Luca, un omega que ha ocultado su identidad en las sombras del crimen de Verona, es descubierto por Alessandro Moretti, el implacable capo de la mafia. Mientras Luca es arrastrado a un mundo lleno de peligro, traiciones y poder, la atracción entre ambos crece, desatando un juego mortal donde el deseo y la protección se entrelazan. En un entorno donde nadie es lo que parece, Luca y Alessandro deberán decidir si su conexión es una fortaleza o una debilidad que los destruirá.
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capitulo 12: LA MARCA DEL DESTINO
A la mañana siguiente, la tensión entre Luca y Alessandro era palpable. Aunque habían compartido un momento de conexión profunda la noche anterior, el peso de lo que significaba su vínculo parecía envolverlos aún más ahora. Las cosas no podían seguir como hasta entonces; lo sabían. Ambos sentían que habían cruzado una línea que no podían deshacer.
Luca se despertó temprano, pero no había dormido mucho. El recuerdo del beso con Alessandro seguía fresco en su mente, su cuerpo todavía vibrando con el impacto de lo que había sucedido. Sabía que había algo entre ellos que iba más allá de la simple atracción; había una conexión más profunda, algo que parecía destinado, aunque la razón seguía siendo un misterio para él.
El aroma del café lo sacó de sus pensamientos. Se levantó lentamente, vistiéndose mientras sentía una mezcla de nerviosismo y expectación. Sabía que tendría que enfrentarse a Alessandro, pero no sabía qué decirle. ¿Cómo se comportarían ahora que lo innegable había salido a la luz?
Bajó las escaleras hacia la cocina, y ahí estaba Alessandro, sentado en la mesa con una taza de café en la mano, su mirada fija en la ventana, perdido en sus pensamientos. A pesar de la calma que intentaba proyectar, había algo tenso en su postura. Cuando Luca entró, Alessandro levantó la mirada, y sus ojos se encontraron por un breve momento. Fue un cruce de miradas cargado de emociones no dichas.
—¿Café? —preguntó Alessandro, rompiendo el silencio.
Luca asintió, acercándose lentamente a la mesa.
El silencio entre ellos era denso, pero no incómodo. Era como si ambos estuvieran calibrando cómo proceder, sabiendo que cualquier paso en falso podría desestabilizar lo que ya estaba en juego.
—Luca —Alessandro habló después de un largo momento de silencio—, hay algo que no te he dicho.
Luca se sentó frente a él, sus manos jugando nerviosamente con la taza caliente.
—¿Qué es?
Alessandro apoyó los codos sobre la mesa, su mirada oscureciéndose.
—El vínculo entre nosotros no es solo un capricho del destino. No es solo una conexión casual o una atracción pasajera. Tú... eres mi destinado.
Luca parpadeó, sorprendido por la intensidad de la confesión. Había oído hablar de los destinados, de ese lazo especial que conectaba a algunos omegas y alfas de una manera casi mística, pero siempre lo había visto como una leyenda, algo distante y poco real.
—¿Qué quieres decir con destinado? —preguntó Luca, su voz llena de incertidumbre.
Alessandro suspiró, llevándose una mano al cabello antes de mirarlo directamente a los ojos.
—Significa que nuestras almas están conectadas de una manera que va más allá de lo físico. Es un lazo profundo que ninguna de las partes puede romper. Estábamos predestinados a encontrarnos, Luca, y eso implica que, de alguna manera, nuestras vidas están entrelazadas de una forma que ni siquiera yo puedo explicar del todo.
Luca sintió un escalofrío recorrer su columna. La idea de estar vinculado a alguien de esa manera era tanto fascinante como aterradora. Era como si una puerta invisible se hubiera abierto frente a él, revelando un mundo completamente nuevo que no estaba seguro de querer explorar.
—¿Y qué significa eso... para nosotros? —preguntó en voz baja.
Alessandro se inclinó hacia él, sus ojos brillando con una intensidad que Luca no había visto antes.
—Significa que no puedo dejar que te vayas, Luca. No puedo. No es solo un capricho. No es una decisión. Es una necesidad. Mi vida está ligada a la tuya, y protegerte no es solo una cuestión de honor o de poder. Es algo que va más allá. Sin ti, estoy perdido.
Luca sintió que su corazón se aceleraba, atrapado en la seriedad de las palabras de Alessandro. No había escapatoria, no había forma de alejarse de ese destino. Pero lo que más lo sorprendía era que, a pesar de todo, una parte de él no quería escapar. Quería saber más, quería entender esa conexión, y más que nada, quería estar cerca de Alessandro.
—Esto... es mucho —admitió Luca, sin saber cómo procesarlo todo—. No sé si estoy preparado para esto.
Alessandro asintió, comprensivo.
—No espero que lo estés —dijo suavemente—. Solo quiero que sepas la verdad. Y que sepas que no voy a dejar que nada te haga daño. No mientras yo esté aquí.
El silencio volvió a caer entre ellos, pero esta vez no era incómodo. Era un silencio lleno de aceptación y entendimiento. Ambos sabían que sus caminos estaban entrelazados de una manera irrevocable, y aunque no sabían qué les deparaba el futuro, estaban dispuestos a enfrentarlo juntos.
El sonido de una puerta abriéndose interrumpió el momento. Uno de los hombres de confianza de Alessandro entró apresuradamente en la cocina, su rostro grave.
—Tenemos un problema —dijo, mirando a Alessandro—. Han descubierto el refugio. Alguien está en camino.
Alessandro se levantó de inmediato, sus ojos endureciéndose.
—Preparen el coche —ordenó con voz firme, antes de girarse hacia Luca—. Tenemos que irnos. Ahora.
Luca se levantó rápidamente, su corazón acelerándose. Sabía que no podían quedarse, pero la realidad de la situación lo golpeó con fuerza. Estaban en peligro, y no había tiempo para dudas ni preguntas.
Alessandro lo tomó del brazo, apretando suavemente.
—No te preocupes, Luca —dijo con una calma que contrastaba con la urgencia de la situación—. Estás conmigo. Nada va a pasarte.
Y con esas palabras, salieron de la casa, conscientes de que el destino los empujaba una vez más hacia lo desconocido.