La historia de un Alfa que solo ansiaba la tan anhelada libertad
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Capitulo 23
Advertencia:
La siguiente historia no es apta para menores de 21 años puede contener; lenguaje vulgar, soez, momentos explícitos, eróticos, hasta subido de tono y hasta nopor-grafico, violencia física, mental, abuso, inc3sto, se recomienda leer bajo su propio riesgo. ~
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Con la noche encima debimos emprender el viaje de regreso a la hacienda y descansar en algún lugar entremedio del camino de regreso, pero mientras viajábamos empecé a sentir una presencia algo extraña, como si algo nos siguiera en la oscuridad.
Alguien completamente loco, nadie en sus cabales andaría en la oscuridad sin al menos una luminaria algo que lo ayude a ver en la terrible oscuridad.
Podía escuchar una risilla de fondo, muy suave, pero la oía, imperceptible pero inconfundible: ¡Ji Ji Ji!
En eso nos íbamos acercando al río, podíamos visualizar el rio, debíamos aprovechar que la luna estaba comenzando a menguar por lo que había una buena luminosidad, y la marea comenzaba a bajar, pero aquella sensación de ser seguido seguía acechándonos.
Estába seguro alguien nos seguía, seguro era algún cazafortuna en busca de las 1000 piezas de plata.
Entonces sentí aquella fragancia, una muy leve aroma tan minúsculo, estábamos siendo perseguidos por un Omega adulto, eso era imposible, la mayoría no superaba la adolescencia.
A menos que fuera un Omega de buena familia, estas cuando tenían hijos Alfas, Betas e Omegas eran educados y vendido para familias ricas para dar hijos, por lo que la mayoría de los ABO adultos estaban, en casonas criando y pariendo niños, por lo que era doblemente imposible que anduviera por la noche en terrible oscuridad. A menos que sea... debíamos tener mucho cuidado, si los rumores eran ciertos estábamos en peligro, estábamos ante la presencia de un Omega Sajsalla Uma, en cortas palabras estábamos en presencia del Omega loco, debíamos evitarlo a como de lugar.
Los Omegas de por si eran veloces, fuertes, sus patadas podían quebrar árboles, por está razón eran adiestrados desde jovencitos, pero este era un Omega desquiciado, lo que lo hacía potencialmente peligroso: ¡Ji Ji Ji! —se escuchaba su risilla
Según decían este vestía un poncho negro y todo casi al mismo tono para acomplarse con la noche, este atacaba a los desprevenidos para robarse a los viveres, un ser que perdío su humanidad, vivía como un salvaje. Lo irónico que los pocos que lo vieron podían jurar que este no era un indio, y que por su tono de voz este venía de afuera; un español que perdió la cabeza; aterrorizaba a nativos, mestizos, y forasteros por igual.
Nadie sabía con certeza si este podía estar armado, pero lo mejor era evitarlo.
—Fernando tienes una moneda de plata.
Necesito una moneda de plata.
—Te servirá mejor un espejo reflectara mejor la luz. —El señor de la Vega, tomo la palabra como si supiera lo que pensaba hacer con esta para darme un pequeño espejo de plata, acaso él también noto su presencia.
Por lo que cuando justo ya estabamos en la rivera del río a una altura considerable, este nos iba a atracar. Sin dudar levante el espejo para reflejar la luz de luna de este a la moneda y lanzarla en dirección al río; no lo pudo resistir lo brilloso era la debilidad de los Omegas.
Por lo que aquella figura vestida de negro salto sin medir las consecuencias de sus actos directos a las aguas del río Urabamba. Si sobrevivía le sería difícil escalar por lo que estábamos salvó de él, por ahora, por lo que seguimos avanzando en nuestro camino de regreso a la hacienda, pero debíamos tener cuidado ya que por cerca de esos lares estaba la hacienda de la Marianas, propiedad de la Familia de la Serra, hacienda administrada por aquel tipo que insulto a Fernando, lo difamaba en el pueblo, aquel que en el pasado lo lastimó; las tierras de Alejandro de la Serra...
Continuará...