscando un canal hasta que encontró uno de concursos con Marco Antonio Regil.
Déjale ahí, él es mi compañero de televisión.
Daniel no discutió más y le dejó ahí. El desayuno estuvo acompañado de las risas de los participantes... y sus gritos.
Oye, amor, dijo Itatí, quiero visitar aparadores, me gustaría ir de compras.
Bueno, más tarde vamos, pero, ¿no acabas de decir que querías quedarte todo el día acostada?
Bueno, ya cambié de opinión. Ya me siento bien.
Si quieres, vamos, pero yo quería que viéramos películas juntos, y comer palomitas.
Itatí aventó la mesa, cayendo al suelo con estrépito, platos, comida y fruta quedaron expandidos por el suelo.
¿Por qué hiciste eso?, Daniel se levantó muy molesto.
Yo quiero ir de compras, y tú quieres que me quede encerrada.
Tú fuiste la de la idea, yo solo te recomendé que viéramos películas.
Tú, con tal de no gastar nada, eres un codo, pero yo tengo dinero, yo puedo solventar mis propios gastos, y hasta los tuyos.
Ya te saliste del tema, no es de dinero de lo que estamos hablando. ¿Qué te pasa, amor?, llamaré a un doctor y al servicio de limpieza.
¿Yo para qué quiero un doctor?
Estás muy exaltada, últimamente solo peleas.
Y a ti te fían, ¿no?, tú estás peor que yo.
Amor, tranquilízate, en un momento viene el doctor.
Ya te dije que no necesito un doctor; ella estaba tan exaltada que empezó a golpear con las manos a Daniel. Pero este se las tomó y trató de calmarla, el doctor llegó en ese momento, acompañado de una enfermera.
Le inyectaron un fuerte sedante, pero primero le preguntaron a Daniel si estaba embarazada.
Él negó con la cabeza.
Cinco minutos después, Itatí por fin se durmió, Daniel la fue a dejar a la cama. Luego, salió para hablar con el doctor.
Este es un caso severo de bipolaridad, su esposa debe de ser tratada lo antes posible, con un tratamiento adecuado podrá vivir con naturalidad.
Evite las ocasiones de pleito, trate de no contradecirla, por lo pronto debe darle por su lado, pero en cuanto pueda llévela con un especialista.
El doctor sacó una tarjeta de su cartera, mire, este es un reconocido especialista amigo mío, se lo recomiendo ampliamente, cuanto antes la lleve, mejor.
Gracias, doctor.
Personal de limpieza llegó en ese momento.
Ella dormirá prácticamente todo el día. Cualquier cosa, aquí andamos, con permiso. El doctor salió seguido de la enfermera.
La señora empezó a limpiar y Daniel se salió a la terraza, ya se estaba cansando de esa situación.
Si las cosas seguían así, no sabría qué hacer, él la amaba, pero las cosas se estaban saliendo de control.
Cuando la limpieza se fue, él, a sabiendas de que su esposa dormiría todo el día, se salió a despejar la mente, se sentía como inmerso en un pozo profundo, sin poder salir a la superficie.
Se metió al bar, él no acostumbraba beber, solo se tomaría una michelada.
Los meseros lo reconocieron como el tipo del día anterior, que peleaba con su esposa.
Le llevaron la michelada que pidió. Nadie se le acercó por temor a que quisiera pelear.
Otro tipo que estaba ahí, se le acercó, ¿me puedo sentar?, le dijo.
Sin hablar, Daniel le hizo una seña con la mano a la silla.
A veces es bueno platicar con un extraño, puede sacar todo eso que le hace daño.
Daniel lo vio, pero prefirió quedarse callado, hasta que varios minutos después, se decidió hablar.
Mi esposa no está bien, andamos de luna de miel, pero ella insiste en estar peleando. Según el doctor, ella es bipolar. No sé qué hacer.
Un buen consejo, si la ama, luche por ella, no importan los obstáculos que tenga que sortear, el amor siempre triunfa.
Gracias, dijo Daniel, pero después, se quedó perdido en el silencio.
El tipo comprendió que estaba de más y se retiró silenciosamente.
Daniel pagó la bebida y salió de ahí, estaba un poco más animado.
Al entrar a su cuarto fue a la alcoba, Itatí dormía plácidamente, como si ningún mal la acechara.
Parecía que no rompía un plato, se veía tan hermosa e inocente.
¿Cómo es posible que una mujer que parece tan tierna, pueda causar tanto daño, tanto a ella misma como a los demás?, pensó Daniel.
Como no tenía nada qué hacer, decidió sentarse en el sillón a resolver crucigramas.
Hasta que, llegando la noche se dio una ducha y se acostó a dormir.
ya ni ganas de seguir leyendo