Prisionera Del Sultán

Aziza estaba recostada sobre el pecho de Akram.

— Tu padre será muy feliz con la noticia es lo que más desea, un nieto que gobierne Marambit comentó Akram

— ¿Y si es una niña?, pregunto Aziza algo afligida.

— Sí es una niña ya la amo, no debes preocuparte por eso dijo Akram.

— Yo preferiría que fuera una niña, para que te quiera mucho y sea muy cariñosa contigo dijo Aziza.

Akram rodó con ella hasta quedar encima

— Tú me quieres mucho y eres muy cariñosa conmigo exclamó y la besó.

— Tú también eres muy cariñoso conmigo.

Al ver el ansioso deseo en sus ojos, que él no ocultaba, se le cortó la respiración.

 — Y también te quiero mucho jamila exclamó y la volvió a besar.

Cuando él comenzó a deslizarle sus manos por su cuerpo, una ardiente excitación se apoderó de ella.

—Eres magnífica, jamila-dijo Akram roncamente...

La noticia de que Aziza estaba embarazada corrió rápidamente por el palacio. Akram viajo con ella a Marambit.

Una tarde antes de que ellos regresaran, Dalia caminaba por uno de los jardines que daban a la parte gubernamental había escuchado rumores y por lo visto eran ciertos.

Akram había mandado a construir un jardín invernadero pura y exclusivamente para Aziza.

Nunca se había preocupado por las mujeres con las que Akram se encontraba era habitual, pero en los últimos tres meses su esposo había cambiado mucho. Sabía que no había vuelto a estar con una de sus concubinas.

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Aziza desayunaba junto a Akram — Regresaré a Jaddara mañana, dentro de dos días tengo que regresar aquí, porque no te quedas. No quiero que estés yendo y viniendo, además le harás compañía a tu padre.

—Crees que papá lo tome bien dijo Aziza.

— Yo me ocupo de eso, te veré más tarde exclamó él besándola en la frente...

Durante un mes Akram estuvo viajando entre Marambit y Jaddara.

Al tener él dos hermanos menores podía relegar algunas obligaciones de Jaddara en ellos.

Akram guio a su esposa hasta su nuevo jardín, hizo un movimiento de mano para que los empleados desaparecieran.

Aziza miraba el invernadero, era enorme. Ubicado en un rincón tranquilo del palacio, el jardín estaba rodeado de altas paredes adornadas con intrincados diseños árabes. Dentro del invernadero, las filas ordenadas de vegetales de la huerta contrastaban con la exuberante vegetación tropical. En un extremo, árboles frutales como granados y limoneros se encontraban bajo la luz filtrada del sol. El suelo estába cubierto de una gruesa capa de musgo, y pequeños arroyos serpentean entre las camas de cultivo, proporcionando agua fresca y vida a las plantas. El sonido suave del agua corriendo y el canto de los pájaros creaba una atmósfera serena y relajante, convirtiendo al invernadero en un refugio verde en medio del palacio.

 — ¿ Lo has hecho para mi?, pregunto emocionada

— Por supuesto jamila es solo para ti dijo Akram acariciándole el rostro y ella lo beso.

— Es hermoso, te quiero tanto dijo ella.

Akram la abrazo— No quiero que exageres con el trabajo aquí.

— Te lo prometo dijo ella mirando el lugar incluso había hecho colocar unos sillones y una pequeña mesa era todo tan hermoso.

Dos días después Akram se encontraba en su despacho trabajando se acercó a la ventana y ahí vio a su esposa en su jardín con su larga melena rubia resplandeciendo bajo el sol para él. Akram sonrió cuando ella lo miró.

Aziza estaba cursando su cuarto mes de embarazo se encontraba en su jardín cuando Dalia la mando a llamar.

— Quería invitarte a merendar, no olvido los primeros meses de embarazo. ¿Cómo te sientes?, pregunto Dalia.

— Su Alteza, le agradezco su invitación me encuentro muy bien no he tenido grandes malestares dijo Aziza.

— Llámame por mi nombre, Aziza nuestros hijos serán hermanos es importante convivamos todos en armonía respetando el lugar de cada una, ambas sabemos cuál es nuestro lugar dijo Dalia.

— Por supuesto Dalia, yo respeto tu posición en esta casa dijo Aziza.

— Eso es bueno para ambas después de todo ambas somos esposas de Akram y hay que reconocer que él es justo con ambas respondió Dalia.

Esa noche Dalia cenaba con Akram, — Sé que Aziza te visito.

— Por supuesto yo la invité, es tu esposa y nuestros hijos serán hermanos, es bueno para ellos que nosotras nos toleremos. ¿A no ser que prefieras que los platos vuelen en tu casa?, pregunto Dalia.

— Dios no lo permita, me gusta que vivan en armonía dijo Akram.

— Por supuesto que lo hacemos dijo Dalia.

Un mes después Aziza se encontraba en una de las terrazas del palacio merendando con Dalia cuando algo llamó su atención, Akram se encontraba de viaje.

Eran tres jóvenes escoltadas por varios guardias.

— ¿ Quiénes son?, pregunto Aziza.

— De que hablas pregunto Dalia.

— Las mujeres escoltadas dijo Aziza mirándolas.

— Jóvenes enviadas como ofrendas para el Rey, futuras concubinas comentó Dalia.

— ¿Concubinas?, pregunto Aziza mirándola desconcertada.

— Sí, aquí no está prohibido tener un harén al contrario se considera un honor ser parte de él dijo Dalia.

Aziza miró a las jóvenes Akram tenía un harén.

—¿Dónde está el harén?, pregunto Aziza.

— En tu sector del palacio en el tercer piso dijo Dalia.

Aziza recordó que el día que había llegado le habían prohibido visitar ese sector, pensó que eran los aposentos de Akram.

Después de un rato Aziza regreso a sus aposentos, estaba dolida y confundida.

Quería irse lejos de ahí, quería correr tan rápido como el viento, apoyó la mano sobre su vientre.

¿Cuál era la diferencia entre tomar otra esposa y tener una concubina?.

Su marido era un embustero. Quería despellejarlo con sus propias manos. Bahiya ingreso en ese momento y la vio tirada en la alfombra a los pies de la cama llorando desconsoladamente.

— Su Alteza ¿por qué llora?, llamaré al médico dijo Bahiya.

— No necesito un médico, soy tan desdichada Bahiya sollozo Aziza.

— Cálmese, le hará mal a su bebé ¿porque se puso así?.

— El Rey tiene concubinas dijo Aziza.

— ¿Es que no lo sabía mi señora?, pregunto.

— ¿Tú sabias, Bahiya?, pregunto Aziza llorando.

— Su Alteza pensé que lo sabía, los empleados hablan. Escuche no tiene por qué preocuparse el Rey la adora, dicen que la última vez que el Rey estuvo ahí fue antes de que usted llegara no debe preocuparse.

— Acaban de llegar mujeres nuevas él debió pedirlas.

— Quiero ver ese lugar exclamó Aziza

— Su Alteza, usted no debe hacer eso exclamó Bahiya.

Aziza se puso de pie y se dirigió al baño se lavo el rostro y salió del lugar con la resolución de ver con sus propios ojos el harén.